Por: Gustavo Herrera Acelas/ El ser humano cuando nace no posee patrones de conducta previamente determinados tal y como sucede con el resto de las especies. Solo posee instintos. Por eso necesita relacionarse con los demás miembros de su comunidad para configurarse como persona.
Aristóteles definía al hombre como un animal político, un ser esencialmente social y Charles Darwin decía que la supremacía del hombre sobre las demás especies no era por su capacidad física ni su inteligencia, era la capacidad de adaptarse a los cambios, la «supervivencia del más apto» es una frase propia de la teoría evolutiva.
El hecho de que el ser humano no esté totalmente determinado al nacer implica la necesidad de llevar a cabo constantes aprendizajes. Por ello, en los estadios iniciales del desarrollo son tan importantes la protección y el cuidado físico que inician el proceso de humanización, es esto lo que se define como educación y ocupará un papel fundamental.
No obstante, el proceso de desarrollo no se puede identificar con la educación ya que ésta requiere una orientación, un fin; se trata de conducción, de ayuda, de un acompañamiento, el adquirir conocimientos académicos este complemento se define como formación.
“La educación es un arma poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”. Esta frase del legendario Nelson Mandela representa perfectamente la importancia de la educación. Y nuestro libertador decía que “un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción”.
La formación tiene gran impacto en el crecimiento personal, que más adelante influye en las relaciones y el éxito en el ámbito laboral. Al enriquecer tu cerebro con información nueva y valiosa mejora la capacidad de pensar, analizar y procesar. La formación de un individuo comienza con la primera pregunta, y termina con la última, lo que significa que dura toda la vida.
La educación y la formación son dos conceptos que suelen confundirse centenares de veces. La educación puede considerarse como la habilidad social para comunicarse, ésta comienza en el hogar y se desarrolla en el colegio.
la función principal de la formación es obtener los conocimientos necesarios en las diferentes materias y útiles para el desarrollo del intelecto.
Algo muy sencillo para explicarlo puede ser que, muchas veces conocemos gente que tiene altos niveles de educación y exitosas, pero son personas analfabetas académicamente hablando, pero también se da el caso de personas que cuentan con una considerable y prestigiosa formación académica y ser personas sin éxito ni competitivas o lo peor; exitosas, pero totalmente maleducados que lo único que posee son diplomas y egos; personalmente me quedaría con el primero.
Pero la adecuada combinación de ambas cuestiones resulta en sociedades altamente evolucionadas como las orientales, capaces de regir su devenir y de solucionar problemas como esta estafa global llamada “crisis”. La crisis solo existe en las mentes y naciones débiles, la crisis es la alarma que nos indica que debemos tener cambios radicales.
Así mismo, creo que el comportamiento de nuestra juventud es resultado de nuestro presente. A nuestros nuevos jóvenes. Los Milenians no les gusta lo que ven y viven a diario, son seres inconformes en su mayoría. El problema radica en que sus progenitores estamos más preocupados por encontrar trabajo, el pensar cómo vamos a pagar sus numerosas facturas o en ganar dinero, que en compartir su tiempo con ellos. Pensamos que solamente pagándoles un gran colegio o una carrera exitosa en una universidad prestigiosa es más que suficiente.
Al sistema, tristemente, le interesa que prevalezca la mediocridad sobre la excelencia y se esfuerza para que así sea, contando con nuestra colaboración. Una sociedad mediocre resulta fácilmente manipulable.
Comprendemos que la educación académica o sea formación, más que solamente apilar conocimientos, debe ser considerada como la herramienta para generar seres enfocados en las áreas de las humanidades como eje transversal en todas las demás ciencias, humanos cualificados con principios y valores capaces de interpretar el mundo, que se revelan y se descubren unos a otros, identificando sus habilidades, aprovechando al máximo todas sus aptitudes y avanzando en su autorrealización.
Yo asumo que la mayoría de la formación académica va llevando una vez más y cada vez más a alejar al individuo a la persona, de la razón misma de ser de su existencia. Porque eso va generando esos procesos que lamentablemente vivimos, de no dar a la educación el papel que le corresponde. Y si es cierto no es solo a la educación, a la escuela, a la que le corresponde, formar a esa personalidad, eso tiene a la larga la repercusión en que la familia haya dejado también de jugar su papel.
Entonces si la familia no juega su papel, si la escuela por esta manera tan unidireccional y tan directiva de atender solamente el aspecto formativo y no prestar atención a la forma de cómo esa instrucción puede ir generando una educación en aquellos valores más elementales, que potencien la vida humana como valor supremo. Eso nos lleva a desechar actitudes individualistas, actitudes de desconocimiento total del otro como si fuera mi enemigo, cuando en realidad es la razón por la que soy.
En pocas palabras, la formación humana del hombre no se puede basar solamente en la vida competitiva individualizada. ¿Qué pasa con el otro, con el que tengo a mi lado? ¿Con el que tengo que formar una vez que concibo mi familia? ¿Cómo ese éxito lo transmito a mis hijos, si realmente solo estoy pensando en mi yo?
Felizmente pienso que la comunidad de educadores debe enfocarse en lo colectivo en lo solidario y en la fraternidad. Es cierto que hay que prepararse para la vida, pero sin olvidar que somos un resultado de las relaciones sociales. Por lo tanto, el éxito individual tiene que ser en la medida que haga una contribución social al éxito colectivo. Uno de los objetivos de la educación debe ser reducir las desigualdades sociales de un país.
Colombia sigue sacando los primeros puestos en una región de por sí desigual y violenta ante el mundo. Un hombre ilustrado jamás apelaría a la fuerza bruta de las armas, solo por poner un ejemplo esta semana se hubieras podido haber salvado dos vidas de dos jóvenes estudiantes de la ciudad si su homicida hubiera tenido la formación y educación requerida y adecuada.
El aprendizaje nunca acaba, la academia hace lo básico pero la formación permanente conlleva una serie de beneficios para el crecimiento personal y profesional continuo. En las inmortales palabras de Henry Ford: «Cualquier persona que deja de aprender es viejo, ya sea a los veinte u ochenta”. No nos podemos tampoco creer la fuente inagotable del conocimiento, hay que también aceptar el desaprender, si no cambias con el cambio el cambio te cambia a ti, hay un poderoso enemigo interior que es en realidad la causa que nos impide avanzar en muchos sentidos del conocimiento: el ego.
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