Por: Pablo Arteaga/ El año 2018 bien podría llamarse en la vida del Puerto Petrolero como el año de la sinvergüenzura institucional. Todo empezó cuando quienes fuimos impulsores de la revocatoria del mandato del elegido alcalde Darío Echeverri Serrano vimos a comienzos del mes de enero los primeros frutos judiciales que dieron como resultado la captura del burgomaestre, dos de sus secretarios de despacho y un intermediario contractual.
Tiempo después se sumaría a esta estela de capturas el nombre de la Primera Dama, Mariluz Núñez Herrera y hoy por hoy, faltan aún en este ramillete el nombre de algunos concejales y particulares que constituyeron la madeja de la perversidad en el ejercicio del poder y del cual el nombre de la Secretaria de Gobierno, Mayerly Ulloque representa tal vez el sumun del descaro del ejercicio del poder de un funcionario y que se materializó en una suspensión disciplinaria por parte de la Procuraduría, que a mi parecer, se quedó corta con la sanción.
No obstante la abundancia de pruebas, la destitución del alcalde no se ha logrado materializar pues en su auxilio acudieron fuerzas políticas y económicas que con sus influencias han logrado incidir en las decisiones judiciales por vía de las dilaciones de fondo y bondades en materia de reclusión.
El efecto ha sido de desencanto entre la población consciente y de indiferencia entre la mayoría de los pobladores. La eficacia y pronta administración de justicia han quedado en entredicho y con ella, resulta doloroso reconocer la capacidad de maniobra del encartado alcalde y su equipo de secuaces.
Y para pavonearse de ello el Mandatario y su más pérfido socio de andanzas de defraudación del erario, se han dado lujos con los beneficios de la detención domiciliaria, con “escapaditas” reiteradas de su lugar de reclusión para visitar a otro implicados y una que otra “parranda de goce” por sus logros de burla al sistema judicial.
Para logar que las cosas siguieran -según los designios del alcalde- este ha escogido entre sus subalternos secretarios de despacho con la suficiente capacidad de subyugación para cumplir sus designios. La heroína de tal faena ha sido sin duda alguna la doctora Elizabeth Lobo, una agente encubierta de las bandas de contratistas que compraron la Administración Muncipal desde la ciudad de Bucaramanga. Este personaje ha llegado a concentrar de tal manera el poder que no solo en un solo día ha sido Secretaria de Planeación, alcaldesa y direccionadora de los recursos de la Secretaría de Hacienda.
Como quiera que la inestabilidad en materia del cargo no se podía mantener de manera indefinida, se nombraría como alcalde a un reconocido ingeniero de filiación ‘serpista’ y de altos niveles de aceptación social, como lo es el e profesional Fernando Andrade. Sin embargo la pulsión por mandar y dominar el primer cargo por parte del embalado alcalde Echeverri no se hecho esperar. La señora Lobo ha sacado una vez más sus fauces y desde el primer día le ha montado una vigilancia y presión cuerpo acuerpo al recién nombrado alcalde.
La idea es asfixiarlo, marcarlo a presión, evitar que ejerza autonomía y en esa tarea ha buscado que algunos concejales implanten una nueva mayoría para presionar desde la Corporación Edilicia al nuevo alcalde.
El desesperado exalcalde ha cantado en privado suplan: Quiere desde ya poner un contralor y un personero de su banda para los próximos cuatro años y no solo eso sino escoger el candidato de sus preferencias. En ese propósito ha logrado reclutar a algún exconcejal que le visita asiduamente en lo que picarescamente llaman el Inpec reserva Cardales, hoy centro de maniobras y acuerdos contractuales y políticos.
Toda esa red nace del espíritu de poder insatisfecho del ya inolvidable alcalde Echeverri no por sus bondades sino por sus perversiones de hombre de poder.
Y para ponerle una fresa al postre: El investigador de quilates, Alberto Donadío, le insertó un serial de banderillas en el lomo de su cuerpo ambicioso de poder al poner al descubierto el uso de los celulares pagados por la Cámara de Comercio desde los cuales se fraguaban y daban las instrucciones a los tropeleros antirevocatoria y que ya figuran en los radares y archivos de la Fiscalía.
Como se ve, el viejo y desesperado Mandatario terminó enredado en su propia telaraña. La suerte de derrotado total está echada a pesar de las cabriolas.
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