Por: John Jairo Claro Arévalo/ Desde la constitución del 1991, el país es poco lo que ha cambiado para bien en materia social, económica, política y cultural, seguimos los mismos con los mismos y las mismas con las mismas, las guerrillas, los paramilitares, los narcotraficantes, la delincuencia común, siguen rampantes al igual que la politiquería y la corrupción.
Los principios y valores ciudadanos se fueron al traste, el buen nombre, la honra importa un pepino, impera la ley del “billete”, la del más fuerte, la del que más trampee y engañe.
Somos una sociedad que oye y ve lo que quiere oír y ver, cuyas plataformas virtuales como Facebook o META, Twitter, Telegram, Instagram, TikTok entre otras la ha empoderado en la mayoría de las veces para “dar cátedra” sin fundamento, sin profundidad, sobre diferentes temas locales, regionales, nacionales e internacionales.
Este empoderamiento se ve reflejado, en muchísimos grupos como Facebook Meta, WhatsApp o en Twitter, en donde se publica información sobre política, Covid-19, la Selección Colombia, Yo me llamo, en fin, de todo.
Lo curioso de estos grupos, sobre todo en los de Whatsapp, es que quienes interactúan son en promedio de 4 a 8 personas, enviando información de su candidato preferido, quizás creyendo que ahí van a conseguir los votos que este necesita para conseguir el triunfo electoral, cuando cierto es que todos los que integran esos grupos ya saben por quién votar.
Ni que hablar de todos los “científicos”, graduados en la universidad de Wikipedia con sus diatribas sobre las vacunas, expertos en salud pública, pandemia y Covid-19.
Los contenidos que se comparten en esos grupos, alimentan pasiones, calientan los ánimos, exacerban la calma, ha sacado a flote ese diablo, que se tenía adentro para que, a través de la desinformación, la calumnia, la injuria y por último los putazos se descalifique al contradictor, al opositor, al que piensa distinto.
Las redes han servido, además de las bondades y beneficios que éstas han traído consigo, también han sido el púlpito de los valientes y de los cobardes, en donde estos últimos se esconden o se camuflan detrás de una opinión, una aseveración vacía, mentirosa, más llena de envidia, de odio, que, de reflexión, de debate y mucho menos de diálogo.
Estas plataformas virtuales, han permitido conocer una serie de personajes pintorescos, saltimbanquis, bufones de la política colombiana, que han tenido figuración nacional más que por su gestión, disciplina, intelecto, entereza, lo han sido por sus payasadas, trampas, mentiras, estupideces, recordemos al representante a cámara del Guainía Anatolio, quien no sabía como votar el Presupuesto general de la Nación.
Casos como el de Karen Abudinen ex MinTIC quien esfumó 70 mil millones de pesos, del director de la DIAN, Lisandro Junco quien apareció en los Pandora Paper’s, lo pillaron con cuentas en paraísos fiscales para eludir y evadir impuestos, el ex embajador de Uruguay, Fernando Sanclemente quien, en su finca en Guasca, Cundinamarca, tenía un laboratorio para procesar cocaína. Todos estos casos y otros tantos, han sido dados a conocer por las redes.
Recientemente en un acto vergonzoso, bochornoso, de “oso” internacional, el coronel Jorge Ferney Bayona Sánchez de la Escuela de Policía Simón Bolívar de Tuluá y sus subordinados, hicieron un homenaje de apología al nazismo, y para rematar la presidenta de la Cámara de representantes, Jennifer Arias, le “pillaron” que su tesis de magister, fue un plagio, conducta dolosa ratificada por la Universidad Externado de Colombia, quien le otorgó dicho título de posgrado.
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*Licenciado en música, artista, docente, compositor del himno de Bucaramanga, exconcejal de Bucaramanga.
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