Por: Roberto Aponte/ Las elecciones de los representantes para cada consulta nos han aportado un panorama aún más despejado de quienes serán los candidatos a la presidencia. Además de que evidencian las preferencias de muchos colombianos hacia quien será su nuevo gobernante, pero esto es solo un resultado que se prestará para que estos aspirantes realicen sus siguientes estrategias en las cuales buscaran trabajar su imagen, pero para muchos de los habitantes de este país y para aquellos que mueven los hilos de la política, es momento de generar ante todo un sentimiento colectivo en el que alguien será un héroe y el otro un villano.
Como he mencionado previamente la contienda política va a estar plagada de falacias y como resultado mucha gente estará expuesta a creer argumentos que no sean válidos. La ignorancia es algo normal en las elecciones, cualquier persona puede creer a la primera fuente de información que encuentre o referenciarse por alguien de confianza, esto puede pasarle a todo el mundo. El problema es seguir creyendo en datos erróneos aun después de darte cuenta de que son incorrectos y aquí entra el reto de informarnos constantemente para tener el mejor criterio, lo cual es el mayor ejercicio que podemos hacer para comprometernos con el país y nuestro propio futuro.
El voto es un acto que debe ir acompañado de una apropiada reflexión, pero muchas veces la decisión es impulsada por un esquema cognitivo que se forma en nuestra mente, en ocasiones superficial pero muchas veces que se arraiga por terquedad, aunque existen factores que permiten que dichas percepciones sean permanentes.
Muchos de los personajes presentes en la política están involucrados en escándalos que manchan su imagen principalmente exponiéndolos como personas que han realizado actos corruptos. Además, los candidatos son veteranos, su gestión en otros cargos públicos hablan por ellos tanto sus aciertos como sus errores. Tanto los actos positivos como negativos validan la experiencia y conforman el aspecto pasado.
El aspecto presente se percibe en las campañas y entrevistas que estemos viendo, donde se juegan su reputación con cada palabra que digan. Ahora queda el futuro que está fundamentando con suposiciones que creamos nosotros mismos con los aspectos previamente mencionados, así es como construimos en nuestras cabezas la imagen del candidato. Lo ideal es crear esa imagen en base a la información que recibimos directamente de esa persona, pero es complicado teniendo en cuenta como somos influenciados por todo tipo de datos que llegan a nosotros.
Una retórica plagada de falacias es un cumulo de ingredientes para crear una imagen distorsionada de cualquier personaje público tanto positiva como negativa, pero debido al historial de los personajes que aspiran a gobernar el país, predomina la imagen negativa, ya que muchos buscan elegir al mal menor y el miedo es una de las causas principales que impulsan el voto.
Cada quien debe ser juzgado por lo que ha hecho, pero esto se ha convertido en un ideal, ya que los calificativos que prevalecen en la mente de otras personas han creado una nueva realidad en nuestro país y que realza la polarización. Los candidatos no necesitan difamar a sus contendientes cuando su mismo equipo de campaña valiéndose de manipulación sutil, pueden crear un efecto adverso, un efecto que en redes sociales se convierten en mensajes explícitos cargados de temores latentes y juicios severos. Estas ideas debido a la percepción de los partidos políticos y la permanencia de los personajes que van a elegirse, llevan años acrecentándose en el imaginario colectivo y cada quien escoge a quien apoyar.
Esta imagen es aprovechada por los políticos, basta recurrir a los temores recurrentes para hacer campañas, pero ahora la pregunta es ¿Quién es el político al que temo para mí? La frase “Todos los políticos son corruptos” es una generalización, aunque una muy difícil de refutar y por lo mismo es más verídica que un panorama en el que un candidato sea visto como héroe y otro como villano.
La imagen del héroe es nociva ya que se basa en idealizaciones y produce fuertes decepciones. Aunque no siempre es necesario que exista un héroe para que haya villanos y aquí es en donde la imagen de muchos candidatos se desfigura. Es muy posible que los candidatos en sus gestiones previas en los cargos que han dirigido, hayan tomado decisiones que perjudiquen a otras personas o incluso esas acciones las hayan tomado sin estar metidos en el ámbito político. Aspectos de la personalidad son añadidos, tomamos estos hechos y que hacemos, ¿los juzgamos a partir de esto? No, la imagen de los políticos es desfigurada y aquel personaje al que tememos no es el mismo al que es realmente.
Incluso visto más que un simple villano, para muchos el político al que temen es visto como el mal encarnado descrito con todos los calificativos posibles y dicha percepción va más allá abarcando a los seguidores. Es más fácil atacar a alguien cuando este se deshumaniza y por eso esta percepción es tan vista en tiempo electoral y no se necesita de políticos que nos manipulen cuando esa percepción ya está arraigada y se fundamenta en nuestros egos.
Los candidatos son personas, son humanos, sí, es una obviedad, pero cabe aclarar como los estamos viendo, lo que uno escoge a fin de cuentas es más el prospecto de un programa de gobierno y las habilidades del candidato para llevarlo a cabo.
En las elecciones debemos ser cuidadosos con la imagen que tenemos de los candidatos, es imposible que sea preciso, pero debemos aproximarnos lo más posible a juzgar a los candidatos por lo que en verdad son.
…
*Ingeniero Ambiental y escritor
Twitter: @robustories