Por: Luis Eduardo Jaimes Bautista/ “Cuándo empezará la cultura de sembrar un árbol, en vez de talarlo. Cuando se siembra, se hace lejos de la ciudad, para no sentir la sombra. La lluvia favorece y limpia el aire y no es tan costoso, desgraciadamente nuestros gobernantes, duran muchísimos años para buscar soluciones y cuando llega el momento los cuerpos están putrefactos de corrupción”.
El hombre que hará para remediar lo que ha destruido a lo largo de todos estos siglos y sigue siendo víctima de sus propios inventos, más cuando la tierra se destruye por la contaminación ambiental. Todo debe ser porque nuestros gobernantes y administradores de las políticas públicas viven en una acidia, (la pereza o la holgazanería politiquera) siguiendo un desorden global.
Los acuerdos internacionales sobre el cambio climático y las diferentes conferencias de las Naciones Unidas fijan plazos para que los gobiernos cumplan las normas de los acuerdos pero jamás se dan, solo quedan los días internacionales del ambiente, del agua, del hábitat, de la vida silvestre, de los bosques, de la salud, del medio ambiente, del aire puro y muchos otros días que se celebran en el calendario Gregoriano, como una demostración que existen.
Pero jamás en el sentido consciente de las acciones, la ciudadanía vive vinculada, (si padece los problemas) convive la crisis diaria del entorno natural sin un enfoque constante a las soluciones de los problemas ambientales. (No existe una política pública ambiental) tendientes al bien común.
Sin encontrar ese equilibrio entre derechos y deberes. Hago esta introducción para tratar un tema que nos toca a todos y que la gobernanza de las ciudades del área metropolitana en sus Planes de Desarrollo, está en un segundo plano. Se trata de la Contaminación del Aire y los agentes contaminantes: (Vehículos, Empresas procesadoras de residuos, concentrados, hornos, industrias) que jamás han tenido la revisión real de los estándares por parte de las entidades ambientales.
Tiene que suceder que toda una población viva entre la contaminación del aire, por el material particulado de los combustibles fósiles y los niños, los abuelos con enfermedades respiratorias, para tomar medidas, medidas que se dan en el año un día y continuar el resto de sus vidas, con el lastre de las enfermedades, hasta que los diagnósticos, ya no puedan salvar sus vidas.
Solo visitas, llamados de atención y las ciudades siguen en peores condiciones, con efectos negativos para la salud. Los cambios climáticos (los fenómenos de la niña y el niño) que estamos sufriendo: Altas temperaturas, lluvias, tormentas eléctricas, las que trasmiten las enfermedades infecciosas respiratorias por la suspensión de partículas, sino también la emanación de otros contaminantes, desmejorando la calidad de aire que respiramos.
Hablemos de nuestra Área Metropolitana y su Bucaramanga, con autoridades ambientales: La CDMB y El Área Metropolitana de Bucaramanga, igualmente con Subsecretarias y Secretaria de Ambiente en nuestras ciudades, que no presentan resultados reales a las políticas públicas que les corresponde. ¿Entonces para qué están creadas? Por la ciudad circulan diariamente los buses de servicio público como locomotoras, vehículos que no han tenido el control de gases, arrojando partículas de CO2 y NOx, El ozono toposférico, oxidante fotoquímico y componente de compuestos orgánicos volátiles que respiramos y son los causantes de cardiopatías respiratorias. ¿Será que en pocos años usaremos mascarilla, tapabocas, respiradores costosos, para contrarrestar el mal ambiente diario, debido a la negligencia de quienes están obligados a hacer cumplir las normas de la no contaminación? ¿Para qué tantas leyes, acuerdos, decretos, si no se cumplen e inclusive la justicia queda callada? Cuando la calidad del aire va de regular a peligroso.
Existen cinco estaciones que miden esta calidad de aire, en varios sectores críticos de la ciudad, hoy fuera de uso (tenencia de la CDMB) según los técnicos debido al sistema de refrigeración de las cabinas y algunos ya dañados que necesitan ser cambiados y colocar otros en Girón, Chimitá, donde los olores todavía no han sido controlados por las empresas y siguen enrareciendo el aire en las madrugadas y a cualquier hora del día, sin adoptar medidas sancionatorias.
Los ciudadanos han perdido la fe en las prácticas de la gobernamentalidad neoliberal, una subpolitica a la tradicional que busca estar por debajo. El presente y el futuro se estructuran en torno a la centralidad de los problemas del riesgo, incapaces de enfrentar las políticas ambientales.
Twitter: @LuisEduardoJB1