Por: Jorge Iván Villamizar Gómez/ Colombia es un país pequeño en territorio, situado en la región noroccidental de América del Sur, que de acuerdo a su Constitución Política es “…un Estado social de derecho, organizado en forma de República unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales, democrática, participativa y pluralista, fundada en el respeto de la dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas que la integran y en la prevalencia del interés general” (señala el Artículo 1)
La forma de gobierno en Colombia es Presidencial, Presidente que es elegido por un período fijo de cuatro años; se intentó y practicó la reelección presidencial, pero bajo el punto de vista de quien escribe, los segundos períodos no fueron tan buenos y en el último presidente, fue nefasto en varios aspectos: economía, política, relación con el legislativo, relaciones internacionales, impulso al deporte, entre otros.
Tal vez ese mal gobierno, por el que aún pasamos (reelección del señor Juan Manuel Santos) es el culpable o responsable de la polarización en la que vivimos y debemos salir a elegir la persona que queremos nos dirija y represente durante los cuatro años venideros.
Pero en “Colombia patria mía…” (Señalaba la oración patria, que fue olvidada por todos), vivimos de pasiones sin importar los obstáculos o las realidades por las que pasamos como nación. Para no ir tan lejos, recordemos que en las elecciones de marzo de 2018, debíamos elegir a nuestros legisladores (Senadores de la República y Representantes a la Cámara), pero fue más importante el resultado de la consulta presidencial que llevaba por nombre “Gran Consulta por Colombia” y reunía en un solo tarjetón a Iván Duque, Marta Lucía Ramírez y Alejandro Ordoñez (que la conocíamos todos como la consulta de la centro derecha).
Por esas pasiones, muchos de nosotros, no nos dimos cuenta que hubo senadores que (como se dice en la política) “se acostaron con la curul, pero se levantaron quemados”, esto quiere decir, que siendo las 12 de la noche, de acuerdo a los boletines de la Registraduría Nacional muchas personas lograron los votos necesarios para alcanzar un escaño soñado, pero en el transcurso de la semana perdieron la posibilidad de llegar al capitolio nacional. Y obviamente otros se acostaron sin ilusiones y en la semana lograron su cometido.
Pero muchos pasamos esto como sin importancia ¿Por qué? La respuesta fue en ese momento, un sinnúmero de preguntas: ¿Será que Martha Lucía le acepta la vicepresidencia a Duque? ¿Ordoñez si respetará los compromisos? ¿Qué pensará la izquierda con los resultados de la centro-derecha? ¿Qué pensará Vargas Lleras con esa votación de Duque? Y muchas otras.
Esas fueron nuestras pasiones de marzo de 2018, pasiones que nos desconectaron de las cosas importantes, como la forma en que quedaba “repartido” el Congreso de la República, los partidos que quedaban con poder en cuanto al número de integrantes, la puja de unos y otros por no dejarse sacar de los elegidos y otros por hacerse incluir. Fuimos durante mucho tiempo, personas sin memoria, sin consentimiento en cuanto al Congreso, porque ocupamos la memoria y la llenamos con la consulta realizada.
Pero llegó mayo de 2018, en la memoria teníamos la puja de siete candidatos por lograr ganar la presidencia, llenamos la memoria con encuestas de todos los canales posibles (Radiales, escritos, televisados, vía internet, etc.), nos llenamos de ideas y propuestas para poder salir a defender a quien considerábamos el mejor para cada uno y nos fuimos a las urnas y el resultado ya lo conocemos.
Pero es acá donde vuelve a aparecer esa Colombia sin memoria para lo importante, esa Colombia pasionista, que no se preocupaba por cuales serían las decisiones de los dos candidatos que disputaran en segunda vuelta, sino la memoria la ocupamos con preguntas como ¿Fajardo se convertirá en izquierda o en derecha? ¿De La Calle le alcanzan los ahorros para pagar el préstamo? ¿El Partido Liberal tendría que devolver los recursos de campaña por el numero bajo de votos? ¿Fajardo se demorará en tomar decisiones? ¿Qué debemos hacer para convencer a Fajardo que vote por el que yo votaré también?
Con el tiempo se fueron resolviendo los interrogantes, se inició una campaña para aportarle a De La Calle para que pagara su préstamo bancario; el Partido Liberal no devolverá el dinero porque hay una ley que le dice que no reembolse el adelanto si los gastos fueron netamente para la campaña presidencial (artículo 22 Ley 1475 de 2011) o eso dicen ellos (los liberales); las fuerzas políticas empezaron a acomodarse en las campañas ganadoras y por fin, Fajardo tomó una decisión, ni de derecha, ni de izquierda, decidió ser neutro y honrar su palabra, se mantuvo en el medio y decide votar en blanco.
Nuevamente el país de las pasiones y sin memoria despertó. Fajardo después de ser el profesor a seguir, el profesor ejemplar, el político correcto, pasó a ser la persona más señalada en la política, a ser un político más, a ser un aliado de los mismos de siempre, etc. (Apreciaciones para nada compartidas por quien escribe), de la noche a la mañana, se olvidó que era una persona a seguir, una persona que ha luchado, una persona con una campaña diferente, una persona con ideas algo alocadas pero parecían realistas, a convertirse en un “pobre diablo” (Aclaro, no voté por él, lo respeto como político y persona)
Pero por fin el país ha olvidado a “ese tal” Fajardo y estamos en lo mismo que hace un tiempo, viendo y aprendiendo las encuestas, calculando desde nuestros hogares cuanto serán los votos para cada uno de los candidatos en segunda vuelta, calculando si nos gobierna un joven que lo acompañan varios partidos y algunos políticos que muchos odian, o un político de tiempo completo que sus amistades son bastante cuestionadas y que su pasado no es tal vez el mejor para muchos.
Pero el país sin memoria y con pasiones está a punto de volver a despertar. Debemos ir a las urnas el día 17 de junio, en medio del evento más grande e importante dentro del campo deportivo, que hemos esperado por cuatro años, por el cual hemos sufrido esperando que nuestra selección llegara y por fin llegó, el mundial de futbol masculino, que reunirá a lo mejor del planeta en esa disciplina. Lo único que debemos tener presente ese día, es que Colombia no juega futbol, se juega la toma de decisión más importante, la elección presidencial.
Pero las pasiones no solo las despiertan las elecciones y el futbol. Metidos en ese evento mundialista, aparece otro con igual importancia para nosotros los colombianos que nos sentimos orgullosos de los nuestros que triunfan. Llega el tan esperado Tour de Francia, donde tenemos las esperanzas puestas en Nayro, Rigo, Gaviria, Supermán López, Henao, Pantano, Bernal y otros que suman en total 17.
Es así como esta nación que ha crecido en medio de la violencia, de gobiernos de distintas corrientes (unos malos y otros peores), de alegrías y tristezas deportivas y de reinados de belleza que fueron, hemos superado nuestros fugaces intereses, porque somos personas con muchas ilusiones, pero sobre todo, personas llenas de pasiones.
Por eso, apasionémonos de lo nuestro. Apasionémonos de la decisión que hay que tomar el 17 de junio, salgamos masivamente a votar; a los dos días (19 de junio) apasionémonos de esos 23 muchachos que están en Rusia con nuestra bandera y sueñan con iniciar el mundial de futbol de la mejor manera y luego en julio con esos 17 que estarán pedaleando en tierras Galas. No abandonemos la pasión por lo que es Colombia.
Email: JIVG45@hotmail.com – Facebook: villamizargomez – Twitter: @Jorge_Villamiz