Por: José Federico Pelayo Rueda/ El pasado 29 de octubre de 2023 se llevaron a cabo las elecciones regionales en todo el país, donde se eligieron nuevos gobernadores, alcaldes, diputados y concejales. Elecciones que siempre van a traer alegrías y tristezas en muchos votantes, pero hay algunas personas que sufren de manera considerable, porque la posibilidad de un trabajo depende única y exclusivamente del triunfo de su candidato o candidata.
Para algunas personas este tema les puede parecer gracioso o folclórico, y hasta se burlan de los perdedores que querían que su candidato ganara para obtener un trabajo. Suena egoísta un poco el pensar así, pero la necesidad de muchos les borra la posibilidad de apoyar un candidato por sus ideas o propuestas, y terminan apoyándolo con la supuesta garantía de que serán parte de la nómina de una Alcaldía o Gobernación.
Es comprensible que los nuevos mandatarios llegan con su equipo de trabajo, con gente de entera confianza y que muy posiblemente los apoyaron de manera considerable en las elecciones, donde en algunas circunstancias, así el futuro funcionario no tenga las capacidades óptimas para desempeñar bien su cargo, lo terminan contratando.
Pero esto hay que entenderlo desde la empatía, empatía por aquel que busca un trabajo a toda costa para suplir sus necesidades básicas, empatía por aquella madre cabeza de hogar que su única alternativa de trabajo es pegársele al candidato más fuerte y esperar que la contraten, empatía por el adulto mayor que ya no puede trabajar en construcción o en labores agrícolas y espera una oportunidad con su candidato en un trabajo más sencillo, empatía por aquel abogado o abogada recién graduados y con una deuda del Icetex inmensa y que necesitan un trabajo urgente para pagar sus apuros académicos, etc.
A todo esto, hay que sumarle una crítica, pero no al que necesita un trabajo, si no a muchos candidatos que usan la necesidad de la gente para llegar al poder, y se despachan en campaña ofreciendo puestos a diestra y siniestra jugando muchas veces hasta con los mismos principios políticos de las personas que por obtener una mejor calidad de vida con un posible buen trabajo posponen el bien común por un bien particular.
Es de aclarar que hay casos en los que algunos mandatarios lograron su victoria, por sus propuestas, por su credibilidad y trayectoria política y porque sembraron en los votantes una confianza generada por un carisma, y una buena estrategia de campaña.
Y debería ser así, campañas en las que se gaste un mínimo de recursos, donde no haya la necesidad de prometer puestos para adquirir votos, donde las campañas se den alrededor de unos programas de gobierno bien elaborados, de hecho cuando se deposita el voto, se vota por el cumplimiento de un programa de gobierno y no específicamente por un candidato, aunque el día de las elecciones a las alcaldías y gobernaciones vemos es el rostro de los candidatos, de antemano los votantes deben conocer el programa de gobierno de cada uno, o al menos debería ser así.
Hay mucha tela por cortar, y la gente se puede preguntar si debiera existir un cambio en el sistema electoral, hay normas que rigen las campañas para evitar muchas irregularidades, pero a veces el deseo de poder a toda costa impulsa a algunos candidatos y candidatas a usar cualquier método no muy transparente para conseguir adeptos y llegar a ocupar un cargo público por elección popular, y esto no es un secreto, se ve a nivel general en el país.
Qué bueno sería que al menos, los cargos públicos en las alcaldías y gobernaciones, no todos, pero si la mayoría fuera por méritos, por concurso, donde en campaña los ciudadanos, y ojalá en su totalidad entiendan que se vota por un programa de gobierno, por unas ideas y unas propuestas y no por un puesto, pero esto a su vez, y planteándolo como una utopía, poder llegar al punto donde el estado colombiano garantizara empleo ojalá a cada ser humano en este país.
Esto se ve como una cadena de imperfecciones en este sistema político electoral que existe, pero es el que hay, y es una responsabilidad de parte y parte, del votante, del candidato, pero donde se usa la ley del más vivo, del más astuto, es como si los principios políticos desaparecieran, pero en parte la necesidad de la gente en un país con una inequidad tan grande lleva a esto, siempre los de arriba usan a los de abajo para conseguir sus objetivos. Bien decía el político y filósofo Nicolas Maquiavelo que, “el fin justifica los medios”, duro, pero se ve constantemente en nuestros entornos.
A lo anteriormente dicho, a veces nos podemos preguntar, ¿por qué países desarrollados como los europeos, y algunos con menos recursos naturales y materiales que Colombia, mantienen una calidad de vida casi perfecta? En parte esa respuesta se da porque en elecciones casi siempre ganan los más idóneos, la gente no vota por la necesidad de un puesto, cuando el déficit de desempleo es tan bajo en estos países, las personas se enfocan en las ideas de sus candidatos, y los candidatos se enfocan en conseguir votos a través de sus propuestas, hay muy pocas promesas de puestos o de favores personales, en estos países desarrollados, sean de derecha o de izquierda, la sociedad entiende que por encima de una ideología o de un puesto político, prima el bien común, por eso casi todos votan a conciencia y de tal forma siempre eligen a los mejores.
Finalmente, todo esto se da por lo mal que han administrado este país desde hace muchos años, ahora muchos sectores solo culpan al sistema político que está gobernando actualmente, y los que siempre gobernaron y lo hicieron mal, se presentan como los salvadores a las problemáticas actuales que tenemos en la región, entre ellos la falta de empleo digno para toda la ciudadanía. Si tan solo el desempleo en Colombia estuviera en cifras mínimas, en campañas no jugarían tanto con las personas necesitadas de un contrato laboral y por ende las ideas y propuestas ganarían en todos los rincones del país.
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*Caficultor, estudiante de Licenciatura en Filosofía de la UNAD y concejal del Municipio de Zapatoca.
(Esta es una columna de opinión personal y solo encierra el pensamiento del autor)