Por: Juan David Almeyda/ El espacio público fundamentados en una política democrática requieren, para mantener sus cualidades de participación ciudadana funcionando, enfrentar distintos retos y desafíos que la sociedad contemporánea trae consigo. No es de extrañar que a medida que los tiempos de crisis se asoman desde todas las direcciones en todos los países el fanatismo y el dogmatismo, se vuelvan una moneda común entre los ciudadanos de los Estados-nación que actualmente conforman el cuerpo político internacional.
Así, la intolerancia se instaura en las múltiples comunidades humanas, la idea de retomar una política conservadora, donde la homogeneidad sea el principal atributo a seguir, es el estandarte común entre los múltiples partidos políticos que se postulan para gobernar en cada país y poco a poco se pierde el sentido de la democracia al pasar de ser aquel espacio político fundamentado en la pluralidad de voces y apariencias que permite la construcción conjunta de un porvenir a convertirse en un mero espacio sometido a una política de la uniformidad y la imposición de una univocidad.
Por lo anterior, se propone en la presente reflexión una forma de pensar los espacios políticos bajo el principio de la pluralidad; principio, que permite la sana construcción de un futuro para las comunidades políticas en tiempos de crisis. De modo, que sea posible responder a la pregunta por el cómo es posible construir democracia en los espacios públicos partiendo de la pluralidad como atributo principal de los ciudadanos que conforman dicha comunidad política.
Con lo dicho, se recurre a Hannah Arendt, autora alemana que sirve de fundamento filosófico para poder guiar esta problemática a una posible solución, además, se recurre a la ciudad de Bucaramanga para poder ejemplificar lo que se busca a partir de un caso concreto en el cual la intolerancia domina el espacio público y sea necesario pensar una alternativa para poder progresar como comunidad.
Para el caso que acontece a este escrito, el de exclusión de la comunidad sexualmente diversa, su existencia no debe ser una existencia en soledad, no debe reducirse a la privacidad, es necesario entrar en el espacio de aparición para poder encontrar la igualdad que todos, como seres humanos que aparecemos tenemos en común, sin embargo esta igualdad no tiende a una homogeneidad, sino que es un recurrir a lo que Arendt llama “paradójica pluridad de los seres únicos” una construcción en la cual se piensa a los sujetos como seres poseedores de un dualismo en el cual son, en tanto que humanos nacidos, singulares en todo sentido unos de otros y, a la vez, sujetos que se encuentran unidos en la mediad en que todos son poseedores de una condición de aparición en un espacio común con los otro, la no existencia de este espacio lleva a la reclusión del sujeto y a su vida en soledad, un estado del ser en el cual se enfrenta a la simple vida del destierro, puesto que:
Lo que acaece al sujeto en su estricta soledad no sería en realidad una experiencia: esta requiere la presencia de otros, requiere la pluralidad. Y para poder examinar esas experiencias, girar nuestra mirada al interior mismo de las acciones y las palabras de hombres y mujeres.
Esta condición de “pluridad de los seres únicos” es la condición base para poder fundamentar un espacio de aparición, a fin de mantener la comunidad política como un espacio de participación democrático en el cual se pueda actuar y dialogar de forma que múltiples miradas entren en el juego político y no se cierre a lo apropiado del espacio público homogéneo, en palabras de Arendt. Para el caso de Bucaramanga, en su crecimiento como ciudad capital, debe cuidarse de no caer en la estrategia de las políticas totalitarias, las cuales fácilmente tienen la capacidad de acontecer en las comunidades políticas.
Y es que para sobrevivir como comunidad política a los tiempos de crisis se debe mantener una política pública que mantenga la “paradoja pluridad de los seres únicos” como aquel principio que permite la existencia en-un-mundo-con-otros en el cual el mundo y la pluridad son garantes de una existencia de vidas humanas en las cuales pueden co-existir los unos con los otros y de un espacio para discutir, para alzar las voces, para participar, de modo que se pueda decidir el futuro del país Lo que se busca, al final, es que la existencia de los que habitan en la ciudad sea humana.
*Filósofo
Twitter: @JDavid_AlmeydaS
