Por: Reinaldo Pérez Flórez/ Administrar la Dirección de Tránsito de Bucaramanga (DTB) ha sido uno de los cargos de mayor responsabilidad en nuestra ciudad, desde que el ingeniero de la moral administrativa en plena campaña del 2015 les decía a los conductores informales, “me voy hacer el pingo”.
No lo hizo solamente con el transporte informal lo hizo con el contrato de consultoría para el cambio de semaforización en la ciudad a cargo de la Sociedad Colombiana de Ingenieros, un contrato por el cual declaró insubsistente al doctor German Torres, entonces director de esta entidad, un profesional con el criterio y la experiencia necesaria para descalificar un contrato con esta entidad.
Ya todos conocemos que después como alcalde encargado, mantuvo su posición frente a este contrato, ya que este no tenía la seguridad jurídica y muy seguramente traería problemas por la modalidad de contratación, según él doctor Torres, por qué la SCI no era idónea y no contaba con la experiencia necesaria; cuando el ingeniero de la moral administrativa volvió al cargo, lo hizo con sus principios intactos y al hablar con el director de tránsito Juan Pablo Ruiz González telefónicamente en un video que fue viral, le dice al nuevo director, “si esta tarde ese contrato no está firmado lo echo”, todo enmarcado en los principios del “va porque va”.
Lo que necesita un alcalde son secretarios de despacho que tengan criterio, pero ante todo la experiencia necesaria para dar buen manejo a los dineros públicos, cada cargo tiene sus especificaciones y si es para Director de Tránsito de la ciudad, debe ser alguien que se pueda medir no solo por su fuerza intelectual, también por su fuerza ética y moral.
No es ético modificar manuales de funciones para lograr llegar a un cargo, ese era uno de los principios de la administración anterior, la experiencia es fundamental ya que va de la mano de la idoneidad para desempeñar el cargo, no expertos en repetir macabras y vitalogicas historias.
Los hechos hablan y el nuevo Director de Tránsito de la administración Cárdenas, el bogado e historiador Omar Alejandro Alvarado Bedoya, hizo parte de la dignificación de la memoria de Luis Carlos Galán Sarmiento, compromiso de la administración Hernández con la familia Galán, compromiso que tampoco cumplió, en el cual se invirtieron dineros del municipio, donde todos los ciudadanos seguimos viendo una casa en ruinas, en condiciones para nada dignas, una vergüenza nacional, donde la imagen de quienes estuvieron en ese proceso, tarde que temprano, tendrán el mismo nivel de deterioro que este inmueble.
Cuando la experiencia para asumir un cargo se ha fortalecido gracias a un curso on line, no es una garantía real para el buen desempeño que exige el cargo, en el cual la persona no debe ser para nada manipulable, están en juego los recursos públicos y la movilidad de la ciudad, la ejecución de un contrato que debe modernizar un sistema de semaforización que tiene más de 30 años, fueron muchos los compromisos hechos por la anterior administración y la verdad, ver a los mismos contadores de historias buscando protagonismo mediático tratando de adoctrinar a una ciudadanos desprevenidos que muchas veces pasan por alto estos nombramientos.
La idoneidad es vital para la designación de un cargo, la transparencia administrativa es fundamental en este proceso, no su jefe político, de ser probado que el jefe político del abogado Alvarado, fue el factor determinante para su nombramiento como DTB, estaríamos ante un caso de clientelismo, donde el color del partido político involucrado en el tema ya no sería el cuestionado partido del trapo rojo, el color verde serían el nuevo protagonista, así como la idoneidad del funcionario para el cargo (esta verde), el discurso al Partido Verde no se le ha extraviado, es que es solo eso, un discurso, van 11 días de esta administración y se convirtieron en la anti tesis de su propio discurso, discurso que esperamos puedan traer a la vida real, que no sean contadores de historias, repitiendo historias, sería lo mejor para la ciudad.
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