Por: Yessica Molina Medina/ Uno de los temas más polémicos de los últimos dos años ha sido el fracking, palabra inglesa que cada vez es menos extraña para los colombianos. Estamos hablando de fracturación hidráulica para extraer, especialmente, petróleo. Pero más allá del fracking, la discusión pública debería centrarse en una sigla mucho menos conocida: YNC, yacimientos no convencionales.
No se trata de productos diferentes. Como bien señala la Asociación Colombiana del Petróleo (ACP), se trata del mismo gas y del mismo petróleo que contienen los yacimientos convencionales, que es de donde hemos extraído estos hidrocarburos toda la vida. Pero extraerlos de un YNC requiere una técnica diferente porque, para decirlo coloquialmente, están más abajo y se mueven más lentamente. Por esto hay que usar la estimulación hidráulica (el agua les ayuda a salir).
Y digo todo esto porque el desconocimiento, como en todo, ha traído mitos que han tapado la realidad. Aquí vienen los mitos (y ahora sí hablemos del fracking).El fracking puede producir vibraciones menores que las que producimos cuando cerramos una puerta en la casa. O, máximo, como las producidas por un camión. El agua usada no contamina ríos ni compromete su uso en las comunidades, en parte porque puede ser reutilizada. El fracking responsable no debe producir contaminación auditiva y la mitigación de esta es una obligación de cada empresa.
Ahora hablemos de la realidad. La explotación de YNC tiene unos beneficios que quiero enumerar. Y cuidado, me refiero a un ejercicio siempre amigable con el medioambiente, el cual debe estar por encima de cualquier consideración: 1. dinero de las regalías para las regiones y sus poblaciones. 2. Generación de empleo. 3. Estimulación de la actividad comercial allí donde se ejecuten los proyectos. 4. Inversión extranjera directa. 5. Mayor inversión social e inclusión.
Se trata de beneficios para todas las capas sociales, incluidos especialmente los más necesitados, aquellos cuyo sustento depende del empleo local y de las ayudas sociales del Estado.
La economía colombiana necesita de los hidrocarburos: como en cualquier economía del mundo, son un motor. Y como además Colombia puede extraer grandes cantidades de sus suelos, las empresas que se dedican a ello pagan impuestos y generan empleos. Sin contar con que las finanzas del Estado, en parte, dependen de Ecopetrol. Y de las finanzas estatales depende, entre otras, la inversión social.
Otra realidad es que las reservas de hidrocarburos no son infinitas. Es decir, las reservas de petróleo se acaban. De hecho, el año pasado la Agencia Nacional de Hidrocarburos anunciaba unas reservas de petróleo para apenas 6 años. Pero esta misma agencia ha afirmado que la exploración y producción de hidrocarburos en YNC podría triplicar dichas reservas (solo contando con el valle Medio del Magdalena y la cuenca Cesar-Ranchería).
En suma, estamos ante una práctica que, como todo lo humano, requiere responsabilidad. La realidad es que el país, y más después de esta pandemia, necesita y necesitará de la explotación responsable de sus YNC. El mito es que cualquier proceso de extracción de este tipo en sí mismo es un atentado contra el medioambiente. La verdad es que, sin un entorno ambiental sano, no hay fracking que valga.
*Master en comunicación estratégica, profesional Comunicadora Social- Periodista, asesora política y relacionamiento público y experta en marketing político.
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