Por: Luis Carlos Heredia Ordoñez/ Desde la promulgación de la Ley 99 de 1993, Colombia sentó las bases de una regulación ambiental robusta.
Esta ley, junto con el Decreto 1299 de 2008, exige que las empresas identifiquen, mitiguen y compensen sus impactos ambientales.
Ignorar estas normativas puede resultar en sanciones económicas, suspensión de actividades y daños irreparables a la reputación empresarial.
Además, cumplir con estas regulaciones no es solo una cuestión de evitar multas.
En un mercado competitivo, demostrar responsabilidad ambiental es un requisito para participar en licitaciones públicas, obtener permisos ambientales y establecer alianzas estratégicas.
Un SGA permite a las empresas no solo cumplir con la legislación, sino también mejorar su eficiencia operativa y reducir costos.
Por ejemplo, garantiza el cumplimiento normativo evitando multas y cierres temporales, además de ganar credibilidad ante autoridades como la ANLA y las Corporaciones Autónomas Regionales.
También permite reducir costos operativos a través de un menor consumo de energía, optimización de recursos y gestión eficiente de residuos, lo cual se traduce en ahorros tangibles.
Adicionalmente, fortalece la reputación empresarial, ya que los consumidores y aliados prefieren trabajar con empresas que demuestren un compromiso ambiental real.
En Colombia, las sanciones por incumplimiento ambiental pueden superar los $5.000 millones de pesos. Las empresas infractoras quedan expuestas a la desconfianza pública y a pérdidas en sus mercados clave.
Pero más allá de las multas, no adoptar un enfoque ambiental afecta tu competitividad. En un país donde los sectores agrícolas, industriales y extractivos están bajo constante escrutinio, las empresas que no se adapten estarán destinadas al rezago.
El cambio climático, la escasez de recursos y las exigencias normativas no son una tendencia pasajera. Son el nuevo estándar.
Los líderes empresariales colombianos deben reconocer que implementar un SGA no es un gasto, sino una inversión que garantiza la sostenibilidad económica y operativa de sus negocios.
La pregunta no es si tu empresa debe implementar un sistema de gestión ambiental, sino cuánto tiempo más puedes permitirte esperar. Cumple con la ley. Protege tu negocio. Lidera el cambio. La sostenibilidad no es opcional. Es el presente y el futuro de las empresas colombianas.
Implementar un sistema de gestión ambiental no solo es una respuesta a las exigencias normativas, sino una oportunidad para innovar y posicionarse en un mercado cada vez más competitivo.
Las empresas colombianas que apuestan por la sostenibilidad no solo cumplen con la ley, sino que se convierten en referentes de liderazgo y responsabilidad en sus sectores.
Adoptar prácticas sostenibles abre puertas a mercados internacionales, incentivos financieros y alianzas estratégicas con socios que valoran el compromiso ambiental.
Además, mejora la confianza de los consumidores, quienes hoy más que nunca exigen productos y servicios que reflejen un respeto genuino por el medio ambiente.
Es momento de que las empresas colombianas dejen de ver los sistemas de gestión ambiental como un costo y los asuman como una ventaja estratégica.
Cada inversión en sostenibilidad es una inversión en el futuro: en procesos más eficientes, en una reputación sólida y en un entorno regulatorio más favorable.
Colombia enfrenta grandes desafíos ambientales, pero también oportunidades para liderar la transición hacia un modelo económico más limpio y responsable.
Si las empresas no actúan ahora, corren el riesgo de quedar relegadas en un mundo que avanza hacia la sostenibilidad como una política de trabajo y de proyección económica.
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*Tecnólogo ambiental, ingeniero ambiental.
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