Por: Paola Guarín/ En los últimos años el transporte público en Bucaramanga sufrió cambios significativos como la puesta en marcha del sistema Metrolínea y la variación en las rutas convencionales de transporte masivo en el área metropolitana en sectores de la ciudad a fin de garantizar la movilidad. Sin embargo existen falencias que deben ser abordadas con más delicadeza y responsabilidad por las entidades públicas, para ser más exacta, como dirían nuestros abuelos “en casa de herrero, azadón de palo”.
Entendemos que la coyuntura nacional ha obligado a la ciudadanía a recurrir a herramientas como Uber o el transporte informal, debido las innumerables falencias que saltan a luz a la hora de satisfacer esta necesidad básica.
Resulta muy incongruente que las flotas de transporte público, cuyo finalidad es prestar un servicio sostenible, eficiente y útil para todos los usuarios que optan por este tipo de sistemas convencionales de movilidad, hoy por hoy, es palpable que su transformación son fuentes móviles de contaminación, donde no hace falta tener experticia en pasivos ambientales, para observar y palpar la ‘sobrecombustión’ representada en masivas olas de humo, que en últimas afectan el entorno natural de la calidad de vida de los ciudadanos, el aumento de la polución arrojando la contaminación en la calidad del aire de nuestra hermosa ciudad bonita.
Propender un desarrollo sostenible se traduce a la existencia de solidaridad y responsabilidad social conminando a las empresas, ciudadanos, entes de control y entidades públicas en aunar esfuerzos y propender por la protección de los recursos naturales a fin de garantizar la calidad del aire para el caso especial y concreto. Siendo ecuánimes debemos evaluar como colectivo ciudadano el desempeño de las autoridades de tránsito y las entidades ambientales, sin que ello desmerezca su desempeño, pues es de reconocer que pese a adelantar operativos de movilidad, es clara la necesidad de robustecer más controles al parque automotor del área metropolitana de Bucaramanga, especialmente al transporte público.
Destaco que día a día el transporte público debe impregnar calidad en su servicio, pues salta a la luz las deficientes condiciones técnicas de los buses públicos, arrojando como resultado la producción de gases contaminantes afectando principalmente a la población vulnerable como niños y adultos mayores y con la correspondiente alza en las cifras de enfermedades pulmonares en la Ciudad de los Parques y sus municipios aledaños.
La protección del medio ambiente es una tarea de todos, ya que su mandato constitucional establece derechos y obligaciones a sus ciudadanos como las autoridades ambientales, locales y entes de transporte llevar a cabo medidas que garanticen un desarrollo sostenible, adoptado diversas medidas e iniciativas para reducir la contaminación que provoca el tráfico, en la mayoría de los casos (aunque no siempre), se reconoce que ello puede pasar por restringir en cierta medida el aumento del volumen total de tráfico, ya sea con medidas de urgencia durante algunos días, cuando la contaminación es demasiado alta, o mediante políticas más completas a largo plazo.
La calidad del aire es uno de los motivos de políticas como la implantación de zonas peatonales en el centro de las ciudades, la limitación del tráfico y la creación de autopistas de peaje, pero pese a ello, es evidente el clamor de tomar medidas correctivas urgentes.
Según el Ideam (institución pública de apoyo técnico y científico al Sistema Nacional Ambiental) en Colombia, el monitoreo y control de la contaminación atmosférica ha tomado día a día mayor relevancia, debido a que, según cifras de la Organización Mundial de la Salud, una de cada ocho muertes ocurridas a nivel mundial, es ocasionada por la contaminación del aire. A nivel nacional, el Departamento Nacional de Planeación estimó que, durante el año 2015, los efectos de este fenómeno estuvieron asociados a 10.527 muertes y 67,8 millones de síntomas y enfermedades.
Adicionalmente, los costos ambientales asociados a la contaminación atmosférica en Colombia, durante los últimos años se incrementaron pasando de 1,1% del PIB de 2009 ($5,7 billones) a 1,59% del PIB de 2014 ($12 billones) y del 1,93% del PIB en 2015 ($15.4 billones), lo cual pone en evidencia la necesidad de seguir implementando estrategias para controlar, evaluar y monitorear toda fuente directa de contaminación.
Solo espero que la creación de conciencia social vaya más allá de reciclar y generar educación ambiental, pues la salud pública es renuentemente afectada por la falta de medidas que garanticen la calidad del aire a la sociedad en general como lo expuse anteriormente, puesto que una sociedad no se mide por las galanterías estructurales que le entrega a sus administrados sino por las condiciones mínimas ambientales que heredan sus hijos.
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