Por: Javier Antonio Rojas Quitian/ Tras más de 20 días de protestas y de paro, el redito para nuestro país es catastrófico, violaciones, bloqueos, muerte, vandalismo, represión hacen parte de las noticias de todos los días.
El paro ha logrado tumbar algunos funcionarios del gabinete presidencial, tumbó la reforma tributaria, la reforma a la salud, logró tumbar la copa américa, (aunque soy amante del futbol, no estaban dadas las condiciones ni de bioseguridad, ni de orden público para realizarla.), pero todos estos logros son circunstanciales, nada que realmente beneficie en el largo plazo a nuestro país.
Por el contrario, el saldo hasta el momento es negativo, la coyuntura ha sacado a flote las peores emociones y actitudes de los ciudadanos y el Estado. Nos encontramos en un momento en donde quien piense diferente está equivocado y es odiado, un momento de polarización que nos ha ocasionado un retroceso político, económico y social que tardaremos algún tiempo en superar.
Sin duda vivimos uno de los momentos más frágiles de nuestra democracia, con un gobierno ultraderechista, oportunista, terco y represivo, que no conoce, ni sabe escuchar y entender a su pueblo y con una oposición izquierdista y agazapada que se aprovecha del hambre, el desespero y la pobreza de la población para estimular las protestas, desestabilizar el gobierno y cobrar sus réditos políticos.
Las diferencias no son entre quienes marchan y la policía, al fin y al cabo, son personas con las mismas condiciones sociales, las mismas necesidades y los mismos sueños, el inconformismo es contra la clase política y dirigente, contra quienes realmente nos gobiernan y toman las decisiones, que adoctrinan y manosean a sus seguidores de derecha e izquierda, colocándolos a discutir sobre quien tiene la razón, mientras que entre vino y manteles, indolentemente gobiernan y deciden para su beneficio y el de sus amigos.
Está claro que nos hemos equivocado en la elección de nuestros dirigentes, o por lo menos en lo que les hemos exigido. Dan asco nuestros políticos por estos días tratando de quedar bien con sus electores, pescando en rio revuelto, unos tomándose fotos con el Esmad dándoles juguitos en caja o ayudando a barrer un CAI destruido, mientras trasmiten en vivo por el Facebook su loable acción y otros tomándose la foto con quienes marchan y protestan, haciéndonos creer que son del pueblo, también compartiendo por redes, su supuesta cercanía con las clases menos favorecidas. Eso sí, al momento del tropel es solo la policía contra los manifestantes, nuestros políticos en sus camionetas blindadas ya no están por ahí. Tiran la piedra y esconden la mano, oportunistas.
Pero tristemente, en eso se resume la historia de nuestro país, el pueblo matándose entre sí, por defender los ideales de nuestros políticos. Cuantos hijos de senadores o de ministros están en el Esmad, cuantos hijos de expresidentes han prestado su servicio militar en el Catatumbo o en el bajo Cauca. Promueven la mano dura y la autoridad, también la resistencia, pero que los muertos, heridos y lesionados, las mujeres abusadas y humilladas sean del pueblo.
Aun así, aunque el panorama no luzca esperanzador, en un acto de resiliencia y como muchas veces ya lo hemos hecho, la tarea es vencer las dificultades y superar este momento de devastación social. La democracia tiene que abrirse paso y la tarea es empezar por aprender a escuchar, acá nadie tiene la razón ni la verdad absoluta, necesitamos que surjan nuevos liderazgos, que recojan las diferentes ideas y formas de pensar y construyan sobre esa base.
Como sociedad también tenemos que aprender a analizar en lo que vemos y creemos, los medios de comunicación tradicionales y redes sociales, con videos editados, incompletos y descontextualizados, se han convertido en una fuente inacabable de odio y rencor que hacen daño a la sociedad, parecen más un campo de batalla lleno de insultos, agresiones y amenazas. Si no estamos seguros de la veracidad de lo que compartimos, abstengámonos de hacerlo.
El próximo año tenemos elecciones de parlamentarios y presidente, ese el momento de respaldar nuevos liderazgos, de hacer nuestra gran protesta social, la más revolucionaria y contundente. Que nuestra decisión sea inteligente, seria y responsable, el pueblo debe entender el poder que tiene sobre sus políticos y ese es el momento de expresarlo. En nuestras manos está la posibilidad de vencer a quienes realmente le hacen daño al país y empezar a conciliar nuestras verdaderas diferencias.
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*Exalcalde de Sucre (Santander), Administrador de Empresas, Especialista en Gestión Pública y Magister en Políticas Públicas y Desarrollo.