Por: Yamil Cure Ruiz/ Como encuestador certificado en mi profesión, la venta de información la cierra el análisis y capacidad asertiva de hacer pronósticos y determinar las tendencias futuras; bueno esta columna intentará hacer una aproximación metafórica al futuro inmediato cuando flexibilicen la cuarentena en fase 2 bautizada por nuestro presidente como “aislamiento inteligente”.
Para ninguno es secreto que salir a las calles debido que no es viable mantener indefinidamente el aislamiento preventivo por aspectos económicos, políticos y sociales; va ser como jugar a la ruleta rusa, pues se expone al contagio de manera aleatoria así sea la probabilidad de infección extremadamente baja 1 en 10 mil.
Y es aún más baja la probabilidad de fallecer si llegase a contagiarse 1 a 100 mil. Ganarse el Baloto es igual de difícil que morir de coronavirus. Se necesita extrema suerte para ganarse el baloto y extremo desfortunio para morir del virus. Pero la probabilidad es latente.
Al escribir esta columna estamos a punto de comenzar la fase 2 de la cuarentena, que consiste en la salida masiva de personas con trabajos productivos conservando las restricciones a la vida nocturna, los eventos de más de 50 personas y las actividades de fines de semana; manteniendo a los estudiantes y adultos mayores en las casas y las fronteras cerradas para entrada de personas.
Teniendo en cuenta el principio de proporcionalidad con los datos actuales, Santander (con 1.8 millones de habitantes), debería tener unos 250 fallecimientos por el virus a principios del año siguiente. “Muy de malas si usted o uno de los suyos cae en esta cifra ínfima”. Pero es posible.
Por eso extreme las medidas profilácticas y de prevención para no contaminarse cuando vuelva al trabajo y a las calles. Salga con guantes, tapabocas, lave sus manos cada 3 horas y cambie sus guantes y tapabocas en ese mismo lapso de tiempo.
Cuando regrese a su residencia tenga listo un “platón” con hipoclorito a la entrada para desinfectar el calzado, otro platón con jabón para que deposite la ropa que trae de la calle incluyendo los tapabocas de tela y vaya antes de tener contacto con los que convive a bañarse con un jabón que haga espuma y póngase ropa limpia y así pueda compartir con los suyos.
Es posible que esto le parezca exagerado y tal vez tenga razón pues no le garantiza no infectarse, pero estas medidas, es como si rotara el “tambor” del revolver un espacio más al percutor que dispara la carga viral que le apuntará todos los días a su cabeza cual ruleta rusa en esta nueva realidad del círculo de la vida y la muerte.
Recuerde, el virus mata a ricos y pobres por igual, sin cura, no importa la calidad del plan de salud, no importa si eres joven o mayor, ni siquiera niño. Al escribir estas líneas ha ocurrido el primer deceso en Bucaramanga, por el Covid-19 y solo se supo que era por el virus en la autopsia pues la víctima nunca presentó síntomas y murió en su casa sin estar en la contabilidad de las autoridades sanitarias de casos activos.
Y si levantamos nuestra mirada al mundo veremos que se han muerto poderosos por el Covid-19 como el portugués Veira Monteiro, dueño de su propia clínica y directivo del Banco Santander, pasando por el primer ministro del Reino Unido, hasta los muertos por el virus en las calles de Guayaquil (Ecuador). Desde un anciano de 94 años hasta un bebé de tres meses. Desde el país más poderoso militar y económicamente del planeta, hasta una nación africana aún no reconocida como Estado.
Estamos jugando a la ruleta rusa, donde el virus es el revolver con un tambor para 25 cartuchos cada vez que sale de su casa con una sola bala en la recamara; el percutor se acciona una vez por día, como dije muy mala suerte si al disparar sobre su cabeza, la bala de la infección le da un certero balazo. Es posible que de todos los días que salga nunca le atine en este juego de ruleta rusa a que la carga se dispare.
