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Lectura: Entre mujeres, seamos hogar
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Opinión

Entre mujeres, seamos hogar

En un mundo que a menudo nos pone a competir, ser solidarias entre mujeres es una forma de resistencia. Esta columna es un llamado a construir vínculos sinceros, a volver al origen, a sanar juntas y a convertirnos en refugio unas para otras. Habla de cómo, a veces, incluso desde los hogares, se nos enseña a compararnos y competir, generando envidia entre nosotras. Sin embargo, la verdadera fuerza radica en la sororidad: apoyarnos y ser aliadas, no rivales. Porque entre mujeres, podemos ser hogar.

CORRILLOS
Última actualización: 2025/04/25 at 10:41 AM
CORRILLOS hace 2 meses
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Por: Erika Bayona López/ En nuestra sociedad, muchas veces se nos ha enseñado a ver a otras mujeres como rivales. Crecemos en un ambiente donde se nos impulsa a destacar a toda costa, a luchar por ser la mejor, la más exitosa, la más admirada. Esta idea se refleja incluso en detalles cotidianos dentro de nuestras casas, cuando los padres comparan entre hermanas o, sin querer, fomentan una competencia que ahoga la solidaridad genuina.

Este patrón no solo ocurre dentro del hogar, sino también en los espacios escolares, donde algunos padres de familia se enfocan más en que sus hijos tengan lo mejor, sobresalgan más o lleguen más lejos que los demás. Si bien desear lo mejor para los hijos es natural, esa presión, a menudo invisible, promueve la competencia constante, la comparación desmedida y, sin darnos cuenta, siembra semillas de envidia desde edades muy tempranas. Como sociedad, debemos aprender a educar con conciencia, a fomentar la empatía, el respeto y la colaboración. Debemos enseñar a admirar, no a competir, a compartir, no a compararnos. Esto también es parte de transformar el mundo.

Lo más complejo es que esta lógica de competencia se traslada a nuestra vida adulta. A veces he sentido cómo algunas mujeres, en lugar de celebrar el camino que una está recorriendo, lo miran con recelo. Es como si el brillo de otra incomodara. Y aunque puede doler, también invita a la reflexión: ¿qué nos enseñaron sobre el éxito ajeno?, ¿por qué sentirnos amenazadas cuando podríamos inspirarnos?

En lugar de dejarnos llevar por esos sentimientos que nos dividen, debemos vernos como aliadas. Cuando una mujer avanza, nos abre camino a todas. Es momento de transformar esos pensamientos limitantes en gestos de apoyo y empatía. He tenido la fortuna de rodearme también de mujeres que suman, que celebran con sinceridad, que te impulsan cuando lo necesitas. Y eso, créanme, hace toda la diferencia.

La sororidad, esa solidaridad entre mujeres, debe ser nuestra bandera. No hay nada más poderoso que una mujer apoyando a otra, que un grupo de mujeres que se comprende, se respeta y se ayuda mutuamente a crecer. La verdadera fuerza radica en la colaboración, en el reconocimiento de que el éxito de una es el éxito de todas. Cuando nos apoyamos entre nosotras, no solo avanzamos como individuos, sino que transformamos la sociedad que nos rodea.

Entre mujeres, somos capaces de construir redes fuertes, espacios seguros, ideas que cambian el rumbo de las cosas. Cuando dejamos atrás los juicios y nos vemos con empatía, nace algo muy grande: la confianza. Y la confianza entre mujeres puede mover montañas. Nos necesitamos unas a otras. Nos merecemos más espacios donde podamos brillar juntas, sin miedo a ser menospreciadas ni a que nuestra luz incomode.

Lo he vivido en carne propia, y es algo que me llena de esperanza. Hace poco, estuve en un encuentro de mujeres que me llenó el corazón por completo. Fue un espacio profundamente humano donde cada una, desde su historia, compartía su luz, sus dudas, sus búsquedas. Mujeres que se reunían no para competir, sino para reconocerse plenamente en su energía femenina y también en su energía masculina, con toda su fortaleza, su intuición, su sensibilidad y su impulso vital. Mujeres que se acompañaban y abrazaban su autenticidad, que se miraban sin juicios, que se transformaban mutuamente a través de la escucha, la palabra y el amor. Verlo, vivirlo, me recordó que sí es posible. Que estamos construyendo algo hermoso y que vale la pena invitar a más a sumarse, sobre todo a quienes aún no se han sentido parte de esto.

He sido testigo de grupos de mujeres que se reúnen para crecer, para conocerse a fondo, para cuestionar estereotipos, para emprender, para sanar, para aprender unas de otras. Mujeres que se atreven a ser auténticas, a caminar en comunidad, a tender la mano. Y eso también es revolución.

Entre mujeres, somos grandes. Podemos lograr cosas inmensas cuando dejamos la envidia atrás y elegimos apoyarnos. No hay límites para lo que podemos construir si decidimos vernos como aliadas y no como amenazas. Es en esa unión donde radica nuestro poder más profundo.

No hay límites para lo que podemos lograr cuando decidimos aliarnos en lugar de competir. Esa amiga que te escucha sin juzgar, la compañera que te recomienda para un nuevo trabajo, la hermana que celebra tu crecimiento como si fuera propio… Esos son los vínculos que valen la pena. No se trata de perfección, sino de intención: la de estar, de verdad, las unas para las otras.

Somos muchas las que creemos en esta forma de vivir: desde el cuidado, desde la ternura, desde la hermandad. Y mientras más seamos, más fuerte será este tejido. Porque ser mujer en este mundo ya es suficientemente desafiante como para recorrer el camino en soledad o en rivalidad.

Hace falta un cambio profundo, y ese cambio empieza por nosotras mismas. Debemos ser las primeras en abrir la puerta de la sororidad, en ser amables con las mujeres que nos rodean. La verdadera fuerza no radica en derribar a la otra, sino en levantarnos juntas, porque al final, entre mujeres, podemos ser hogar.

Como decía la escritora y activista Maya Angelou: “Hemos de encontrar la paz en nosotras mismas y llevarla al mundo, en especial entre nosotras”. Solo entonces podremos experimentar una verdadera hermandad, una que sea un refugio, un hogar donde todas nos sintamos aceptadas y apoyadas.

…

*Business Data Analyst – IT & Logistics / MBA & Máster en Project Management. Auditor interno BASC. Administradora de Negocios Internacionales y Especialista en Mercadeo Internacional de la Universidad Pontificia Bolivariana.

Instagram: erikabayonalpz

Twitter: erikabayonalpz

Facebook: Erika Bayona López

(Esta es una columna de opinión personal y solo encierra el pensamiento del autor).

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