«Contaminados» por ‘fake news’, algunos brasileños mayores sufren de insomnio, ansiedad o ataques de pánico. Sus hijos cargan un doble peso: preocupación por la salud de sus padres y dolor por el resquebrajamiento familiar causado por disputas políticas alimentadas por la desinformación.
L. cuenta que su madre de 80 años, una profesora retirada, comenzó a sufrir de insomnio por la preocupación de que personas en situación de calle se instalen en su apartamento en Sao Paulo como parte de un supuesto plan del presidente Luiz Inácio Lula da Silva.
Durante la campaña electoral que resultó con la victoria de Lula sobre el ultraderechista Jair Bolsonaro, se divulgó una mentira que aún hoy, tres meses después del balotaje, hace estragos: el triunfo de la izquierda obligaría a algunos brasileños a hospedar a familias sin techo.
«El día de Año Nuevo ella se vistió de blanco porque lo que más quería era paz, porque ya no tenía más. Pobrecita, y es verdad: la ansiedad de ella es constante», dice L. una administradora de 54 años que no quiere ser identificada para evitar inconvenientes.
Siempre de derecha, su madre fue acercándose a Bolsonaro cuando aún gobernaba y los grupos de WhatsApp, muy usados por los bolsonaristas, al igual que Telegram, se convirtieron en su fuente de información.
Por esa vía recibió los «planes» de Lula, quien ya gobernó entre 2003 y 2010, de «invadir» residencias y otras supuestas iniciativas para convertir al gigante latinoamericano en un país comunista, bandera usada con frecuencia por Bolsonaro.
«Más vulnerables»
«Las personas son muy criticadas (por creer en las noticias falsas), pero también está esa parte del sufrimiento», explica L.
La desinformación ha campado a sus anchas en Brasil desde hace años, con expertos coincidiendo en que tuvo impacto en los resultados de los comicios de 2018, ganados por Bolsonaro.
También hizo mella en el combate contra el covid-19, que dejó más de 687.000 muertos y al que el ultraderechista minimizó, diciendo incluso que los inmunizantes eran susceptibles de transformar a las personas en caimanes.
Ahora, especialistas señalan afectaciones a la salud, pero advierten falta de estudios sobre el tema.
«Lo que vemos ahora es esa contaminación informativa afectar la salud mental y también la salud de la persona cuando cree que si se vacuna va a convertirse en caimán», explica Patricia Blanco, presidenta del Instituto Palavra Aberta, que desarrolla programas de educación mediática para mayores de 60 años.
Aunque nadie está exento de caer en noticias falsas, Blanco afirma que los mayores son «más vulnerables» porque se educaron de una forma distinta para consumir información, con medios de comunicación sólidos y creíbles.
En los dispositivos móviles quedaron expuestos, añade, a montones de publicaciones sin diferenciación clara, desde noticias hasta memes.
«La OMS lo llamó ‘infodemia’, que es ese nivel de producción de información que acaba generando pánico y ansiedad, en la medida en que no se sabe interpretar correctamente esa información», apunta.
«No están ilusionados»
(«antibolsonarista desde siempre») agradece haber convencido a su madre de vacunarse contra el coronavirus, pero se cansó de intentar hacerle ver que algunas noticias que recibe no son ciertas.
Para mantener sana su relación, acordaron no hablar de política. La defensa de Bolsonaro o Lula, en cambio, provocó peleas fuertes entre C. y su padre, un agente inmobiliario de 63 años.
Esta abogada paulista de 31 años, que también conversó bajo condición de anonimato, cuenta que su papá ha sufrido insomnio por la «cantidad enorme de noticias falsas» que llegaban por WhatsApp.
Hace dos semanas abandonó esos grupos tras la invasión de bolsonaristas radicales a sedes oficiales en Brasilia, buscando la caída de Lula. Más de 2.000 personas fueron detenidas y corren riesgo de ser condenadas por esos hechos.
«Hablamos con él, porque empezó a enfermarse, estaba realmente paranoico, creyendo que las personas iban a entrar a su casa, que su dinero en la cuenta del banco iba a ser congelado. Amigos de él tuvieron crisis de pánico», narra su hija.
«El asalto desinflamó su discurso. Él creía que Lula no iba a asumir el poder porque alguna cosa iba a suceder», explica.
La difusión de aseveraciones falsas fue un elemento relevante para la «racionalización» del asalto, según especialistas. Tras los sucesos del 8 de enero, Lula anunció dureza contra las ‘fake news’.
Para Leonardo Nascimento, experto en sociología digital de la Universidad Federal de Bahia, combatir la desinformación demanda campañas educativas y fortalecimiento de los medios de comunicación. Y empatía.
«Necesitamos cambiar nuestros puntos de vista, nuestras creencias sobre la realidad, y entender que ellos no están ilusionados, realmente sienten que estas cosas son reales».