Por: Jhonathan Méndez/ Este 9 de junio, en la Casa del Libro Total de Bucaramanga, se lanza su primer EP titulado Mi Gaita está Sonando, una obra que más que un conjunto de canciones, es una bitácora sonora de vida. Una colección de relatos musicales compuestos desde la piel, la montaña, el fuego y la ternura de siete mujeres que han encontrado en la música un camino de sanación colectiva.
Desde su nombre —una fusión entre “gaita” y “abunyí”, palabra kogi que significa “mujer”— Gaitabunyí se presenta como un acto de identidad y dignidad. No es una agrupación convencional. Es una juntanza espiritual, política y ancestral. Es la voz de un territorio donde el tambor no compite, comunica; donde la gaita no entretiene, despierta.
Un EP que se siente como un abrazo largo
El EP Mi Gaita está Sonando no se lanzó de golpe, sino como una siembra paciente: canción por canción, mes tras mes, desde febrero hasta junio de 2025. Cada tema es una historia íntima que late entre preguntas, cicatrices, celebraciones y memorias.
“Voy soltando” nació en una crisis, pero floreció como un canto para dejar ir.
“Soy Gaitera” es un himno a la alegría de hacer música entre mujeres.
“¿Quién te dijo?” cuestiona los mandatos que pesan sobre lo femenino.
“Vamo’ a ver llover” recuerda el poder de la mujer campesina ante el cambio climático.
“Auroras” es una melodía sin palabras, pero llena de silencios que dicen todo.
Y “Décima Gaitabunyí” es una carta de amor al territorio, la diversidad y la gaita como madre sonora.
Cada canción no solo tiene una historia detrás. Tiene una intención, una conversación previa, una lágrima, una risa, una reflexión. Escuchar este EP es como abrir un diario íntimo y encontrarse con las heridas, los sueños y las esperanzas de muchas.
Una revolución que se baila, se canta y se siente
Desde Santander, tierra más asociada a torbellinos que a gaitas, estas mujeres han creado su propio paisaje sonoro. Se han apropiado de una tradición caribeña no para copiarla, sino para dialogar con ella desde la montaña, desde sus cuerpos, desde sus realidades. No es poca cosa que una agrupación femenina de música tradicional publique un EP completo, autogestionado y con una propuesta artística sólida, espiritual y profundamente política. En un país donde el arte hecho por mujeres sigue luchando por espacios, Gaitabunyí no solo ocupa uno: lo transforma. Porque aquí no hay jerarquías. Aquí hay confianza, ternura y trabajo colectivo. Cada integrante —desde la tambora hasta la voz— aporta su historia, su raíz y su deseo de sanar a través del arte.
La gaita suena, y el corazón también
Este lunes 9 de junio será más que un lanzamiento. Será una celebración de lo posible, una noche para sentirnos más cerca de nuestras raíces, de nuestra piel, de nuestra verdad. Quienes vayan a la Casa del Libro Total no solo escucharán un concierto: serán testigos de una ceremonia de memoria, feminidad y esperanza. Porque en cada golpe de tambor hay una mujer que lucha. Y en cada nota de gaita, una historia que se niega a desaparecer. Gaitabunyí no vino a hacer ruido. Vino a sonar profundo. A recordarnos que la cultura no está solo en los escenarios, sino en los cuerpos que danzan, en las voces que resisten, en las memorias que no se rinden.
Y hoy, más que nunca, su gaita está sonando. Y nos toca a todos.
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*Artista y consejero cultural santandereano.
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