Por: Érika Bayona López/ Los perros, en su mayoría, siguen siendo las principales víctimas de este este acto cruel y egoísta. Pero más allá de una mala práctica, el abandono animal refleja una sociedad que, en muchas ocasiones, parece haberse olvidado los valores fundamentales del respeto y la empatía hacia los seres que compartimos el mundo.
El abandono: una muestra de irresponsabilidad
Más que un acto aislado, el abandono de mascotas evidencia la falta de compromiso de muchas personas con el bienestar animal. Cada vez es más frecuente ver noticias desgarradoras sobre perros dejados a su suerte en las calles, atados a postes, o abandonados en condiciones extremas. ¿Cómo es posible que sigamos sin prever las consecuencias de nuestras decisiones?
La raíz del problema La falta de conciencia
Uno de los principales factores detrás del abandono es la adopción impulsiva, sin considerar la responsabilidad que implica. Tener una mascota va mucho más allá de brindarle comida y agua; requiere tiempo, recursos y un compromiso inquebrantable.
Lamentablemente, muchas personas los ven como simples objetos de entretenimiento, sin reflexionar sobre las necesidades reales de estos seres vivos.
Adoptar no es un acto de moda ni una solución temporal para hacer felices a los niños es una decisión que debe tomarse con total conciencia y responsabilidad. Los animales confían ciegamente en nosotros, y es nuestro deber corresponderles con respeto y cuidado.
El caso de Bucaramanga: un silencio mortal
Uno de los actos más impactantes recientemente ocurrió en Bucaramanga, donde un perro fue abandonado en un balcón de un edificio por más de 20 días, sin comida ni agua. Sus desesperados ladridos alertaron a los vecinos, quienes, tras días de angustia, decidieron llamar a la policía. Cuando las autoridades llegaron, encontraron una escena aterradora: el perro, llamado Koki, yacía sin vida, rodeado suciedad, sin haber recibido ninguna atención.
Los rasguños en la ventana fueron testigos de su lucha por sobrevivir. Su muerte por desnutrición extrema no solo revela la crueldad de su dueño, sino también la indiferencia de quienes pudieron actuar y no lo hicieron.
El impacto de la crisis en el abandono animal
La crisis económica y la pandemia de Covid-19 también ha exacerbado esta problemática. Durante el confinamiento, muchas personas adoptaron mascotas en busca de compañía, pero con el regreso a la rutina y las dificultades económicas, muchas de ellas fueron cruelmente abandonadas.
Los refugios y organizaciones de rescate están desbordados, intentando salvar a estos animales con recursos limitados. En muchos casos, los perros llegan en condiciones de maltrato severo, una muestra de que sus dueños no solo los dejaron atas, sino que también fallaron en su deber de brindarles una vida digna.
La educación y la legislación: claves para el cambio
Para erradicar el abandono animal, es fundamental trabajar en dos frentes: la educación y la legislación.
Por un lado, la educación desde la infancia es clave para generar conciencia. Los niños deben aprender que los animales no son juguetes ni accesorios de temporada, sino seres vivos con derechos y necesidades. Las campañas de concienciación deben reforzar la importancia de la tenencia responsable, promoviendo la adopción informada y la esterilización como métodos para reducir la sobrepoblación de animales callejeros.
Por otro lado, la legislación debe ser más estricta y efectiva. Aunque en algunos países existen leyes contra el maltrato animal, su aplicación sigue siendo débil. Es urgente que las autoridades refuercen las sanciones y respondan con mayor rapidez ante las denuncias. El abandono y el maltrato animal no pueden seguir siendo vistos como faltas menores; deben ser castigados con penas severas que desincentiven este tipo de comportamientos.
Además, es necesario mejorar los sistemas de rescate y adopción, garantizando que los animales rescatados encuentren hogares responsables. Los refugios deben contar con apoyo gubernamental y comunitario para seguir operando de manera sostenible.
Más que indignación: acción y compromiso
El caso de Bucaramanga no es aislado. En muchas ciudades, el maltrato y abandono animal siguen siendo una constante. Pero, ¿hasta cuándo vamos a normalizarlo? ¿Cuántos Koki más deben sufrir para que actuemos?
Es hora de entender que el respeto por la vida no distingue especies. Nuestra humanidad se mide por la forma en que tratamos a los más vulnerables, incluidos los animales. No basta con indignarnos en redes sociales; debemos actuar. Adoptar con responsabilidad, denunciar el maltrato, educar a las nuevas generaciones y exigir leyes más estrictas son pasos fundamentales para un verdadero cambio.
Si queremos construir una sociedad más justa y empática, debemos empezar por proteger a quienes no tienen voz. Porque la pregunta no es si los animales merecen nuestro respeto, sino si nosotros somos lo suficientemente humanos para dárselo.
El abandono y el maltrato animal no son problemas ajenos, nos afectan a todos. Cada historia de un perro abandonado es un reflejo de nuestra indiferencia. Es momento de dejar atrás la idea de que las mascotas son objetos desechables y asumir nuestra responsabilidad hacia ellas.
El cambio comienza con cada uno de nosotros. No basta con indignarnos ante estos casos; debemos actuar, y, sobre todo, educar para que el respeto por la vida animal sea una norma y no una excepción. Como sociedad, tenemos la obligación de garantizar que los debemos los animales vivan en un ambiente seguro, saludable y lleno de amor.
Porque al final, la verdadera pregunta no es qué tan bien tratamos a los animales, sino qué dice eso de nosotros como sociedad.
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*Business Data Analyst – IT & Logistics / MBA & Máster en Project Management. Auditor interno BASC. Administradora de Negocios Internacionales y Especialista en Mercadeo Internacional de la Universidad Pontificia Bolivariana.
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