Por: Julio Cesar Ardila Torres/ En esta etapa de mitigación es fundamental evitar la propagación generalizada del virus para lo cual existe como una mejor manera de lograrlo es con el autocuidado, pero en realidad no es muy fácil porque dependemos todos del otro y en especial de los familiares, compañeros y amigos, personas más cercanas ante quienes por razones naturales nos desarmamos olvidando que para ese bicho todos somos parte de su cadena alimenticia.
De ahí que la gran mayoría de contagios son porque el compadre, el compañero de trabajo, el amigo, el familiar o el vecino se lo transmitió y casi siempre dentro de ellos existe al menos un confiado o descuidado que ignora el autocuidado.
Pero no solo eso, aún existen personas que transitan, se reúnen o dialogan tranquilamente sin tapabocas o que si lo tienen se lo colocan de lujo en el cuello e incluso en la cabeza olvidando que no se trata solo de su protección sino también de la salud y la vida de otros miembros de la sociedad, entrando por esa omisión en el terreno de lo público en que prima el interés y el bienestar general.
Por esta razón, siendo el tapabocas uno de los elementos del autocuidado de los más eficaces para prevenir y evitar esparcir el Covid-19, su uso es legalmente obligatorio y el no tenerlo puesto o cargarlo de lujo conlleva sanciones que van desde la multa de $936.320 hasta pena de prisión que conforme al artículo 368 del Código Penal es de 4 a 8 años.
Además de lo anterior también califican para ser sancionados aquellas personas que en el ejercicio de cualquier actividad no exijan a sus usuarios, clientes o visitantes el uso del tapabocas para ingresar o permanecer en sus instalaciones y en el caso de medios de transporte para el conductor y los pasajeros el uso en debida forma del tapabocas es obligatorio so pena de ser sancionados por infringir normas de bioseguridad.
En realidad, no debería necesitarse de estas sanciones para evitar o amenguar la propagación del virus, sino más bien del nacimiento de una conciencia colectiva ciudadana en la que cada miembro de la sociedad cumpla con su obligación de cuidarse y de respetar y aportar en el cuidado con el que se protegen los demás.
Pero como siempre, somos tendientes a pensar que ya pasó y que solo toca a los demás, generando una confianza mentirosa que lleva a bajar la guardia; situación está que en nada contribuye a exterminar la pandemia, toda vez que al encontrar donde alojarse el coronavirus es capaz de crear hasta 100.000 réplicas que se van multiplicando exponencialmente y salen al exterior en búsqueda de otro u otros receptores, siendo entonces necesario utilizar tapabocas y así no permitir que nuestro cuerpo sea usado no solo como su ingesta sino también como su reproducción y multiplicación.
Debemos entonces todos y cada uno dedicarnos a romper esa cadena de propagación, mas ahora conociendo que este virus muere en muy poco tiempo sino encuentra receptor y que en materiales tales como acero y plástico permanece activo solo tres días, en el cartón 24 horas y apenas 4 horas en el cobre.
Así las cosas, es innegable la importancia de siempre tener bien puesto un tapabocas, pero también lo es el del constante y correcto lavado de manos porque es de conocimiento científico que el Covid-19 puede sobrevivir hasta 9 horas en la piel, permaneciendo activo las mismas 9 horas en las manos y el problema no es ni que este en la piel ni en la ropa, el problema es llevarse las manos contaminadas a la cara y en especial a la boca y nariz.
Muchas personas muy queridas se han ido y ni acompañarlos ni despedirlos hemos podido.
*Abogado.
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