Por: Ruth Stella Catalina Muñoz Serrano/ La forma social y afectiva en que nuestro país ha sido construido, tiene un poco de victimismo en sí misma, porque muchos escuchamos desde pequeños “que nos robaron el oro” y hemos actuado como tal, esperando que alguien nos regrese lo que se llevaron, creyendo que los Estados deben “darnos” porque es su “deber”, pero recordemos que el Estado es garante de los derechos humanos, entre los cuales encontramos los laborales, legales, políticos, económicos y sexuales, sin embargo se atribuye a los diferentes conflictos armados la razón por la cual en Colombia se han violados estos derechos, históricamente se explica entonces porque han nacido movimientos sociales que buscan la reparación y restitución de estos derechos, porque se entiende entonces que el Estado no está garantizando a su población total seguridad.
Y parece que así ha sido, hemos descargado totalmente la responsabilidad en el Estado, esperando que “alguna vez mágicamente” mejore todo en nuestro país y aunque la historia relata la independencia y el libertador, del que estamos muy agradecidos, no somos independientes.
Y la dependencia que tenemos es a la guerra y a la violencia, como forma de normalizar estar unidos, si se profundiza en la forma social de las comunidades, en donde siempre se espera tener un cacique que organice esta dinámica social, nos devolvemos a pensar que hemos estado luchando desde el inicio de la historia colombiana porque nos sean respetadas las decisiones, respetado el voto y la elección.
Es decir, que nos respeten el ser, sin ningún reproche, pero eso ha sido tan tergiversado, que creemos que en el ser es posible hacer daño, que las guerras en Colombia han valido la pena y que, para hacernos escuchar, está bien, destruir la infraestructura de las ciudades, ¿Se está haciendo política sin saber hacerla?
Ninguna agresión a la ciudadanía tiene una explicación racional, teniendo en cuenta que quienes están en el poder, también son ciudadanos que han alcanzado entonces un lugar visible para garantizar al pueblo sus derechos, pero entonces, ¿dónde está el compromiso social? ¿Sabrá mandraque?
Pues siempre el pobre mandraque ha tenido la culpa de la violencia en el país.
Como le explicamos a nuestros jóvenes y adolescentes ¿Cómo se hace política? Si la forma que conocemos es agresiva o totalmente pasiva, lejana de la realidad; como enseñarles a cambiar de pensamiento, si aún seguimos creyendo que no se van a pensionar, que el voto en blanco no sirve; nosotros mismos como sociedad nos hemos encargado de absolver las soluciones, nosotros las invalidamos, no las cumplimos, ni siquiera pasamos por el puente, sino que nos abalanzamos en la acera y vemos como hemos perdido la vida de muchos ciudadanos en esta travesía, también vemos como se normalizó el abuso y me refiero a el abuso, en todo su esplendor, no solo el abuso sexual, sino el abuso de la autoridad, que se da desde casa y se permea en sociedad.
En ese sentido, hemos estado condenados a repetir la historia, porque nunca nos hemos detenido a hacer parte del cambio, uno real, uno en que las diferencias no nos separen y no nos hagan rechazar a los demás, en donde como ciudadano pueda asumir mi responsabilidad y contribuir al cambio.
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*Docente, Psicóloga (UNAD), Especialista en Gerencia de Proyectos (Uniminuto), Maestrante en Psicología comunitaria (UNAD).
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