Por: Miguel Ángel Moreno Suárez/ Hace dos semanas tuve la oportunidad de compartir lo que para mí es el servidor público ideal. Ahora quisiera exponer lo que considero es el ciudadano ideal.
Varias han sido las veces que he escuchado que hace falta mano dura para acabar con muchos de los problemas de la comunidad. Y, desde hace un tiempo me he encontrado con amigos, colegas y ciudadanos en general que opinan que es necesario imponer más sanciones para enseñarle a los contraventores a respetar las normas.
Es así como he escuchado que “la fila de vehículos mal parqueados que se arma en…” o, “los vecinos que sacan la basura en la mañana…” deberían “ser sancionados cada vez que los vean haciendo eso, para que aprendan a respetar”, porque “uno aprende solo cuando le meten la mano al bolsillo”.
Convencido de que esa no es la solución, considero que el ciudadano ideal es aquel que no necesita de un policía u otra autoridad homóloga para respetar las normas, sino que ha comprendido el valor de estas, el para qué de su existencia y sabe cuál es su papel en la ordenación de la sociedad.
Por esta razón soy fiel creyente de que la educación es la mejor propuesta para combatir cualquier problemática; que acompañada del ejemplo y del buen comportamiento de quien transmite las enseñanzas generan más huella en las personas, que la represión y el castigo.
Es por esto que, en la filosofía jurídica se habla de dos razones por las que los ciudadanos cumplen las normas. Por un lado, muchas personas ciñen su comportamiento a lo preceptuado en la ley por miedo a obtener una sanción. Por el otro, hay quienes lo hacen por sentir un fuerte apego moral a la ley, cumpliéndola por haber entendido su importancia.
Esto me permite repetir que, el ciudadano ideal es el que se ha comprometido con su comunidad y ha entendido lo importante que es respetar las normas, sean de policía, de tránsito, sobre los horarios de recolección de basuras, el aprovechamiento y buen uso del espacio público o el simple uso medido del volumen con que escucha su música.
De no ser así, medidas persecutorias como los fotocomparendos ya hubiesen funcionado en todas las regiones de Colombia y los índices de accidentalidad y de comisión de infracciones ya hubiesen disminuido ostensiblemente.
Por eso sé que reprender no enseña, la prisión difícilmente resocializa y el castigo no genera un compromiso moral con respetar las normas. Por el contrario, educar de una manera adecuada logra corregir comportamientos inadecuados y formar una conciencia ciudadana en pro del compromiso por cumplir los mandatos legales.
Finalmente, soy consciente que al igual que el servidor público ideal, el ciudadano ideal no nace siéndolo, por lo que el llamado social es a convencernos y persuadir a los demás en la importancia de respetarnos y lograr así el respeto hacia nosotros.
De ahí que, en la Universidad harto aprendí de normas, pero de mis padres, mi familia, mi colegio y la sociedad aprendí por qué es importante respetarlas y enseñarlas.
Twitter: @MiguelMorenoSu