Por: Óscar Prada/ ¡Llegaron los aguinaldos!, y cerrando con broche de oro, nuevamente el Congreso de la Republica integra estas líneas.
El afamado artículo 68 del proyecto de ley que lucha contra la corrupción, fue la cereza del pastel que adorna la discordia en el legislativo, ¡como cosa rara!
La tan nombrada presidenta de la Cámara de Representantes, lo hace de nuevo; y con su vehemente expresión: ¡m@Я&ca, ya no más!; acaloró el debate que, en días pasados, terminó por sepultar el tan polémico artículo-incluido al final -, que pretendía endurecer el ejercicio de la libertad de prensa[1]
Realizando una pequeña reflexión; el fundamento del ejercicio periodístico es la libertad de expresión; sin embargo, aquella no es absoluta y debe equilibrar el respeto al buen nombre y a la honra de las personas; más aún, cuando de abordar noticias coyunturales se trata.
El buen nombre de una persona de a pie comparado con el de un servidor público, ¿debería tener trato diferenciado ante la ley? Por este cuestionamiento y muchos más, el tan mencionado artículo fue removido.
Sanciones que endurecen el expresarse sobre los funcionarios públicos, es contrario a la Convención Interamericana de Derechos Humanos, pacto San José –Costa Rica-, y el articulito en mención era totalmente opuesto de aquel pacto suscrito por Colombia.
¿Es necesario fustigar el periodismo en defensa del Estado, siendo la sociedad la razón de ser del mismo?, ¿es benéfico cuartar la libertad de expresión?; simplemente el fin no justifica los medios.
Si los seres humanos fuesen un objetivo o un fin solamente, ¿qué sentido tiene la libertad individual?, de ahí radica la imperfección de la propia personalidad; de lo contrario la humanidad se asemejaría más a una máquina, y la libertad propia no importaría, porque prevalecería la meta final, pasando por encima de la autodeterminación de cada ser humano.
En ese sentido, la libertad de prensa cobra sustancial importancia en defensa de la libertad social e individual, y su objetivo no debe ser el amasar el pensamiento colectivo para conseguir amoldarlo a un fin específico; sino, evocar una reflexión de manera responsable en cada uno.
Con este análisis de apertura, inicio la segunda parte de esta columna, agradeciendo en primera persona a Revista Corrillos y a todo su equipo, por respetar la libertad de expresión y pensamiento promoviendo de manera imparcial sin coacción alguna el ejercicio de opinar de su equipo conformado por más de sesenta columnistas.
Cabe mencionar a ustedes, queridos lectores, que su aval y disposición, me permiten continuar y me motivan a pensar que cada entrega no es suficiente; siendo la mejor columna aquella que no ha sido escrita, como lo dijo el abogado, economista y columnista de este medio, el señor Jairo Vargas León.
Son poco usuales estas líneas; pero conectando este reconocimiento con el respeto a la libertad, es conveniente recordar la trayectoria del agónico 2021, y recalcar que, gracias a la difusión libre de mis opiniones, hemos analizado, cuestionado y debatido diversos temas en lo corrido de este año.
Títulos como: “El porno colombiano”, “Encanto”, “Los olímpicos”, “Salgan del closet”, “Radiografía nacional”, entre otros, han sido entregas que nuevamente agradezco la gran acogida y recepción que ustedes como lectores le otorgaron.
Gracias a esos más de 71.000 avales en promedio de tráfico, que posicionaron mi nombre como uno de los más leídos en categoría revelación-segundo puesto-; seguiré entregando mi mejor disposición para que me permitan llegar a esos instantes donde leer acaricia el pensamiento.
Por lo pronto, mis mejores deseos en este final de año para todos ustedes; sin embargo, cabe preguntar ¿Qué sería del periodismo sin libertad?, ¿Qué sería de la sociedad con una sola visión?
Gracias a todos ustedes por elegir leerme con total libertad, y aspiremos a que la legislación proteja los derechos de las personas a expresar y controvertir todos los temas sin amordazar la información libre y responsable.
Teniendo a la libertad como cómplice de nuestro vinculo, puedo decir al ritmo de las fiestas venideras, que esta entrega del 2021 en sentido figurado es: ¡la última y nos vamos!
Serán muchas más… ¡obviamente!
¡Hasta pronto!, nos leeremos en el 2022.
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*Ingeniero Civil, estudiante de Derecho.
Twitter: @OscarPrada12
(Esta es una columna de opinión personal y solo encierra el pensamiento del autor)
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[1] El articulo suprimido dictaba lo siguiente: “El que mediante injuria o calumnia debidamente comprobada pretenda atacar u obstruir las funciones constitucionales y legales de algún funcionario público, denunciando hechos falsos sobre él o sobre su familia, incurrirá en prisión de sesenta (60) a ciento veinte (120) meses y multa de trece punto treinta y tres (13.33) a mil quinientos (1.500) salarios mínimos legales mensuales vigentes, sin que sea procedente algún beneficio o subrogado penal”.