Por: Carlos Monroy / La Universidad Industrial de Santander en sus 70 años al servicio de la docencia, la investigación y la proyección social del departamento es una de las instituciones más respetables de la región y una de las mejores Universidades del país, que en cifras gruesas cuenta con más de 65.000 egresados, 22.000 estudiantes, 1200 administrativos, 830 docentes, 07 programas de doctorado y un presupuesto superior a los $400.000 millones, que bien podría representar aproximadamente la mitad del presupuesto general que maneja la ciudad de Bucaramanga, recursos de los cuales alrededor del 60 % corresponden a rentas propias.
La UIS ha logrado salir avante en medio de las dificultades que le ha planteado la crisis de la Educación Superior Pública, que comenzó con la Ley 30 de 1992 al determinar que los ingresos de presupuesto de las universidades aumentarían cada año con base en el Índice de Precios al Consumidor (IPC). Debido a esa fórmula, mientras que la cobertura aumentó 284% entre 1993 y 2016 (de 159.218 a 611.800 estudiantes), el presupuesto apenas creció de 1,72 billones a 2,93 billones de pesos (70%). Eso se traduce en que en 1992 el Estado le giraba más de 10 millones de pesos a las universidades por cada estudiante y, en los últimos años, alrededor de 4 millones de pesos.
En medio de ese panorama nacional en el campus universitario principal -uno de los más hermosos del país- con un área de 337.000 metros cuadrados ubicado en la zona nororiental de la meseta de Bucaramanga más de 500 profesores de planta -y a su vez servidores públicos- ejercen la noble función docente, buena parte de ellos han consagrado muchos años de su vida al servicio de la educación pública en medio de laboratorios, debates universitarios, ejercicio de cargos directivos, seminarios, ponencias, grupos de investigación, clases y proyectos de extensión; muchos de ellos con un sueño en común para culminar toda una vida de servicios: ser Rector de la UIS.
Pese a que en la UIS no es requisito ser profesor para aspirar a la Rectoría, ha sido una constante entre quienes han tenido el honor de asumir el cargo, al igual que formalmente no es requisito tener título de posgrado pese a que buena parte de los Rectores han tenido título de Doctorado. Podríamos decir que es una buena costumbre que entre quienes le han dedicado su vida a la universidad a través de la docencia y quienes ostentan las mejores calidades académicas salga elegido cada tres años quien regirá los destinos del alma máter. Costumbre que ha logrado mantener a la Universidad a cierto margen de los tentáculos de la politiquería pero que a juicio de algunos críticos es una muestra del hermetismo universitario que no se compadece del carácter universal que debe tener la institución.
El Consejo Superior es el máximo órgano de dirección y gobierno de la Universidad encargado de designar al Rector por un período de tres años con posibilidad de reelección, conformado de acuerdo con la Ley 30 de 1992 por nueve miembros: el Gobernador del Departamento, quien lo preside; El Ministro de Educación Nacional o su delegado; un Representante del Presidente de la República; un Decano de Facultad elegido por el Consejo Académico; un Representante de los Profesores; un Representante del Sector Productivo, elegido por los presidentes de los gremios de Santander; un Representante de los Egresados, uno de los Exrectores y uno de los Estudiantes.
Pese a que la misma ley desarrolla la autonomía universitaria de que gozan las universidades para darse sus propias normas, administrar directamente su propio presupuesto y autogobernarse, no obstante, le indica de manera taxativa quienes deben integrar su máximo órgano de gobierno, el que no solamente tiene la facultad de designar y remover al Rector sino que también de aprobar y reformar el Estatuto General de la institución, así como aprobar el presupuesto general.
Cómo vemos el Consejo Superior está conformado por tres representantes del sector político, uno del sector privado, dos miembros inactivos de la comunidad universitaria y tan solo tres miembros activos de la misma. Es decir que una vez los aspirantes demuestren sumariamente cumplir con las calidades mínimas para ser Rector (ser ciudadano colombiano en ejercicio, poseer título universitario, haber tenido vínculos directos con el sector universitario, experiencia profesional mínima de 5 años y demostrar aportes a la ciencia, la cultura o al desarrollo social) deben enfrentarse no a un concurso de méritos ante un órgano académico sino a un juicio de conveniencia ante un órgano político en sentido estricto.
Teniendo en cuenta que en este momento se encuentra activo el proceso de designación de Rector de la UIS para el periodo 2019-2022, he querido destinar algunas de mis columnas de opinión para reflexionar sobre el ser y el deber ser de dicho proceso, partiendo del contexto en el que fue elegido el actual Rector, profesor Hernán Porras Díaz, y haciendo un análisis general sobre su gestión y el perfil de quienes aspiren a sucederlo en el cargo. Un proceso con aroma a reelección.
Continuará…
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