Por: Carlos Monroy/ Desde la magna obra “La Riqueza de las Naciones” publicada el 9 de marzo de 1776 y escrita por Adam Smith, nacido en 1723 en Kirkcaldy un pueblo escocés situado a unas diez millas al norte de Edimburgo, la doctrina liberal ha sido el blanco político más vilipendiado y calumniado a lo largo de la historia, primero por el conservadurismo -recuérdese las encíclicas papales y los pronunciamientos de la Iglesia católica contra él, que todavía perduran pese a la existencia de tantos creyentes liberales- y luego del socialismo y el comunismo, los que en la época moderna han presentado al “neo-liberalismo” como la punta de lanza del imperialismo y las formas más despiadadas del colonialismo y el capitalismo.
Pero como lo señala Mario Vargas Llosa en su reciente obra “La Llamada de la Tribu” la verdad histórica desmiente estas denigraciones, ya que la doctrina liberal ha representado desde sus orígenes las formas más avanzadas de la cultura democrática y es la que ha hecho progresar más en las sociedades libres los derechos humanos, la libertad de expresión, los derechos de las minorías sexuales, religiosas y políticas, la defensa del medio ambiente y la participación del ciudadano común y corriente en la vida pública.
Desde la fundación en Colombia del Partido Liberal en 1848, dicha colectividad ha impulsado grandes reformas sociales como la abolición de la esclavitud, la supresión de la pena de muerte, la libertad religiosa, el sufragio universal, directo y secreto, la abolición de la prisión por deudas, el derecho a votar de las mujeres, derechos laborales, etc. Y ha contado con varios líderes importantes en la historia de la República como Rafael Uribe Uribe, Alfonso López Pumarejo, Alfonso López Michelsen, Eduardo Santos, Jorge Eliecer Gaitán y Luis Carlos Galán Sarmiento, entre otros.
Hoy lamentablemente el ideario liberal del partido está quedando fundido en el papel y en su propia historia debido a la falta de liderazgo, coherencia política y sensibilidad social que le impiden ampliar el libre y espontáneo respaldo popular para ser una opción real de poder al servicio de la ciudadanía.
Los más recientes hechos que han contribuido y evidenciado la crisis del partido pasan por la costosa consulta para escoger al candidato de la colectividad con tan solo la participación de 744.521 ciudadanos, en contraste con otras consultas similares como la de 2010 del Partido Conservador donde se eligió a Noemí Sanín, obtuvo 2.594.957; en la primera consulta del Partido Verde en la que ganó el profesor Mockus participaron 1.823.000 personas; y del mismo Partido Liberal cuando se eligió a Rafael Pardo como candidato con una participación de 1.015.910 ciudadanos. Esto sumado a la parcialidad del Jefe único del partido donde algunos medios registraron el descontento de algunos militantes señalando que Cesar Gaviria les negaría el aval para las elecciones parlamentarias de no apoyar al candidato de su preferencia.
Una vez elegido el candidato oficial del partido, en mi opinión el mejor candidato en la contienda presidencial, el expresidente Cesar Gaviria lo deja solo al igual que buena parte de la dirigencia, lo cual provocó unos resultados electorales desfavorables ya que cuando el Jefe de la colectividad quiso reaccionar para comprometer a la base y líderes de la organización política ya era demasiado tarde, ya que buena parte de ellos se habían comprometido bajo la mesa con otros candidatos desconociendo al candidato oficial de la colectividad y basados en las encuestas de opinión que resultaron acertadas.
Para colmos una vez concluida la primera vuelta presidencial el Jefe del Partido Liberal decide respaldar al candidato ultraconservador, lo cual desdibuja la coherencia política del partido en el sentido de apoyar al uribismo con el que estuvo en oposición durante el Gobierno de Álvaro Uribe Vélez quien ha manifestado querer hacer trizas los Acuerdos de Paz que tanto promovió y defendió el Partido Liberal.
Tal estado de cosas provocó que varios directorios municipales como el de Medellín dejaran en libertad a sus militantes y que un importante sector del partido mayoritariamente jóvenes nos declaráramos en desobediencia a la dirección del partido liderados a nivel nacional por los Exviceministros Daniel Quintero y Luis Ernesto Gómez, quienes en un acto de responsabilidad y coherencia política han decidido convocar a los liberales de corazón más allá de su pertenencia o no al partido para que respaldemos una candidatura que le apunte a trabajar por la paz, el medio ambiente y la igualdad de oportunidades en una Colombia que lleva más de 50 años en guerra, se prioriza al oro sobre el agua y es el tercer país más desigual del mundo.
La renovación política -sin confundirla con el relevo familiar- donde se apoye no formal sino materialmente a las nuevas generaciones con un sentido crítico y constructivo, la formación y coherencia política en respeto de las ideas liberales que deben observarse en el comportamiento de los militantes y especialmente en quienes ejercen la función pública y quienes tienen cargos de dirección al interior del partido, la recuperación del liderazgo y la sensibilidad social que conecte mucho más al partido con la ciudadanía son los caminos que en mi opinión debe respaldar la dirección del partido y debemos promover desde la base para evitar el suicidio político como colectividad.
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