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Lectura: El remedio tan grave como la enfermedad: Glifosato
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CorrillosR > Blog > Opinión > El remedio tan grave como la enfermedad: Glifosato
Opinión

El remedio tan grave como la enfermedad: Glifosato

CORRILLOS
Última actualización: 2018/07/28 at 12:00 AM
CORRILLOS hace 7 años
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Por: Holger Díaz Hernández/ La aspersión aérea con químicos como Paraquat, Glifosato o 2-4-D, ha sido el método más usado en Colombia desde los años 70s para combatir los cultivos ilícitos de marihuana, cocaina y amapola, en gran parte debido a la gigantesca presión política y coercitiva de los Estados Unidos, fuerza que ya había ejercido unos años antes en países como Vietnam. Colombia es el único país del mundo que ha fumigado sus cultivos ilícitos durante más de tres décadas, generando grandes controversias entre el Estado, ambientalistas, médicos, comunidades campesinas, gobiernos de los países vecinos y los actores armados ilegales.

El Glifosato ha sido usado desde hace muchos años como herbicida en los cultivos lícitos de pan coger con el nombre de Roundup (Monsanto), Rodeo, Glyfos y otros más, a pequeña escala sin consecuencias graves aparentemente para la población pero con afectación inevitable para la naturaleza pues no existe herbicida inocuo para la flora, fauna y las corrientes acuíferas.

En el gobierno de Julio C. Turbay Ayala en 1978 se empezó a atacar los cultivos de marihuana con Paraquat con el objetivo de erradicar las 19.000 hectáreas sembradas en la Sierra Nevada de Santa Marta y en la Serranía del Perijá, pero fue Belisario Betancur en 1984 a raíz del asesinato del ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla quien toma la decisión de fumigar por primera vez con Glifosato, inicialmente en forma manual con máquinas cargadas a la espalda y después se pasó a hacerlo desde pequeñas avionetas, ya se advertía desde esos momentos por parte de expertos nacionales e internacionales que desde el punto de vista de la salud humana y el medio ambiente el método químico debería ser el último en considerarse.

En las primeras épocas las fumigaciones se hicieron en zonas prohibidas por los convenios internacionales tanto en Parques Naturales como en reservas indígenas, ignorando los llamados de diferentes organizaciones y entidades encargadas de la defensa de los recursos naturales y de la preservación de la cultura ancestral de nuestros pobladores, la Policía Nacional asumió la responsabilidad de la fumigaciones en helicópteros que fueron donados por los norteamericanos a través del famoso Plan Colombia de los Americanos decisión absolutamente polémica por la intromisión estos en decisiones sobre la seguridad nacional no solo en los temas de erradicación sino además por la instalación de bases aéreas en diferentes puntos de nuestra geografía, presencia de entidades como la CIA y la aprobación de operaciones “combinadas” con nuestras fuerzas militares.

Desde 1994 la aspersión aérea se fortaleció a raíz del incremento de los cultivos de coca que pasaron de 60.000 a 99.000 hectáreas sembradas en ese momento y todo esto a espaldas del pueblo colombiano que desconoce totalmente cómo, cuándo y dónde se ha asperjado y el impacto sobre nuestros conciudadanos en la salud, el medio ambiente y sobre la vida misma de cientos de miles de personas que han sido potencialmente afectadas sin que se haya hecho un solo estudio serio por parte de ninguna entidad en los últimos 40 años.

Los cultivos ilícitos desde el inicio de la cadena implican la deforestación de millones de hectáreas de nuestros bosques y selvas sumado al uso indiscriminado de químicos que arrancan desde la siembra y que se utilizan en toda la cadena hasta el producto final que es la pasta de coca, siendo incalculables los daños al ecosistema.

Se calcula que desde 1995 se han asperjado aproximadamente 2 millones de hectáreas y los números sobre los miles de millones de litros que se han vertido son meras especulaciones, si se considera que se utilizan 23,5 litros de descarga de mezcla por hectárea, las cifras son incalculables dado que para elimine en forma definitiva una de ellas se requiere asperjarla entre 8 y 10 veces.

Hasta hace unas décadas la coca era sembrada en Perú y Bolivia e introducida al país como base de coca pero aspectos como la ubicación geográfica, el acceso a dos océanos, la cercanía a los grandes mercados, los buenos suelos y la oferta de excelente obra de mano hizo que pasaremos de ser procesadores y exportadores a ser los productores mundiales más importantes con aproximadamente la mitad de la coca que se consume en el mundo, que se calcula en 600 toneladas año.

La Fundación Ideas para la Paz plantea las posibles causas del aumento de los cultivos en 2017: 1. Recomposición del narcotráfico en zonas que eran de las Farc que actuaban como un sistema de regulación territorial, apareciendo  nuevos actores como las disidencias de los antiguos frentes e incluso extranjeros como el cartel de Sinaloa o el Jalisco sobretodo en el sur del país y en el Catatumbo. 2 La  escasa erradicación manual en algunas zonas y la resiembra en otras 3. El aumento de la incautación dado que a mayor incautación mayor necesidad de siembra por acción  de compensación  y 4. Los efectos de la sustitución de cultivos como coletazo del proceso de paz que solo se pueden medir a mediano y largo plazo, además del reiterado incumplimiento del gobierno a los acuerdos con los campesinos.

Un informe reciente señala que la Oficina Antinarcóticos del Departamento de Estado ha gastado entre 1 y 2 billones de dólares desde esa época en herbicidas, pilotos, mecánicos, helicópteros escolta de la Policía, combustibles, equipos de búsqueda y rescate y gastos administrativos. Es significativo que haya pasado desapercibida para los colombianos la presencia de empresas como Dyncorp, contratistas privados -“non-accredited-personal” encargados supuestamente solo de las labores de inteligencia de las operaciones de aspersión pero que hasta hace poco tiempo ellos mismos realizaban las fumigaciones desde pequeñas aeronaves y que son contratados y pagados por el Departamento de Estado Americano desde 1991, son considerados por miembros de la ONU como mercenarios y por otros como espías militares violando flagrantemente los acuerdos internacionales firmados por Colombia, a pesar de que en  el papel el país asumió en abril de 2011 el manejo de las fumigaciones, Dyncorp sigue haciendo las convocatorias para proveer personal técnico y de pilotos especializados.

Finalmente un estudio de 2015 con aval de la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicado en la importante revista médica “The Lancet” halló que el Glifosato, el principal matamalezas utilizado en el mundo puede ser cancerígeno para los seres humanos, lo cual motivó que Alejandro Gaviria ministro de salud recomendará el cese de las fumigaciones por el potencial daño grave e irreversible a la salud,  por lo que se suspendieron desde mayo del mismo año. En Estados Unidos un juez está a punto de fallar una demanda millonaria contra la multinacional Monsanto por un paciente que sufrió cáncer al parecer por exposición al Roundup, lo que podría cambiar la posición de muchos países con respecto a esta sustancia química.

A raíz del último informe de la ONU del crecimiento de los cultivos de coca en Colombia, que superan las 200 mil hectáreas, se decidió reiniciar las aspersiones con drones poniendo nuevamente en el ojo del huracán el tema del Glifosato, un mal de nunca acabar que le ha hecho un gran daño al país y que al parecer regresa para perpetuarse. Grave, grave.

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