Pero eso sí, todos los días sentirá el clic de jalar el “el gatillo” de este metafórico revolver. Pues el aislamiento social de la fase 2 se lo recordará al ver a todos los transeúntes con tapabocas, al estar eliminada la vida nocturna, el cine, el fútbol y todos los componentes sociales cotidianos de lo que era nuestra existencia antes del 23 de marzo.
Pues ni siquiera podremos llegar a nuestra casa a recibir un beso y un abrazo de nuestros seres queridos antes del baño y si salimos acompañados a la calle con alguien de nuestro circulo afectivo debemos conservar la distancia de 1.50 metros y así pues ya ni los novios por profilaxis podrán expresar sus muestras de cariño en público.
Ahora, fallecer es poco probable como se ha explicado, pero contagiarse eso si no es tan difícil, el revolver de 25 tiros de la ruleta rusa a mediano o largo plazo algún día le va dar. Los expertos dicen que en una fase 3 donde prácticamente se retorna a la normalidad el 65% de población se puede contagiar. Luego todos nos contagiaremos a largo plazo.
La enorme mayoría de los que nos infectemos, sufriremos una gripa leve de tres días, una porción menor una gripa fuerte de 14 días y todos nos recuperaremos en aislamiento total en casa. Algo así como el 10% de los que se infecten se complicarán y tendrán que recibir atención médica hospitalaria y el 3% se agravaran y terminaran en la UCI con respirador.
Les confieso que lo que no me deja dormir a veces no es la probabilidad de infectarme y enfermarme que es amplia, si no en ser consiente que cuando me haya infectado ser un nuevo revolver de la ruleta rusa, pues en un promedio de seis días asintomático, sería algo así como un asesino serial involuntario e interdicto por no saber que tengo la enfermedad y ni siquiera una prueba hecha me garantiza el positivo de contagio solo 14 días después cuando ya esté recuperado o agravado y solo una contra muestra me podría decir que tengo o tuve coronavirus.
Pero también otra cosa que me atormenta es cuando mis familiares y amigos se enteren de mi contagio, sobre todo si este ocurre en las etapas tempranas de fase 2. ¿Cuál será su reacción? Lo único que viene a la cabeza es la discriminación social que no consiste en aislamiento físico sino en asilamiento emocional con trato de lastima o repudio cual leproso bíblico.
Tomado del libro Jesús de Nazaret una novela de Jan Hercas[i]: “La lepra es una patología bien conocida desde tiempos antiguos, y se populariza en tiempos de Jesús; estigmatizante, mutilante, socialmente marginarizante, crónica, con una expresión de lo más florida y variable, terrible para el paciente, marcadora de su forma de vida y de su destino”.
¿Cómo trataremos al conocido o vecino cuando sepamos que sufre del contagio sabiendo que la ruleta rusa también me podrá tocar a mí en algún momento? ¿Habrá solidaridad o lo marcaremos cual leproso donde el repudio y discriminación social está a la orden del día?
Los ejemplos son claros, el gobierno mantiene en el anonimato los casos confirmados, pues teme que el aislamiento social pase a linchamiento social. Los casos de coronavirus identificados e individualizados han generado repudio. Ha sido doloroso ver una foto en una estación Transmilenio en Bogotá, donde la gente le grita y se aparta de un trabajador de la salud solo por sospechas de que puede estar contagiado.
Sé que en los números bioestadísticos probablemente no me equivoque y sean los descritos aquí. Me considero bueno en mis cálculos. Pero en lo que si con todas las ganas me espero equivocar en el pronóstico de esa imagen dantesca al imaginar una tendencia en donde la vida se convierta como los leprosos bíblicos juagando a la ruleta rusa.
Qué Dios le bendiga y proteja a su familia.
*Encuestador, docente y consultor.
Twitter:
@yamilcureruiz
[i] https://buscandoajesus.wordpress.com/articulos/la-lepra-en-tiempos-de-jesus/