Por: Javier Quintero Rodríguez/ Para el manejo de la pandemia Covid-19 creo firmemente que necesitamos, día tras día, acercarnos a una información cada vez mas depurada para poder hacer predicciones y prepararnos con base en ellas. La incertidumbre en el mundo es alta pero ya contamos con algunos datos que nos arrojan pistas.
Propongo entonces un análisis estadístico que no considera cambios en la genética y mutaciones en el virus que lo hagan más o menos potente y tratable. Hago el supuesto de que la información reportada en todo el mundo es actualizada y cierta sin consideraciones sobre la veracidad de la información oficial por país. Aislar estas y otras variables es necesario en este caso para lograr una aproximación.
Comencemos por tomar el número de casos activos (casos activos es el resultado de restar las recuperaciones y las muertes del total de casos reportados) en el pico mas alto de los países que lo han alcanzado y dividámoslos por cada millón de habitantes. Ejemplo: para China el pico de casos activos fue 58.016, para una población de 1.380 millones. Es decir 42 casos por cada millón, para el 17 de febrero en su pico.
El indicador para Corea del Sur es 143, el de Irán 141, quienes ya están en la parte descendente de la curva. Otros que no han alcanzado su pico como Alemania y Francia, seguramente llegarán a valores de entre 300 y 400, y los más graves como Italia y España que podrían llegar a niveles de 1.000 o más.
El caso nuestro, considerando la relativa celeridad de reacción dadas las experiencias de otras latitudes y la información privilegiada que con mayor anticipación nos llegó, no debería ser de los más críticos. Me atrevo a decir que estaremos mejor que España y no tan bien como Corea y mucho menos como China. Esto nos ubicaría en un rango de entre 150 y 300, es decir entre 7.500 y 15.000 contagiados activos en el punto mas alto. Si los casos serios o críticos son de entre un 15% y 20%, estaríamos hablando de entre 1.000 y 3.000 casos con necesidad de atención hospitalaria al mismo tiempo.
Recordemos en Colombia hay alrededor de 750 camas para manejar pacientes del COVID-19, lo que nos permite predecir que podemos llegar a un déficit de 250 a 2.250 unidades y partir de allí para estimar el número de muertes. ¿Podremos prepararnos a tiempo para esto?
Por otro lado, el drama de la supervivencia no solo está relacionado con la salud sino también con las necesidades básicas y las finanzas familiares. Con la mitad de la Población Económicamente Activa trabajando en la informalidad y sin protección de un contrato laboral, se hace necesaria la asistencia prioritaria para este amplio grupo. Por el lado de las empresas y el empleo formal, creo necesario que todos pongan. No es suficiente con declarar desde el Ministerio de Trabajo que se prohibirán los despidos.
Partamos de que ningún empresario despide a sus empleados por gusto. Al hacerlo está tomando una decisión necesaria, renunciando a ingresos, crecimiento, utilidades.
Los ajustes a la nómina en su gran mayoría se hacen para sobrevivir, teniendo en cuenta que el 98% de las empresas del país son micro o pequeñas y una gran porción no aguantarían dos meses con ingresos al mínimo o en cero, mientras siguen pagando quincenas. En algunos países, se está permitiendo flexibilizar los contratos temporalmente para que pasen a ser de tiempo parcial o, como en España, se disminuyan un 30% el salario. Al mismo tiempo, la seguridad social podría ser asumida por los gobiernos durante la crisis.
Esta colaboración entre los empleados, las empresas y el Estado, permitiría a las empresas pasar la crisis y continuar actividades, mientras se mantiene el dinero en manos de los empleados para evitar cortar las cadenas de pagos y se agrave mucho más la situación económica de las familias.
Twitter: @javierquinteror