Las miradas geopolíticas de las últimas semanas están puestas en Georgia, un pequeño país del Cáucaso que apenas cuenta con 3,2 millones de habitantes, pero cuyas elecciones parlamentarias se están tomando como cruciales en medio de la tensión constante que rodea a todos los países del área postsoviética, especialmente tras el inicio de la guerra en Ucrania en febrero de 2022.
En Georgia las palabras más escuchadas durante los últimos meses son “paz” y “guerra”. Y es que el enfrentamiento diametral entre Gobierno y oposición es cada vez más evidente y ha aumentado en las semanas previas a los comicios parlamentarios previstos para este sábado 26 de octubre.
Amenazas del Gobierno de “ilegalizar” a la oposición
El Ejecutivo, liderado por el partido Sueño Georgiano y su primer ministro, Irakli Kobajidze, aspiran a una reelección y a mantener el poder que sostienen desde el año 2012. Ellos están bajo la tutela del poderoso magnate Bidzina Ivanishvili, quien también fue premier entre 2012 y 2013 y quien actualmente dirige esa formación. Aunque el partido nació con posiciones ideológicas a inicios de la década pasada, en los últimos años ha acercado sus posiciones hacia Moscú y en la línea de mantener a Georgia alejada de Occidente y de las aspiraciones europeístas y atlantistas de muchos georgianos.
Sus argumentos giran en torno a mantener la “paz” en Georgia y ponen a Ucrania como ejemplo a evitar. Para Ivanishvili un acercamiento a Bruselas traería la enemistad de Rusia, país clave para Georgia económicamente, y una consecuente invasión. Por ello, el magnate ha prometido en campaña varias veces “ilegalizar” a los tres partidos opositores europeístas “por cometer crímenes de guerra contra la población georgiana” y fomentar el conflicto.
Durante la campaña electoral, Sueño Georgiano ha apelado a la defensa de la familia tradicional, de los “valores” y estilo de vida georgiano frente a la invasión cultural occidental. En los últimos meses, el Gobierno ha legislado en favor de una ley de agentes extranjeros similar a la que posee Rusia y ha restringido derechos de la comunidad LGBTI, asegurando que desde Occidente se intenta adoctrinar a los menores.
Una oposición dividida que denuncia autoritarismo
En el otro lado de la contienda electoral está una dividida oposición en tres partidos a los que solo les une su intención de acercar a Georgia a Europa y su rechazo a las políticas de Gobierno. Su apoyo reside básicamente en las zonas urbanas, frente al respaldo rural masivo que tiene Sueño Georgiano, y denuncian que el objetivo de Ivanishvili es convertir a Georgia en un estado autoritario cercano al Kremlin similar a Belarús.
Los partidos opositores denuncian que, en los últimos años, el Ejecutivo ha saboteado el memorando de entendimiento con la Unión Europea y es el responsable de la paralización en el proceso de adhesión al bloque comunitario y del final de la llegada de ayudas económicas por parte de Bruselas. Georgia obtuvo el estatus de candidato a la Unión Europea el año pasado, pero las relaciones se han deteriorado rápidamente.
Los principales aliados occidentales de Tiflis han respondido imponiendo sanciones a altos cargos georgianos y congelando diálogos de seguridad y defensa que mantenían desde hace tiempo con Tiflis.
El recuerdo de la guerra de 2008 sigue presente
En estas votaciones los georgianos todavía tienen muy presente el recuerdo de la guerra de 2008 y los paralelismos con Ucrania que el país tiene. Ese año, dos regiones separatistas, Abjasia y Osetia del Sur, proclamaron su independencia en medio del acercamiento del Gobierno georgiano del momento a la OTAN. Tiflis respondió con violencia y decidió atacar a las regiones rebeldes para restablecer su control sobre ellas.
Sin embargo, Moscú reaccionó y decidió invadir a su vecino para defender los intereses de estas dos regiones, donde existe una mayoría prorrusa fuerte. Georgia no pudo hacer frente a la potencia rusa y tuvo que asumir por la fuerza que tanto Abjasia como Osetia del Sur mantuvieran su independencia de facto, aunque su reconocimiento internacional es prácticamente nulo, ni siquiera promulgado por el Kremlin.
Sueño Georgiano mantiene desde hace años conversaciones con Rusia para intentar que estas dos regiones se reincorporen a Georgia y asegura que una victoria opositora alejaría definitivamente estas aspiraciones. El Kremlin por su parte, ha cortado el flujo de ayuda y suministros a Abjasia y Osetia del Sur, regiones todavía ancladas en los años 90, con el objetivo de fortalecer el discurso de Sueño Georgiano de cara a las elecciones. Aunque la reunificación todavía parece lejana.
Con este contexto, Georgia se encamina hacia el que quizá sea uno de los momentos más importantes de su reciente historia, junto con la independencia y la guerra de 2008. Unas votaciones que serán seguidas muy de cerca desde el Kremlin y Europa.