Por: Óscar Prada/ Asimismo, la estética es la encargada de estudiar la experiencia del espectador ante las obras de arte, analizando si estas últimas resultan bellas o poco agraciadas; dándoles un valor artístico.
Ahora bien, no todo lo estético es artístico; se considera como tal, aquella manifestación que ostente originalidad, pero sobre todo claridad artística; que es el mensaje implícito a transmitir por medio de la obra de arte.
Mediante estímulos claros y poderosos, las obras de arte representan de forma directa, ideas o imaginarios colectivos de suma trascendencia. Tal es su poder influenciador y comunicativo hacia los espectadores; que de ello radica su importancia y relevancia en las sociedades.
Dada su relevancia; las expresiones artísticas promueven cambios, debilitan imaginarios y construyen nuevas concepciones sociales e individuales; todo ello porque al enlazarse el mensaje artístico con el propio ser de las personas, impacta profundamente en sus psiquis.
Es directo, incomprendido y abierto
Horas interminables de análisis sistemáticos, pueden ser condensadas de forma directa mediante una imagen poderosa, una pieza musical emotiva, o una poesía onírica; ellas generan una impresión inmediata en el receptor.
La importancia del arte no solo radica en comunicar un mensaje; sino también en los diversos modos de expresarlo. El teatro, la moda, los murales, los monumentos, los grafitis, la música y la gastronomía, entre otras formas; generan distintas conexiones y experiencias en cada persona, haciendo que el estímulo sea único.
Al igual, las creaciones artísticas al ser expresiones humanas; inevitablemente están sujetas a juicios de valor cultural. Tienen una relación estrecha con la moral de las sociedades; haciendo que el lugar y el tiempo en que se perciba la pieza, determinen la experiencia del que la aprecia.
Bajo lo dicho, no todo es bien recibido; algunas expresiones artísticas son duramente cuestionadas al momento de salir a la luz; ya sea porque su mensaje o estímulo, es incómodo o transgresor para la sociedad en que nació. No obstante, con el paso del tiempo pueden cobrar una mayor aceptación y valoración en dicha sociedad, o en otras. Nada es absoluto.
Por ello, piezas artísticas de antaño trascienden y se reinventan a medida que los cambios culturales las perciben de forma distinta. Es el caso de Van Gogh, un pintor que murió pobre; pese a que sus obras no fueron reconocidas en vida, al día de hoy algunos de sus cuadros ostentan el título de los más costosos de la historia.
Los autores no tienen la última palabra
El arte es seductor; y su subjetividad permite que aquel que aprecia una obra artística, se sienta partícipe. En efecto, el espectador tiene la oportunidad de aportar y ver el reflejo de su propia lectura; aquel es parte de la pieza, sin serlo en realidad.
Describir es abstraer; y abstraer es un ejercicio de gran subjetividad. En realidad, cuando vemos, escuchamos, o leemos; realizamos una definición sobre la percepción propia del autor. El resultado serán interpretaciones diferentes de una única pieza, donde no hay una versión válida.
Es de resaltar, que las piezas artísticas también se han utilizado para impregnar pensamientos dañinos en las sociedades; por ende, el valor artístico de la creación, no se relaciona con la finalidad del mensaje. Los ideales nazis promovidos a través de obras de arte de gran valor estético, son un ejemplo de lo anterior.
Por ende, a través de lo artístico; los horrores de la guerra también pueden exponerse desde sus romances; hasta sus realidades más descarnadas. De manera que el arte puede ser caricia y arma a la vez; es un medio utilizado en la búsqueda de ciertos fines, sean buenos o malos.
Es atemporal, universal y extenso
Una obra artística es un compendio de diversos elementos que integran una pieza; por ello, entender individualmente un fragmento de la misma, es cambiar su esencia, porque aquella es un todo. Arte, es la armonía del caos.
En efecto, los sueños, visiones, miedos y sentimientos intensos pueden ser decantados y transmitidos a través del arte, mediante un lenguaje abstracto y claro al mismo tiempo. Por tal razón, es tan eficaz para comunicar lo intangible de las emociones.
Es excelente cerrando ciclos; el arte es catártico; sublima emociones contenidas y procesa lo indecible. Monumentos que relatan el horror de las guerras y las tragedias más atroces, concentran el espíritu de la no repetición a través de lo artístico.
Ahora bien, no siendo esencial para la supervivencia biológica de la especie humana; paradójicamente, el arte es el faro guiador de las culturas que definen las sociedades. En él, se albergan destellos del pensar colectivo, que reflejan en las personas lo que fueron, son y serán como seres pertenecientes a una colectividad.
Ante un concepto tan complejo, extenso y subjetivo del arte; es difícil definirlo de un solo modo. Al igual, es un medio tan versátil para comunicar y expresar lo inimaginable, que sus límites abarcan la inmensidad de la esencia humana.
La Mona Lisa, el Quijote, las Pirámides de Egipto, las composiciones de Mozart y los Monumentos a los caídos; pese a su terminación física, se anclan al presente por medio de su conexión introspectiva con las personas. Del interpretar la profundidad de sus mensajes, radica la importancia de las manifestaciones artísticas en la sociedad de hoy. Simplemente, el arte es el espejo del alma.
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*Estudiante de Derecho
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