Por: José Luis Arias Rey/ El día 21 de noviembre, el presidente Iván Duque deberá enfrentar uno de los días mas difíciles desde que asumió la Presidencia de la Republica, el tibio desempeño de su gestión, aunado a un descontento generalizado con sus resultados, se erigen en el caldo de cultivo perfecto para exacerbar los ánimos de un país que no soporta mas la desigualdad y el desgreño de un establecimiento, que no comprende la enorme necesidad en que tiene sumido a su pueblo.
La desinformación ha caracterizado esta convocatoria a paro nacional, la oposición de manera permanente y sostenida emite información que no corresponde a la realidad, tiene convencido al país de unas reformas inexistentes, entre muchas otras cosas mas, y con ello exacerban los ánimos de una nación habida de soluciones de fondo a sus problemas sociales, políticos, financieros y de oportunidades, este gobierno evidencia una incapacidad casi absoluta de comunicarse con sus gobernados y esto ha sido capitalizado por una oposición, que aun no se resigna a no haber accedido al poder por medio de las urnas y que pretende hacerlo desestabilizando las instituciones legítimamente constituidas.
Lo grave y preocupante de esta jornada de protesta social, que, dicho sea de paso, se enmarca dentro de la constitución colombiana, es que se está subterráneamente llamando a desorden general, al caos y a la destrucción, esto emulando los procesos que de manera orquestada se llevan a cabo en otros países de América Latina como Chile, Ecuador y Bolivia.
Resulta evidente que estos movimientos continentales tienen un mismo origen y que con ellos se busca implantar en américa latina gobiernos de izquierda por la vía de hecho y no por la vía democrática como debiera ser, después de tantos años de lucha por la consolidación de la democracia en el continente.
Ha hecho carrera en el país la desinstitucionalización permanente del Estado de derecho existente, cada acto de autoridad ejercido por gobierno, encuentra un camino plagado de criticas y de objeciones que desdibujan la legitimidad institucional y terminan dando la razón a quienes pretenden por ese camino derrocar el régimen político, social y económico vigente, la nación con una miopía inexplicable, no se percata del peligro que esta lectura parcializada de los hechos representa para el futuro de Colombia, la juventud que nació después de la constitución de 1991, no conoce la historia de este país antes de ese importante hecho de la vida nacional y ha sido adoctrinada de manera orquestada por una izquierda que se tomo el trabajo de presentarle a esos nuevos ciudadanos una historia sesgada y acomodada a sus intereses, esto con la complicidad de todos los colombianos que lo hemos permitido.
Resulta inexplicable que los nuevos ciudadanos de la republica defiendan personas que, para la historia del país, deberían ser vistos como simples delincuentes y que hoy se presentan como los adalides de la moral y los arquitectos de esa nueva Colombia que tanto anhelamos todos los ciudadanos de bien de este país.
Resulta vital que se haga un llamado a la cordura a la población colombiana, para que se mantenga el orden publico y el institucional, para que se permita al gobierno de turno plantear soluciones a la enorme desigualdad que padece nuestra nación, debemos rodear al establecimiento de la confianza necesaria para permitir su desempeño y lograr la tan anhelada paz que se nos prometiera desde el gobierno anterior, pero que solo se logrará con el concurso de todos los colombianos, las vías de hecho no pueden convertirse en el camino de la reivindicación social y serian un funesto precedente para el futuro de la patria y de la nación.
Como ciudadano defiendo irrestrictamente el derecho de protesta de nuestra nación, un derecho que hace parte de nuestro andamiaje jurídico político, pero rechazo de manera vehemente, cualquier intento de subvertir el orden institucional y llamar a la destrucción de todo aquello que nos ha costado tanto como colombianos.
Si de verdad creemos en un camino de paz, la jornada del 21 de noviembre debe ser pacifica y contundente, deber erigirse como un ejemplo de democracia, de civismo, respetando los derechos y la propiedad de todos y cada uno de los colombianos.
El gobierno por su parte debe entender que el buen desempeño de su administración, no se limita exclusivamente a los resultados económicos, como al parecer pretenden, su gestión debe trascender a lo social, transformando de manera positiva la vida de todos y cada uno de los colombianos, que anhelan oportunidades y una mejor calidad de vida.
Twitter: @asjuram