Por: Jhon F. Mieles Rueda/ El pasado 10 de septiembre como se ha hecho en los últimos años, se conmemoró el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, buscando hacer énfasis en definir mecanismos de acción para mitigar los nefastos efectos de esta problemática en salud pública que cada día parece ir en aumento y que está alarmando a la Organización Mundial de la Salud (OMS) y a muchos gobiernos en el mundo.
En vista de esta fecha, me fue encargado realizar un programa de radio especial para hablar de esta problemática y al comenzar a investigar al respecto, quede alarmado ante las cifras y los efectos de esta problemática que a veces como sociedad no le colocamos la atención necesaria.
Y no es para menos, el suicidio sigue siendo una de las principales causas de muerte en todo el mundo, según las últimas estimaciones de la OMS cada año pierden la vida más personas por suicidio que por VIH, paludismo o cáncer de mama, o incluso por guerras y homicidios.
En 2019, se suicidaron más de 700.000 personas, es decir 1 de cada 100 muertes es por suicidio, lo que ha llevado a la OMS a elaborar nuevas orientaciones para ayudar a los países a mejorar las estrategias y campañas de prevención del suicidio y los cuidados conexos.
Para poner un ejemplo, Japón es uno de los países con las cifras más altas de suicidio en el mundo, en 2020 y en medio de la pandemia del coronavirus (Covid-19), este país vio el mayor aumento en los casos de suicidio de una década, donde las mujeres y los jóvenes fueron las principales víctimas.
La situación fue calificada de “grave” por el Ministerio de Salud. Los datos publicados por la Agencia Nacional de Policía de Japón mostraron que 20.919 personas se suicidaron en 2020, un 3.7% más que en 2019, traducido en la cifra más alta en los últimos 11 años, la mayoría de los casos de suicidio se registraron en octubre del año pasado cuando 2.199 personas terminaron con sus vidas
Por otra parte, el suicidio no solo se produce en los países de altos ingresos, sino que es un fenómeno global que afecta a todas las regiones del mundo. «En la región de las Américas, se estima que aproximadamente 100.000 personas se quitan la vida anualmente.
Los diez países de la región con el mayor número estimado de muertes por suicidio son: Estados Unidos (49.394), Brasil (13.467), México (6.537), Canadá (4.525), Argentina (4.030), Colombia (3.486), Chile (1.893), Cuba (1.596), Perú (1.567) y Bolivia (1.326), según la OMS.
Entre los jóvenes de 15 a 29 años, el suicidio según las estadísticas, es la cuarta causa principal de muerte, por detrás de los traumatismos debidos al tránsito, la tuberculosis y la violencia interpersonal.
Se suicidan más del doble de hombres que de mujeres (12,6 por 100.000 hombres frente a 5,4 por 100 000 mujeres). Las tasas de suicidio masculino son por lo general más altas en los países de ingreso alto (16.5 por 100.000). Las tasas más altas de suicidio femenino se registran en los países de ingreso mediano bajo (7,1 por 100.000).
Los suicidios y los intentos de suicidio tienen un efecto dominó que afecta no solo a las personas, sino también a las familias, las comunidades y las sociedades. Los factores de riesgo asociados al suicidio, como la pérdida laboral o financiera, el trauma o el abuso, los trastornos mentales y por uso de sustancias y las barreras para acceder a la atención médica, se han ampliado aún más con la pandemia del Covid-19.
Sin embargo, el suicidio se puede prevenir. Las principales medidas de prevención del suicidio basadas en pruebas incluyen restringir el acceso a los medios para el suicidio (por ejemplo, armas de fuego, pesticidas muy peligrosos, etc.), políticas de salud mental y reducción del alcohol, y promover información responsable sobre el suicidio.
La adolescencia (de 10 a 19 años) es un periodo crucial para la adquisición de competencias socioemocionales, especialmente teniendo en cuenta que la mitad de los trastornos de salud mental se manifiestan antes de los 14 años.
Es por ello necesario trabajar desde la institucionalidad y liderazgo en los territorios, buscando que nuestros jóvenes puedan aprovechar de buena forma el tiempo libre y puedan definir un proyecto de vida que les permita estar motivados y mantener enfocadas sus mentes en actividades productivas.
Así mismo, es necesario capacitar a los padres de familia y docentes para identificar los síntomas de alerta de depresión en los jóvenes para atender de manera oportuna dichos casos y así prevenir situaciones dolorosas que lamentar.
También debemos formar a los medios de comunicación para que difundan de forma responsable noticias sobre suicidios. Las noticias sobre suicidios pueden provocar un aumento de suicidios por imitación, especialmente si la noticia se refiere a una personalidad famosa.
El estigma social y la falta de conciencia siguen siendo los principales obstáculos para la búsqueda de ayuda para el suicidio, lo que pone de relieve la necesidad de campañas de alfabetización en salud mental y contra el estigma.
Es por ello que concluyo haciéndole un llamado especial a la ciudadanía para que no seamos escépticos ante esta problemática alarmante y seamos más empáticos con las personas que afrontan la depresión y/o que manifiestan alguna intención de quitarse la vida.
Tal vez cuando nos demos cuenta sea demasiado tarde.
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*TG. Agroforestal, pensador y político.
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