Por: Jesús Heraldo Rueda Suárez/ Si hay algo cierto es que existe algo esencial que separa a quienes logran sus metas y sueños de quienes ni siquiera lo intentan y usan la afirmación “no puedo”, como excusa, para no enfrentar retos, y mientras sigan diciendo “no puedo”, más disminuirá su confianza.
Ahora lo más paradójico es que no hablo de su capacidad, si no de su confianza, y es que poder o no poder es, cuestión de actitud, muchas veces no existe en nosotros una incapacidad real para llevar a cabo aquello que se nos plantea, el límite surge íntegramente de nuestra mente, y estas creencias tienden a verse, tarde o temprano, plasmadas en la realidad y a modo de profecía auto cumplida, lo que creemos de nosotros nos termina llevando en la dirección del “no puedo”, es por eso que, antes de afirmar que no podemos lograr algo, pensémoslo.
Pensar a lo grande, siempre y cuando los sueños se mantengan dentro del campo de lo posible, nos permite estar en un estado constante de motivación, y si estamos seguros de lo que queremos, pues adelante, ¡que nadie nos detenga! Hagamos un alto y preguntémonos: “qué pasaría si…” ojo solo estamos pensando, no, nos va a pasar nada por pensar, y no dejemos que los pensamientos negativos nos desanimen atrevámonos a pensar a lo grande, libremente, sin limitaciones, sin imposiciones, sin someternos a nada, ni a nadie, y este sueño, también tiene que ser algo creíble y posible, algo que realmente nos motive que creamos que lo podemos conseguir.
“No puedo”. Son muchas las personas que tienen tatuadas e integradas estas dos palabras en su vocabulario y las repiten una y otra vez, empleándolas como excusa ante numerosos retos, de lo que no son conscientes, es de que nuestro cerebro se cree todo lo que le decimos, y si le afirmamos una y otra vez que somos incapaces, nuestro cerebro, lo creerá.
De este modo, esta afirmación va minando día a día nuestra seguridad y confianza en nosotros mismos, convirtiéndose en una respuesta automática y tan integrada que ni siquiera nos damos la oportunidad de probar, cuanto más decimos “no puedo”, más nos convencemos de que esto es así.
Puedo y lo haré, la persona que cree que puede, lo hará, evidentemente no habrá nacido con los conocimientos para llevar a cabo cualquier hazaña, no obstante, su confianza le permitirá practicar y desarrollar sus recursos, hasta que finalmente logre lo que se ha propuesto, nuestras creencias pueden proporcionarnos alas o ponernos grandes límites, de nosotros depende alimentar el pensamiento, en nuestras manos está convertir nuestra mente en nuestro mejor aliado o en nuestro juez más severo, eso si debemos ser conscientes de que las consecuencias que se derivan de cada elección son contundentemente distintas.
Si llevamos toda una vida saboteando nuestras oportunidades y nuestros intentos, es el momento de cambiar de prisma, saquemos, desterremos de nuestro vocabulario las palabras “no puedo” y sustituyámoslas por “soy capaz de hacerlo “y saquemos el perfeccionismo, el error es una parte fundamental del camino hacia el éxito, además tenemos derecho a intentarlo y fallar tantas veces como sea necesario, además, cada vez que enfrentemos nuestros miedos (aunque no logremos el objetivo) estaremos ganando en confianza.
Nuestra mente, nuestros pensamientos, tienen mucho más poder del que imaginamos, las creencias que mantenemos pueden limitarnos o impulsarnos a alcanzar nuestras metas, existe una estrategia mental que puede ayudarnos a conseguir lo que queramos, y esta es: “creerlo”.
No estamos hablando de magia, sino de intención, la intención es poderosa porque nos enfoca y nos ayuda a dirigir e invertir todas nuestras energías en lograr nuestros propósitos, la creencia firme de que podemos alcanzar un objetivo nos proporciona la motivación necesaria para actuar, si tenemos una meta, usemos nuestra mente como aliado en vez de como enemigo.
Recuerdo que de niños nos decían que, si deseábamos algo con mucha fuerza, nuestra petición se cumplía, es más aun en nuestros cumpleaños al apagar las velas nos dicen: “cierre los ojos y pida un deseo” paradójico que al crecer comenzamos a adquirir creencias limitantes que nos alejan de esta esperanza y este optimismo, me dirán que pedir deseos y confiar en que se harán realidad parece algo utópico, un juego de niños, un exceso de fantasía, esto no es del todo cierto, cuando creemos algo, lo creamos, si vive y permanece en nuestra mente termina, muchas veces, manifestándose en nuestra realidad tangible.
No se trata de ingenuidad, sino de conocer el funcionamiento de las creencias y el poder que adquirimos cuando tomamos las riendas de las mismas, sé que hay que aportar sentido común: por mucho que creamos que podemos volar, nos seguiremos rigiendo por las leyes de la física, si voy al puente de la novena y digo con fe y creo que no va a pasar nada si me lanzo, pues eso no va a pasar, no obstante, existen muchos otros aspectos de la vida en que la estrategia mental juega un papel importante.
Toda meta a largo plazo conlleva metas intermedias y a corto plazo, lo ideal es organizar el plan en pequeños objetivos e ir cumpliéndolos esta sencilla, pero eficaz estrategia nos brindará más seguridad, pues por fracciones todo parecerá menos arriesgado y sentiremos un mayor control sobre nuestro objetivo y vida, además nos mantiene motivados, pues se van consiguiendo pequeñas recompensas que nos acercan más a nuestra meta permitiéndonos percibir el avance haciéndolo mucho más sencillo.
Lo más esencial es confiar en uno mismo, aceptar que no todo en la vida sale bien a la primera, pero que con cada error estamos más cerca de conseguir lo que deseamos, y si estamos convencidos de que alcanzaremos esta meta, las probabilidades de éxito se multiplican exponencialmente, dado que nuestras acciones se dirigen a crear la realidad que existe en nuestra mente, y esa energía mental la usamos de forma directa y constante en nuestro deseo, y gracias a que creímos de forma firme y sin limitaciones en que lo conseguiríamos, con seguridad lo lograremos.
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*Profesional en Mercadeo
Twitter: @heraldoru
Las palabras tienen poder, con ellas podemos bendecir, crear o destruir, las palabras procesan nuestra mente para luego convertirse en pensamientos o acciones que marcan nuestro existir y nuestro futuro…por lo cual es muy importante el correcto manejo de nuestras palabras tanto en nuestra propia vida y la de los que nos rodean. Gracias excelente columna, Dios te Bendiga.
Totalmente de acuerdo
Gracias por tus enseñanzas
Dios te Bendiga siempre