Por: Ruth Stella Catalina Muñoz Serrano/ Los dos polos suelen ser vistos con negación, llevándonos a medir a una persona solo porque lo que podemos ver y por las experiencias que vivimos, y esta es sola una sola forma en que nos permitir validar a quienes nos rodean, precisamente por lo aprendido, sin embargo, son las experiencias lo que hace que podamos estar mal rotulando a las personas, porque las observamos se dan desde nuestros recuerdos.
Sin querer, interrumpimos el accionar cotidiano por como pensamos y, por ende, por como nuestras acciones se perciben el mundo exterior, lo que observamos es lo que vemos, entonces lo literal podría ser totalmente subjetivo y es nuestra propia percepción, pero es aceptado por muchos y odiado por otros.
Por cómo actuamos o realizamos algunas acciones no podríamos ser validados, sin tener en cuenta quienes somos, es una frase de cajón que nos hemos repetido en reiteradas ocasiones, sin embargo, esto es contraproducente, ¿por qué cómo se mide algo totalmente intangible?
Tanto la moral, como los valores son intangibles, entonces medimos por lo que vemos y es complejo, porque la premisa de que lo que vemos es precisamente producto de lo que somos y pensamos, la coyuntura se da, cuando en los ejercicios de construcción de paz, nos quedamos de manera voluntaria en donde nos hacen daño.
Lo políticamente correcto es huir de donde nos hacen daño, pero por diferentes patrones mal aprendidos, como ya lo hemos planteado en otras columnas, nos quedamos aceptando que es lo que merecemos.
El poder comprender como la culpa se transmuta a partir de no asumir la propia responsabilidad de sus acciones y como muchos asumen ser el sujeto de prueba de otros, nos puede llevar a entender la diferencia real entre huir para evitar problemas y huir porque no queremos enfrentarlos.
La primera premisa, está relacionada con la prudencia y la templanza, de manera que se perciba el respeto por el conflicto, aunque es necesario, no todos estamos preparados para llevarlo, así como tampoco para asumirlo, las pocas herramientas socio emocionales nos restringen del enfrentar correctamente las situaciones.
La siguiente premisa se da en ocasiones, por una capacidad inequívoca para enfrentar las situaciones, porque nuestras estrategias personales no nos permiten aterrizar la respuesta idónea a las situaciones, pero, nos niega a ver al otro con los mismos ojos de compasión, con que pedimos ser observados.
Mas fuerte es quizá no asumir la propia responsabilidad de alguna forma particular de pensar, de ser y de convivir.
La capacidad para quedarse o huir, es la misma que el miedo nos permite activar, esta emoción tan rustica y prehistórica con la que nos enfrentamos a las cosas o simplemente nos vamos, la misma que hemos romantizado para dejar soñar.
Una acción importante en ese sentido es comprender la importancia del conflicto, porque no es este el responsable de nuestras acciones desbordadas ni de huir, sino nuestra reacción al miedo.
¿Cómo estamos enfrentando el miedo? ¿Cómo te enfrentas a tus sueños?
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*Docente, Psicóloga (UNAD), Especialista en Gerencia de Proyectos (Uniminuto), Magister en Psicología comunitaria (UNAD).
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