Por: Juvenal Bolívar Vega/ Lo que desde hace unos meses se respiraba en el aire, por fin se confirmó: La revocatoria a Juan Carlos Cárdenas, alcalde de Bucaramanga. Esta es una de las noticias de las que uno no sabe si alegrarse o enojarse.
Los diversos escándalos y desaciertos del mandatario bumangués, que incluso comenzaron antes de su elección, podrían justificar su salida del ‘trono’ municipal. Muchos, incluso, hemos pensado que de ‘tal padre, tal hijo’, si nos referimos en términos políticos a Rodolfo Hernández y a Cárdenas, respectivamente.
Boquiabiertos quedamos cuando nos enteramos, por ejemplo, que el entonces aspirante a la Alcaldía de Bucaramanga solo era un hampón más. Una persona que es capaz de vender a su propia madre para lograr sus metas personales.
Quedamos fríos, por ejemplo, cuando leímos que, de los sobornos de Cemex en Perú, Cárdenas no solo hizo parte sino que fue uno de los cabecillas del entramado que aún sacude la política en el país Inca.
Para realizar esos sobornos, los cuales siguen siendo investigados por la justicia peruana -pero, igual como sucede en la justicia colombiana, nunca se condenará a los verdaderos responsables- Juan Carlos debió utilizar una compañía fantasma llamada JCR2 Investment, que operó dentro de los Panamá Papers, una novela cercana a Odebrecht.
Por eso, lo que empieza mal, termina peor. En ese tiempo Corrillos mostró el lobo detrás de la oveja que nos vendió el Ingeniero Hernández, el mismo que salió por la puerta de atrás; pero los bumangueses tragaron entero, salieron a votar como si estuvieran cobrando el premio gordo de la lotería, pero solo se ganaron una nueva desilusión.
Una vez posesionado, se dio lo que se esperaba de un mandatario sin experiencia en lo público, que dejó su gobierno a merced de una serie de niños que solo lo han hecho quedar mal, que les entregó contratos CPS costosísimos a sus aliados políticos (y a sus parejas sentimentales), que contra viento y marea acabó con la poca movilidad para favorecer a los contratistas de las ciclorrutas y que no le tembló la mano a la hora de intervenir los cerros orientales.
La pésima administración de Juan Carlos es tan evidente que su propio mentor -otra joya de la inoperancia administrativa- decidió revocarle el mandato, pues sabe que el cargo le quedó grande y que la ciudad no puede sumar cuatro años de atraso.
Rodolfo Hernández sabe reconocer a un pésimo gobernante cuando lo ve, pues, de hecho, hizo parte de ese selecto grupo. Por eso, que sea él, en cuerpo ajeno, el promotor de la revocatoria; el mecanismo ha de convertirse en un simple acto cínico de revanchismo político, algo que, para él mismo Ingeniero, es bajo y ruin.
Algún día dije: “Si se convoca a unas elecciones para decidir si revocamos el mandato de Cárdenas, yo votaría positivamente, independientemente de quien esté detrás promoviendo este mecanismo de contrición”. Es claro, ha sido nefasta la administración de Juan Carlos y no podemos esperar que se enderezca el árbol que nació torcido. Me mantengo en lo dicho.
Pero estoy seguro que si se convoca a los bumangueses para definir en las urnas el futuro del alcalde electo, la iniciativa es derrotada, no solo porque desde que se creó la revocatoria nunca un mandatario ha salido de su cargo, sino, porque no tiene presentación que los ciudadanos le hagan el juego a Hernández, solo porque Cárdenas no quiso ser su títere.
Los pueblos merecen los gobernantes que elije, eso lo dice la filosofía popular; pero en el caso de Bucaramanga, alguna vez los ciudadanos creyeron en los 20 mil hogares felices del Ingeniero Rodolfo; en sus buenas intenciones de acabar con la corrupción, pero ni siquiera pudo desterrarla dentro de un núcleo familiar -como el corretaje firmado por Luis Carlos Hernández junto con otros antisociales- entonces, ¿por qué volverle a creer?
Que Hernández no les haya cumplido a sus electores, que haya traicionado sus propias banderas, que haya convertido su alcaldía en un verdadero circo; nos lleva a entender que él es el maestro de la traición y Cárdenas solo ha sido su más destacado alumno.
Cárdenas se merece la revocatoria, de eso no me queda la menor duda. Pero el proceso -desde antes de iniciarse- ha perdido toda legitimidad debido a que quienes están detrás de la misma no son prenda de garantía.
*Director de Corrillos
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