Por: Diana Ximena Carreño Mayorga/ Hablar sobre hábitos de pensamiento resulta fácil desde el positivismo implícito que actualmente rigen los Coachs en internet: “Piensa positivo y crea tu realidad”. Pues, aunque no sea del todo mentira, es importante explicar desde la neurociencia, ¿por qué funciona de esta manera?
Los hábitos de pensamiento son los caminos automáticos que seguimos sin ninguna reflexión y se vuelve muy importante comprender nuestro cerebro desde dos perspectivas: La primera donde damos cuenta que los pensamientos se ven influenciados por nuestro entorno, incluso más de lo que creemos. Saber de que manera ocurre esto nos permite contrarrestarlo. En segunda instancia, entender cómo el cerebro crea hábitos nos muestra la mejor manera de desmantelarlos y disponernos a crear nuevos, más útiles y eficaces.
¿Por qué cambiar ahora? ¿Cuándo es el momento adecuado para un cambio? A veces, un choque repentino ha sacado algo a la superficie, o un asunto se ha estado cocinando demasiado tiempo y ahora ‘ya huele a quemado’. Cambiamos cuando es importante, por lo que nuestros valores están implicados. Mientras que nuestros objetivos y la planificación puedan ser cognitivos y fríos, los valores serán emocionales y cálidos: nos mueven a la acción. La neurociencia nos da muchas pistas sobre cómo los centros emocionales de nuestro cerebro trabajan junto con las partes más razonables para planificar, decidir prioridades y actuar en consecuencia.
Pues bien, en el centro del cambio se encuentra el aprendizaje. ¿Cómo aprendemos? Aprendemos desde nuestras experiencias y cambiamos nuestras acciones y pensamientos debido a que algo nuevo nos parece más valioso y retributivo.
Este es un campo donde la neurociencia tiene mucho que decir, el cerebro tiene un sistema de recompensa alimentado por el neurotransmisor dopamina. Si queremos entender su valor, la recompensa y la experiencia del deseo, es mejor que comprendamos su funcionamiento. Querer algo no es lo mismo que te guste algo. Se puede desear algo, pero no disfrutarlo, como un trozo extra de torta de queso que se funde en la boca tras un primer bocado y en esto hago énfasis porque querer y gustar se rigen por un sistema cerebral diferente.
Es importante secuenciar y alinear nuestras acciones y esto quiere decir que debemos dejar de hacer algunas cosas y motivarnos para hacer otras. Debemos pensar a largo y corto plazo, coordinar los recuerdos y mantener la concentración y este es el mundo de la Corteza Prefrontal (CPF), situada detrás de la frente, la llamada ‘’directora del cerebro’’. Sin embargo, no está completamente al mando. El miedo puede llegar a anular nuestro plan completamente. Planeamos una buena presentación, por ejemplo, pero estamos tan ansiosos que lo echamos a perder todo en el momento crucial. La amígdala cerebral es la principal protagonista de nuestro circuito emocional. Cuando cualquier emoción se impone a la acción inteligente o racional, experimentamos la realidad: podemos echarlo todo a perder si la emoción negativa predomina.
Es por esto y tanto, que entender cómo funciona el cerebro en la práctica o en la vida real, nos ayudará a comprender también de que manera vamos cambiando y mejorando siempre, a ser más congruentes y eficaces.
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*Psicóloga del Programa de Diversidad Sexual y Población LGBTIQ+ de la Secretaria de Desarrollo Social, alcaldía de Bucaramanga.