Por: Libardo Riaño Castro/ Navegar por las aguas de los libros de historia de Colombia, es reconocer que existe un antes y un después en la historiografía tradicional de nuestro país, pues en el siglo XIX y gran parte del siglo XX, crecimos enseñados y creyendo que Colombia era el paraíso perdido, el país riquísimo, bañado por dos gloriosos mares, proceres epopéyicos, con la más grande variedad de climas y biodiversidad del planeta, en una frase un tanto jactanciosa “la hermosa burbuja” que nos plantearon los maestros Henao y Arrubla, dueños del Dios cronos, que nos condujeron la más decantada ortodoxia histórica con la cual varias generaciones de colombianos forjamos una credibilidad patriótica, exegética y cuasi religiosa a nuestros dirigentes y a nuestra historia patria oficial, la cual enmudecidos obedecimos, y memorizamos como a la oración patria.
Pero de vez en cuando, saltan al escenario, miradas diferentes, miradas que escriben y muestran la historia desde otra perspectiva, que abandonan los senderos trillados del tradicionalismo y se lanzan tras nuevas rutas, nuevas formas de ver y de escribir, ese fue el caso del recientemente fallecido Antonio Caballero, escritor, periodista, historiador y caricaturista (1945- 2021) que nos dejó a sus setenta y seis años, con una larga trayectoria ensayística, periodística y por sobre todo con su particular forma de ver y retratar el acontecer colombiano.
Reconocido por muchos como “el gran rebelde del periodismo colombiano” gracias a su lenguaje directo, mordaz y elocuente, el cual exponía en sus columnas donde daba rienda suelta a sus críticas y reflexiones sobre los temas álgidos de la política y la sociedad, fue ante todo un verdadero exponente de la palabra escrita, dueño de una prosa poderosa que exhibía en cada columna y caricatura que nos compartió durante su extensa carrera.
De caballero, tuve la fortuna de leerlo en sus novelas: Sin Remedio (1984), Occidente conquisto al mundo y empezó a perderlo (2020) e Historia de Colombia y sus oligarquías (2018).
Esta última, es sin duda un legado incalculable de esta nueva ola historiográfica colombiana de la cual Antonio Caballero, hizo parte y nos legó, este maravilloso libro en donde en sus trece capítulos hace un recorrido histórico al mejor estilo de una línea de tiempo sobre la historia de nuestro país, con un lenguaje riquísimo en detalles, cínico, jocoso y contracultural en algunos capítulos, nos narra una historia desacralizada de nuestro país, haciéndonos ver la ceguera que nos han impuesto nuestros conquistadores pasados, y los nuevos conquistadores, en una “patria boba” que nunca termino de ser, pues pareciera que solo hubiera cambiado de nombre tras el Frente Nacional, pero sigue tan latente y tan íntimamente ligada a los colombianos y a su idiosincrasia política sectaria, retardataria, excluyente y carente de ideales progresistas.
Y es que hablar de la historia de Colombia, se volvió un tema un tanto tabú, porque en primer lugar desde el aspecto político, el gobierno a pesar de haber sancionado la ley 1874 de 2017, con la cual pregonó a los cuatro vientos con bombos y platillos que reestablecía la obligatoriedad de su enseñanza en la educación publica y privada en sus secciones de básica y secundaria, lo cierto es que aun en los planes de estudio, y en las mallas curriculares, la historia de Colombia, sigue siendo un relleno mas de las Ciencias Sociales integrándolas con las Competencias Ciudadanas, sin desconocer que este enfoque transversal, no es negativo, desde la didáctica de la enseñanza, pero desde el plano educativo, se debe dar la verdadera importancia de estudiar y conocer la historia de Colombia, como una de las materias fundamentales con las cuales todo colombiano debería graduarse en su educación media, conociendo el pasado de su país, para ayudarlo a transformar desde la Globalización y las competencias del siglo XXI, y no, como sucede ahora, en donde notamos que existe un vacío intelectual del conocimiento de los hechos que marcaron lo que somos como nación y como Estado.
Es por eso, por lo que una obra como la de Antonio Caballero, debería estar presente en las estanterías de las bibliotecas, de los colegios y universidades, y ser objeto de estudio en los planes que pretendan enfocarse en la humanización del colombiano sobre si mismo y sobre su nación, ya que su lectura abre espacio para la crítica, el asombro y la atribución de sentido social, el reconocimiento de nuestro pasado y la construcción del tejido social que nos invite a construir una nación pensada sobre sus propias raíces históricas, y no, sobre el artificial modelo social que nos impone la dinámica Neoliberal y Capitalista.
Frente a estos dos últimos conceptos, Antonio Caballero fue muy claro, y lo plasma a lo largo de las paginas de este libro, “…las oligarquías no fueron solo las que fundaron el frente nacional…las hubo antes durante la conquista, la colonia, la independencia, durante el Bipartidismo, el siglo XX y, …las hay ahora” en nuestros tiempos, siguen gobernando a expensas de un pueblo que no las visualiza, no las reconoce en su historia.
Gracias Maestro Antonio Caballero, por enseñar a ser un periodismo independiente, investigativo, locuaz, mordaz, intelectivo, critico y directo, y por, sobre todo por dejarnos en sus obras, la inquietud por conocer de nuestra historia, no desde la arrogancia de la oficialidad, sino desde la veracidad de los hechos.
…
*Docente, Comunicador Social, Educomunicador.
Twitter: @libarrc
Instagram: @libarrc
E-mail: lrianoc@unadvirtual.edu.co