Por: Laura María Jaimes Muñoz/ ¿Por qué este país ataca a su gente? ¿Es la ley del más vivo? hace un promedio de cinco años, un “personaje” quien hace parte “íntegra” de un partido muy reconocido por su transparencia y supuesto trabajo por la lucha anticorrupción, me expresó a viva voz “si quieres progresar en la política, debes cambiar, mírate la película la Ley de Herodes”.
En ese momento por las emociones de lograr por fin participar en las contiendas y llevar mis ideas de trabajo a las comunidades que piden a gritos ayuda no fue mucha mi atención al respecto, pero efectivamente miré la película, pues era el consejo de un experto que había iniciado su participación con personajes con excelentes recomendaciones de honorabilidad a nivel nacional, mejor dicho, impolutos.
La verdad, de manera introspectiva, no acepté muchos de sus argumentos y simplemente fue una película más.
Hoy después de cinco años de lucha, de trabajo, de decirle al mundo que debemos actuar, que lo más importante es el ser humano y su escala de valores, puedo reflexionar y decir que ese personaje me estaba informando que la política efectivamente es para el más vivo y como es para el más vivo, hay un dicho popular que dice “el vivo vive del bobo” y, si es cierto, aunque también es cierto que cuando se actúa mal, las consecuencias no son muy favorables pues está escrito que “a quien a hierro mata a hierro muere”.
Esta cinta “menciona la historia de un pueblo ficticio en México, pero que, enmarcada desde esa perspectiva social, cultural y política, donde el alcalde maneja la ciudad como su feudo, una población sometida e ignorante, sin conocimiento de la constitución y la iglesia local tan o más corrupta como los políticos…” Es una cinta dirigida por Luis Estrada y producido por Bandidos Films, quien denuncia sin muchas sutilezas el sistema político que imperaba en el país norteamericano en 1999.
Es así que los líderes del partido necesitaban poner a alguien que se identificara con su partido y encontraron a “Juan Vargas el ideal político del partido”, podríamos pensar que fue una decisión acertada pues era un líder según la historia con una “aspiración muy importante al interior de la colectividad una persona fiel a sus convicciones, el funcionario que cumpliría a cabalidad las directrices del partido”.
“… Pero los actos propios en que se fundamenta es la corrupción, entre multas e impuestos y el exceso de la fuerza encontró la manera perfecta para dar cumplimiento a su plan de gobierno”, sus habitantes que apenas hablaban español; allí no había ni luz ni escuela (ni dinero para repararla) y el claro reflejo de la corrupción en todas sus dimensiones… El alcalde Juan Vargas implementa una metodología de hacer cumplir la ley, con una constitución en sus manos y con una pistola determina la forma de hacer justicia y de implementar el derecho que tanto hacía falta en el territorio según él.
Y así continua la historia que parece realidad, podemos pensar en cualquier pueblo de Colombia, donde no llegan a nuestras casas con una pistola pero si aumentan los impuestos, deterioran el sistema, redireccionan los recursos, aumentan la guerra y disminuye la educación: Todos lo sabemos, nos damos cuenta sin mucha dificultad y que las clases media baja y baja siguen resistiendo ante hechos lamentables de quienes que no les interesa sino su cuenta bancaria y saciar su necesidad de poder.
Si bien es cierto muchos personajes “elegidos o ungidos” cuando ingresan y hacen parte de la “mermelada” cambian sus buenas intenciones -pues no creo se le puedan llamar ideales- o que acuden a su escala de valores
Muchas personas buenas siguen buscando su coexistencia en medio de corrupción, de las coimas en la contratación estatal, del beneficio propio, del individualismo abusador del poder político a sus anchas, de la permisividad del pueblo, de la ignorancia constitucional, del desconocimiento del derecho de los funcionarios públicos y de la ciudadanía.
Una vez más se puede decir que el pueblo debe cambiar pero enmendado esta forma de pensar, cambiar pero para dar cumplimiento a sus normas, ¿cómo es posible que una persona trabajadora y humilde logre tener un contrato para trabajar dignamente, pero dure dos a tres meses para que logren administrativamente hacerlo y tengas que “rendirle pleitesía” al que lo realiza o lo supervisa y si no lo haces te hace la vida imposible o simplemente sigue demorando el proceso, aun sabiendo que es una buena persona y fue elegido idóneamente para ejecutarlo?
Debes tener claro que, si logras cumplir los objetivos del mismo, es tu derecho recibir el recurso que te ganaste, eso no es corrupción, entonces, ¿por qué los funcionarios públicos se creen con derechos de “someter o demorar los procesos” afectando a los beneficiarios? Por corruptos, porque esperan la coima o que los inviten a algún tipo de festejo que los haga sentir importantes, definitivamente debemos tener claro nuestros derechos.
Reclamar los derechos no es faltar al respeto, es exigir que se respete al trabajador, el funcionario público es la persona que tiene la oportunidad para servirle al pueblo. Por esto si debemos cambiar, pero para poder generar el progreso social, aplicar la ley de forma correcta formando instituciones y funcionarios públicos solidos con criterio y con la moralidad que velen por la dignidad, justicia y respeto a los derechos humanos a nivel territorial, garantizando la prosperidad e igualdad social de derecho como nos habla la constitución generando una real lucha por establecer a nivel general modelos de conducta que mantenga el orden social.
¡Ser buenas personas es el objetivo real! Por eso debemos elegir bien a quien está liderando administrativamente nuestros recursos.
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