Por: John Jairo Claro Arévalo/ Después de que la sala de instrucción de la Corte Suprema de Justicia dictara medida de aseguramiento el 4 de agosto del año en curso en contra del ex presidente y hoy senador Álvaro Uribe Vélez, algunos militantes y simpatizantes del innombrable, salieron con pluma y micrófono en mano a desgañitarse en contra de esa medida.
Gritan, vociferan a los cuatro vientos, que los cinco magistrados, quienes en decisión unánime tomaron en derecho esa histórica determinación, hacen parte del pensamiento chavista y el socialismo del siglo XXI, que estuvieron en el foro de Sao Paulo y que asesoran a la internacional socialista.
Llama la atención lo que ha suscitado la “encanada” del ex presidente Uribe, que, por cierto, aunque la jaula sea de oro, sigue siendo jaula. Su encarcelamiento avivó la llama de polarización y el odio de clases, lo curioso es que quienes lo apoyan han convocado caravanas en diferentes ciudades de Colombia, en un desfile de camionetas 4×4 y vehículos de media y alta gama.
En cambio, quienes apoyan la decisión unánime de la Sala de Instrucción de la Corte Suprema, le brindaron a esta su respaldo con el coro de las cacerolas, (tapas de ollas, peroles) cuyo cántico de la justicia se sintió en centenares de miles de casas y apartamentos de toda Colombia.
A raíz de todo esto nacen en nuestro país nuevos símbolos de la protesta social, que reflejan la brecha social y económica de quienes habitamos en él. El inconformismo lo manifestamos con lo que tenemos: Unos con carros de decenas y centenas de millones de pesos, y otros con cacerolas y ollas entre 10 y 20 mil pesos.
La detención domiciliaria de Álvaro Uribe ha provocado pronunciamientos anacrónicos, como el de la senadora del Centro Democrático Paola Holguín, quien hizo un llamado a la reserva activa para defender a Uribe, en un claro desafío al orden constitucional, habría que preguntarse, si el llamado lo hizo a las bacrim o las Águilas Negras.
La senadora Paloma Valencia, de manera descabellada incluso, llegó a compararlo con Simón Bolívar. Todos conocemos la magnitud de la figura del libertador, su pensamiento, su ideología, sus gestas, sin embargo, me di a la tarea sencilla de buscar en Wikipedia su biografía y extracté lo más general de ella. Veamos: “Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios, más conocido como Simón Bolívar, fue un militar y político venezolano, fundador de las repúblicas de la Gran Colombia y Bolivia”, punto.
Bueno, con esa corta y escueta descripción del libertador, que bien sirve para una tarea de la historia de Colombia para básica primaria, fue muy sencillo escribir una breve biografía de Uribe, veamos: Álvaro Uribe Vélez, más conocido como matarife, el innombrable, es un paramilitar y parapolítico colombiano, fundador de las autodefensas y del centro democrático, punto.
Es difícil comprender la opinión de algunos colombianos cuando se tocan sus líderes o personajes políticos, recordemos el fallo de la Corte Constitucional del 21 de mayo del presente año, cuando resolvió una tutela a favor de Andrés Felipe Arias para que se revisara su sentencia por el sonado caso de agro ingreso seguro.
Los uribistas, los conservadores, los del Centro Democrático celebraron, festejaron, hubo fiesta, comilona y francachela. La oposición se rasgaba las vestiduras, los del Polo, se calentaron, se derritieron perdiendo su polo a tierra, los Verdes, sin madurar, siguieron tibios y biches.
Pero lo curioso de la política es su dinámica, fijémonos en este hecho: a finales de julio de 2020, hace muy pocos días, la Sala de Casación Penal de la misma Corte Suprema de Justicia le concedió al exministro Andrés Felipe Arias la impugnación contra el fallo con el que fue condenado a 17 años de prisión el 16 de julio del 2014. Nadie dijo ni mu, godos y cachiporros, con su silencio, arengaban hacia sus adentros, la pulcritud, la entereza, la imparcialidad de la Corte Suprema de Justicia. “Era de sus afectos”
No fue llegar el 4 de agosto, para que esta misma institución, pero su sala de instrucción, ordenara la captura del expresidente Uribe Vélez, por presunto fraude procesal y manipulación de testigos para que sus amigos, socios, compinches, armaran un revoltijo cibernético y mediático, tildándola a ésta, la Corte Suprema de Justicia, de comunista, imparcial, vendida, guerrillera, tramposa, mentirosa, persecutora, en fin, una serie de descalificativos, porque esta vez arrestó a uno de los suyos, al papá de los pollitos. Como quien dice, palo porque bogas y palo porque no bogas. La corte Suprema, “Ya no es de sus afectos”
Ese 4 de agosto lo podríamos llamar el día D, el desembarco del Ubérrimo, la Normandía colombiana, la operación judicial, efectuada por los aliados de la verdad y la justicia, que cesará la horrible noche. Coincidente que el día 4 es también la cuarta letra del alfabeto, la D.
Si usted amigo, conocido o desconocido uribista, no le agrada esta columna, no lo tome tan a pecho, no insulte, no se enoje, descargue su ira, su dolor y su encono en las urnas y vote por los candidatos de su preferencia, que yo lo haré también por los míos. Al final de todo, todos queremos un país mejor, en donde prime la verdad ante todo para que haya justicia. La verdad no es absoluta.
*Licenciado en música, artista, docente, compositor del himno de Bucaramanga, exconcejal de Bucaramanga.
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