Por: María Isabel Ballesteros/ María Cristina Willemann, epidemióloga brasileña, perdió a su padre, víctima del coronavirus, porque “él prefería creer en los mensajes de WhatsApp” más que en la información que ella misma le suministraba. En las redes sociales se han viralizado mensajes donde se asegura que la vacuna de Pfizer/BioNTech altera el ADN humano o que esteriliza, así como se siguen compartiendo videos de supuestas “vacunaciones falsas”, de importantes personajes públicos mundiales y nos siguen llegando a diario, todo tipo de fórmulas y tratamientos milagrosos para “curarnos del Covid”.
La reñida competencia por la primicia lleva incluso a los medios más tradicionales a cometer imprecisiones o a fragmentar las noticias y ahora, con el auge de la tecnología y las redes sociales, el problema se intensificó, partiendo de que cualquier persona puede afirmar lo que quiera, sin ningún control, y replicar todo tipo de información de manera instantánea.
El espejismo de las redes sociales nos convirtió en seres hiperconectados que la pandemia terminó confinando en casa y al poco tiempo de la declaratoria de la emergencia, la OMS señaló que el tráfico de datos actualizados sobre el Covid había aumentado entre el 50 y 70%, dando lugar a un fenómeno tan nocivo como el mismo virus, y que dicha organización denominó infodemia. A la sobreinformación que vivimos se sumó la saturación de noticias, generalmente falsas, sobre este tema y cuya propagación es tan veloz por las redes que parecen haber adquirido un grado de omnipresencia. Bueno, no es de extrañar porque la expansión digital lo permite y estamos en un mundo donde se calcula que hay más móviles que seres humanos, a pesar de las grandes brechas que aún existen.
Además de estar expuestos a la televisión, el cine, la prensa y la radio, ahora estamos sumergidos en un océano digital donde se han producido varios fenómenos: en primer lugar, están las fake news (o noticias falsas) que se crearon con el objetivo de ganar dinero dentro de la web y que los usuarios reenvían, como material noticioso, sin percatarse muchas veces del engaño que multiplican y los perjuicios que causan.
También está la información maliciosa que puede basarse en información genuina, pero fuera de contexto, que garantiza para quienes la manipulan mayores probabilidades de difusión, con el fin de causar un daño específico. Es así como surge la desinformación, que es una mezcla de ambos fenómenos y de la cual se crean multiformes escritos, de apariencia periodística, videotextos virales, fotos antiguas etiquetadas y compartidas como recientes y hasta memes, que terminan confundiendo u orientando al usuario equívocamente, con respecto a la realidad.
Los estudios revelan que más del 50% de los latinos, no sabemos diferenciar una noticia falsa de una verdadera, sin embargo, existen algunas recomendaciones a la hora de evaluar la veracidad de los contenidos, empezando por aplicar el sentido común, inclusive, con las fuentes seguras. Adicional a la identificación de la fuente, nos recomiendan revisar la antigüedad de las cuentas o perfiles que emiten información, así como las fechas de publicación, el tipo de noticias que comparten y el número de veces que lo hacen otros usuarios; de igual manera es importante distinguir que no se trate de material satírico.
Por otro lado, cuando la información corresponda a novedades del mundo de la ciencia debemos tener especial cuidado si no proviene de autoridades en el tema. En estos casos hay que tomarse un poco más de tiempo para revisar si hay estudios previos de entidades reconocidas o publicaciones en revistas científicas, que respalden la noticia. En segunda instancia, frente a información reciente y relevante, sobre la que podamos tener dudas, lo más recomendable es consultar los portales verificadores de información digital.
Hay que reconocer que a nivel mundial existe un enorme vacío legislativo en este tema, lo que propicia que las redes sean caldo de cultivo para este caos donde no hay mayores sanciones contra los generadores de contenidos falsos e imprecisos, salvo por las acciones que las mismas redes sociales han empezado a tomar, donde etiquetan y advierten sobre algunos de estos contenidos o han aplicado censura. De todas maneras, este esfuerzo sigue siendo insuficiente, pues no deja de circular un alto volumen de este tipo de noticias, con total libertad, tanto en redes públicas como en chats privados.
La información inexacta, distorsionada o falsa sobre el origen del covid, los mecanismos de propagación y el tratamiento para combatirlo, además de la confusión, nos afecta a todos no solo emocional, mental sino físicamente, pues un mal consejo puede poner en riesgo muchas vidas y la sostenibilidad del sistema de salud.
La infodemia nos produce la sensación de “pescar en río revuelto”, al hacer parecer que ninguna información es confiable, dificultando la labor del personal médico que ahora debe navegar entre mayor número de apps, blogs y portales de tipo científico. Y esta crisis se agudiza no solo por la participación humana, sino también por la intervención de la inteligencia artificial que a través de bots (o robots) multiplica la generación de estos contenidos.
Es cierto que los medios masivos tienen una gran influencia, a la hora de orientar el pensamiento público o las decisiones que tomamos, pero un poder paralelo lo tenemos ahora los opinadores, los generadores de contenido o los usuarios de las redes, pues al publicar, compartir o dar un like podemos estar viralizando información contaminada entre millones de personas. Frente a esto, tanto medios como cibernautas tenemos que asumir un compromiso de corresponsabilidad y aunar esfuerzos para combatir este monstruo, empezando por alfabetizarnos en el mundo digital, denunciando con las mismas redes sociales el material sospechoso o falso, luego de verificarlo, pero, sobre todo, absteniéndonos de dar un click, al no estar completamente seguros.
*Administradora de Empresas y Finanzas, Mg. En Calidad y Gestión Integral. Asesora en Sistemas Integrados de Calidad.
Twitter: @Maisaballestero
Instagram: @Maisaballesteros
Fan page: @Maisaballesteros
Estamos fregados con tanta información circulando acerca del covid y donde todo el mundo se cree experto.
Oportuna columna INFODEMIA…que en resumen describe la triste realidad de la manipulación de la información por manos inescrupulosas y la ignorancia de los creyentes en ellas que nunca revisan las fuentes y mucho menos buscan cerciorarse en revistas científicas o páginas habilitadas para verificar autenticidad de contenidos.Pero kos mueestra a su vez lo frágiles que somos los ciudadanos para ser manipulados por falsos profetas…igual que en la POLITICA..