Por: Javier Antonio Rojas Quitian/ Por estos días ha crecido el escándalo y la indignación de muchos ciudadanos en torno a la multinacional colombiana de productos alimenticios Alpina, donde se le cuestiona por la importación durante lo corrido del 2020 de más de 40.000 toneladas de leche en polvo, el disgusto ha llegado al punto de que en varios mensajes se invita a no consumir más productos Alpina hasta que ellos vuelvan a comprar su materia prima a los productores de leche colombianos.
Por su parte, la empresa a través de un comunicado salió a señalar que esas acusaciones son falsas y que las cifras están desfasadas, que no coinciden con la realidad, sosteniendo que ellos han apoyado al campo colombiano y que actualmente le compran la producción de leche a 3.500 ganaderos del país.
Estas acusaciones, más allá de demostrar una suerte de deslealtad de Alpina con el país, lo que demuestra es la inconformidad de los productores de leche con las condiciones que deben afrontar en la actualidad y no es para menos, en días pasados la Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegan) advirtió que las empresas procesadoras han disminuido el pago por litro de leche en un 5% y el volumen de recolección en un 10%, debido a una supuesta sobreoferta en el país durante la pandemia, perjudicando de esta forma a cerca de 300.000 pequeños productores.
Así mismo, Fedegan alertó por un aumento del 4.1% en el precio final al consumidor de los productos lácteos, agudizando la situación, pues además reduce considerablemente el consumo nacional de leche y sus derivados. ¡El pez grande se come al pez pequeño!
Pero estas dificultades del gremio lechero no son nuevas, según los registros en la última década, los costos de producción de leche como insumos, salarios y demás gastos han subido un 60,3%, mientras que el precio de venta se ha incrementado solamente en un 44 % y más por concepto de inflación que por alivios a los productores.
De esto se deduce que en Colombia cada vez es más costoso producir un litro de leche, cada vez el gremio lechero es menos competitivo y no nos digamos mentiras, la mayoría de industrias transformadoras de lácteos están importando leche de Estados Unidos y la Unión Europea cobijadas en los términos de los tratados de libre comercio.
El escándalo y disgusto surgió con Alpina, pero la verdad es que empresas como Parmalat, Nestle, Alqueria, Induleche, entre otras, han estado desde hace varios años importando leche en polvo y otros productos lácteos pero, ¿por qué importar estos productos y no comprarlos en Colombia?
El Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos que entró en vigencia en 2012 en el Gobierno de Juan Manuel Santos, pero que fue negociado hacia el 2006 cuando Álvaro Uribe era presidente, estableció una cantidad de insumos lácteos que podrían ser importados por las empresas sin pagar aranceles.
Para el 2012 el TLC estableció la cifra de 9.570 toneladas de productos lácteos que ingresaron al país sin pagar impuestos y para el año 2019 la cifra ya sumaba 18.650 toneladas, representadas en leche en polvo, yogurt, mantequilla, quesos y otros productos lácteos, que ingresan sin pagar aranceles y que además se incrementan anualmente en un 10%, hasta el año 2026 cuando las importaciones de productos lácteos originarios de Estados Unidos quedarán completamente exentas de pagar aranceles. Por su parte, las importaciones de productos lácteos provenientes de la Unión Europea quedarán completamente libres de aranceles en el año 2028.
La situación es preocupante, el sector lácteo colombiano está en una cuenta regresiva que lo llevará, en 2026 y 2028, a enfrentar sin ningún tipo de restricciones las importaciones provenientes de dos de los más grandes productores mundiales del sector lechero. Más si se tiene en cuenta que cada tonelada de productos lácteos que ingresa al país, equivale a cerca de 8.000 litros de leche cruda que deja de comprarse a los productores colombianos, quienes no tienen la posibilidad de competir en términos de calidad y precio con la leche importada.
De lo anterior podemos deducir que la lucha no debe ser contra las empresas que importan productos lácteos, al fin y al cabo son negocios y están constituidas con ánimo de lucro, nuestro disgusto y enojo debe ser con los Gobiernos y sus políticas públicas que debían utilizar estos años para fortalecer el campo y la cadena productiva de la leche, pero por el contrario, estamos en una situación donde los procesos de producción, acopio, transporte, distribución y transformación, son rudimentarios, obsoletos y con sobrecostos, totalmente incapaces de competir con estándares internacionales, donde por ejemplo Estados Unidos subsidia la producción.
El sector lácteo requiere urgentemente una reformulación de sus políticas, pues nuestro disgusto con Alpina es solo un campanazo, un anuncio de lo que vamos a vivir a partir del 2026, el esfuerzo debe centrarse en reducir costos y elevar el rendimiento, la producción y esto se logra con estimulación desde el Gobierno con mejoramiento de vías terciarias, créditos con bajas tasas de interés, mejoramiento genético, incentivos a empresas productoras de alimentos concentrados, apoyo a asociaciones, educación en buenas prácticas de manufactura y administración, ciencia y tecnología.
No podemos seguir produciendo leche de una forma artesanal, como nos enseñaron nuestros abuelos, tenemos que aprender a aprovechar la tierra, a alimentar nuestras vacas de una manera diferente, Colombia debe dar un gran paso hacia la modernidad y la productividad, producir a mayor escala y minimizar los gastos de cada uno de los eslabones de la cadena productiva, solo cuando valga menos producir un litro de leche, las empresas transformadoras de la materia prima verán atractivo comprar en Colombia y disminuirán las compras en el exterior.
*Exalcalde de Sucre (Santander), Administrador de Empresas, Especialista en Gestión Pública y Magister en Políticas Públicas y Desarrollo.
Twitter: @Javierrojasqui
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Fuentes: portafolio.com – contextoganadero.com – fedegan.org.co – dane.gov.co – soycampesino.org