Por: Miguel Ángel Moreno Suárez/ Constitucionalmente hablando, Colombia es un Estado social de derecho, organizado como República unitaria, descentralizada con autonomía territorial, democrática, participativa, pluralista, fundada en el respeto de la dignidad humana, el trabajo, la solidaridad y la prevalencia del interés general.
Si vemos y nos detenemos en el análisis de ese marco superior, podremos afirmar que el Estado ideal requiere de presupuestos céntrales y regionales autónomos, pero participativos en las dos instancias de asignación; así mismo, que el Estado ideal demanda una educación pública gratuita pero de calidad; acceso a la salud y la recreación de calidad; finalmente empleo que garantice justo nivel de ingreso para toda la sociedad para que se logre el desarrollo de los proyectos personales y haya felicidad. Para alcanzarlo y que no sea utopía, se debe erradicar la corrupción a nivel cero.
Nada sacamos los colombianos con mantener unos enunciados escritos en nuestra Constitución sin que se cumplan a cabalidad. De que nos sirve estipular que la finalidad del Estado es el de servir a la comunidad, promoviendo la prosperidad general y garantizando la efectividad de los principios, derechos y deberes, si el Estado mismo, a través de sus servidores de nivel decisorio se hace nugatorio por colocar el Estado a su servicio, en interés particular de su personalísima prosperidad.
La ecuación y premisa constitucional del interés general y la prosperidad general son los componentes fundamentales para que los principios esenciales del Estado se cumplan y den paso a un Estado ideal.
La participación de los asociados en todas las instancias de decisión es el camino hacia la prosperidad económica, política, administrativa, social y cultural de una Nación. Un Estado ideal mantiene a sus asociados sanos, con buen nivel de escolaridad y de cultura para que cuenten con capacidad de decidir.
Una población sana y educada con calidad, permite al Estado ideal que los presupuestos públicos se orienten a desarrollar proyectos de prosperidad general en los que la oferta pública permita que cada individuo social se involucre en su proyecto de desarrollo personal, sacándonos de la indignante condición del Estado asistencialista.
Para alcanzar el Estado ideal, necesitamos avanzar hacia un escenario de transición, en el que se criminalice la corrupción con penas duras e intramurales que rindan al corrupto, con procesos de reeducación y escolarización intensiva, así como un asistencialismo transitorio para sacar de la miseria a muchos asociados e incorporarlos al Estado ideal en el que hallen su proyecto personal de vida, regularizándoles sus condiciones emocionales y materiales que les permita estándares mínimos de felicidad.
Si queremos de verdad defender la independencia nacional, mantener la integridad territorial y asegurar la convivencia pacífica dentro de un orden social justo, debemos apostarle al Estado ideal, que no es utopía, es cuestión de voluntad. Nada sacamos con seguir discutiendo sobre antagonismos en torno al modelo económico basados en teorías fundamentalistas del siglo pasado. Debemos encontrarnos en un punto en el que entendamos e interpretemos lo fundamental y alcancemos la prosperidad.
Twitter: @MiguelMorenoSu