Por: Ruby Stella Morales Sierra/ Con el fallecimiento del líder político liberal Horacio Serpa Uribe, ocurrida el pasado 31 de octubre de este sui generis 2020, desaparece uno de los personajes más influyentes, queridos y admirados, pero también más criticados de Santander. Lo que nadie podrá negar es que también desaparece uno de los mejores oradores del país.
No sorprende la ola de pasiones que generan en el inconsciente colectivo personajes de la trayectoria política de Serpa Uribe, protagonista por muchos años de una larga etapa durísima de la historia reciente de Colombia. Por eso no extraña que en esta época en que todo el mundo opina para que todo el mundo posible los lea, al lado de las más sentidas condolencias a familiares y allegados, aparezcan también frases duras y reproches sobre la gestión del líder desaparecido.
Luces y sombras
Horacio Serpa, para bien o para mal, estuvo en los peldaños de poder en una época crítica de nuestra compleja historia. Años en que se profundizó e hizo visible que el país desde hacía rato se desbocaba por caminos contrarios de los valores éticos, democráticos y ciudadanos. Ello, por cuenta del terrible flagelo de la corrupción que aventó el narcotráfico y los soterrados socios poderosos del poder nacional. Y no ha parado esta secuencia de tragedia social y de violencia en la que las instituciones se doblegan con el poder que ejercen los capitales ilegales.
¿Cómo olvidar las oscuridades de aquel elefante del narcotráfico que se habría metido al palacio de Nariño, supuestamente a espaldas de expresidente Ernesto Samper Pizano, por el cual el doctor Serpa, como ministro del interior, libró la más aguerrida y tenaz batalla en defensa de su jefe?
¿Cómo ignorar las trágicas sombras que habrían amargado los insomnios del desaparecido Serpa, sobre el magnicidio del líder conservador Álvaro Gómez Hurtado, ocurrido durante el gobierno de Samper y cuyo crimen, en días pasados, habría dejado de ser una incógnita por cuenta de la declaratoria de la autoría atroz de las Farc?
El devenir de los últimos 30 años, provocaron que emergieran todo tipo de sentimientos tanto de admiración como de rechazo hacia el líder político liberal. Como candidato presidencial en tres ocasiones, le fue esquivo el apoyo que esperaba de su propia tierra.
Siempre estuvo ligado a la vida pública: fue juez, alcalde, concejal, tres veces Representante a la Cámara y varias veces Senador, además ministro de los presidentes liberales Virgilio Barco (1986-1990) y Ernesto Samper (1994-1998). También fue procurador general y gobernador de Santander, así como embajador ante la Organización de Estados Americanos, OEA.
Verbo y vibrato
Se recuerdan los discursos elocuentes y dramáticos, con vibrato incorporado, sus expresiones coloquiales como mamola, toche, no sea mula, y esas salidas sorpresivas dignas de una mente alegre y recursiva, entrenada en el discurso y la elocuencia.
Como político discursivo y orador, tenía esa escasa virtud humana surgida desde los inicios de la democracia en Grecia y Roma, desde cuando la gente del común pudo hablar en público ante asambleas o defenderse en litigios frente a los demás. También desde entonces sabemos que quien domina el lenguaje puede hacer creer a todo un auditorio que lo que es blanco es negro y viceversa.
A Serpa Uribe lo caracterizaba una agudeza mental y una rica oratoria, entrenado como abogado y en cientos de batallas ideológicas y desencuentros sobre el destino de nuestro país.
Tuve la oportunidad de escucharlo en repetidas ocasiones en su época de Gobernador de nuestro departamento (2008-2011). Periodo del que sus detractores le reprochan la venta de la Electrificadora de Santander y no haber acabado de pavimentar la eterna vía Curos – Málaga, entre tantos problemas crónicos por resolver.
Siempre lo vi sereno y de buen genio, gentil y de buen trato, algo que es raro y escasea por ahora en los mandatarios, doblegados en sus egos y el poder subido a la cabeza.
En tono pausado y argumentos convincentes, Serpa habló siempre de la necesidad urgente de la paz, en el cese de los secuestros y extorsiones. La paz por la que se desveló en múltiples intentos y diálogos para la entrega de armas y cese del conflicto armado y que le acarreó múltiples enemigos. Los mismos enemigos de la paz.
Eran unas charlas amenas con los periodistas que acudíamos a su despacho para reseñar las gestiones del plan de gobierno en las provincias y municipios. Destacaba la importancia de defender a los menos favorecidos y mantener el apoyo a los productores campesinos para tratar de reducir las brechas de oportunidades en salud y educación, frente a quienes vivimos en las ciudades.
Durante su gobierno departamental se creó la Política Pública de Mujer y Equidad de Género de Santander. Apreciaba y valoraba la inteligencia y el esfuerzo femenino y se rodeó de valiosas mujeres en varias dependencias.
Fue la última época en que ingresamos los comunicadores al despacho del Palacio Amarillo, sin los exhaustivos retenes actuales del celular y cámaras fotográficas, sin trabas ni espulgadas de cabo a rabo para ingresar a las ruedas de prensa. O al despacho del gobernador.
Estrenamos la sala oval del despacho con tinto charlado, pues le gustaba también escuchar a los periodistas y conocer sus puntos de vista sobre el acontecer diario.
El doctor Serpa fue presidente de la Constituyente, con Álvaro Gómez Hurtado y Antonio Navarro Wolf, como forjadores de la Carta política y social de 1991, hecho que lo enorgullecía con modestia. Y nos recordaba, siempre que tenía oportunidad, sobre la importancia de defender la Carta Política, como un legado para desarrollar la democracia.
Siempre tuvo la expresión de amor cortés por su señora Rosita y la familia, a quien mencionaba en sus saludos y discursos. Su hijo, Horacio José, heredó el legado de sus votos en el senado.
También decía que lo que más le dolía era la ingratitud. Y echando un vistazo atrás, hay que reconocer que su gobierno regional fue incluyente y respetuoso, incluidos los periodistas. Y un patrocinador incondicional de gestores culturales y todo tipo de expresiones autóctonas de las regiones. Gracias a esta apertura escritores, poetas y artistas recibieron apoyo para sus creaciones.
Si bien es cierto la historia aún no se acaba de escribir, algo ha cambiado desde la gobernación de Serpa a nuestros días, pues sobre su gobierno no se conocieron los escándalos indignantes y vergonzosos por el robo de los alimentos de los estudiantes, que en esa época no estaban en manos de grandes contratistas sino de padres de familias y asociaciones locales, tampoco se conocieron las contrataciones de puentes retorcidos como acordeones o acueductos colapsados…
La balanza
Todos los seres humanos tenemos luces y sombras. Y nuestras luces, hacen que amemos las luces de otros; y también nuestras sombras provocan que odiemos las sombras de los otros, como síntoma de negación propia. Parece que así funciona el inconsciente humano. Al final, la Divina Providencia nos juzgará a todos.
En la tradición del antiguo Egipto el final del viaje al más allá terminaba en un juicio en el cual el corazón era pesado en una balanza (psicostasis). En uno de los platos de la balanza se colocaba el corazón, en el otro una pluma de avestruz, símbolo de la diosa Maat.
¿Cuánto estará pesando el corazón de cada uno de nosotros?
*Periodista
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