Detrás del apretón de manos y las sonrisas, las mayores diferencias entre el eje franco-alemán en años.
Sin embargo, los líderes de ambos gobiernos intentaron este miércoles 26 de octubre sentar las bases para cerrar las brechas actuales en asuntos como energía, defensa y economía.
Tras un encuentro de tres horas, en el Palacio del Elíseo, ambos acordaron establecer grupos de trabajo sobre los tres temas clave, debido a que se necesita más tiempo para llegar a un consenso sobre varios asuntos bilaterales, destacó la Presidencia francesa que consideró las conversaciones “constructivas”.
París recalcó que los dos líderes se centraron en forjar una “estrecha relación de trabajo” sobre diversos temas tanto a mediano como a largo plazo.
Por su parte, el canciller alemán calificó la reunión con el presidente Emmanuel Macron como “muy buena e importante”.
“Alemania y Francia están muy unidas y están abordando los desafíos juntos”, aseguró Scholz.
El dirigente alemán voló a la capital francesa para un almuerzo de trabajo programado rápidamente, en un intento por encontrar acuerdos después de que Macron pospusiera durante varias semanas un Consejo de Ministros franco-alemán, el primero bajo el Gobierno de Scholz y que también estaba previsto para este miércoles.
La cancelación se produjo en medio de las actuales divergencias abismales entre París y Berlín que se presentan en un contexto de crisis, por la guerra de Rusia en Ucrania. La cantidad de asuntos en los que Francia y Alemania están en desacuerdo crecen: desde la estrategia de defensa del bloque, su respuesta a la crisis energética, las relaciones con China e incluso la política fiscal.
Para los expertos, la decisión de Macron de aplazar la reunión ministerial conjunta subrayó la frustración del mandatario por encontrar puntos en común. Berlín, por su parte, lo atribuyó a dificultades logísticas y restó importancia a la brecha.
“La pareja franco-alemana diverge, por lo tanto está paralizada (…) No podemos permitirnos en este momento de la historia no tener una Europa unida y fuerte. (Resolverlo) comienza con un diálogo franco-alemán fructífero», reconoció el ex primer ministro francés y titular de Asuntos Exteriores, Dominique de Villepin, el pasado viernes.
Pese a la visita de Scholz, su Gobierno siguió adelante con uno de los asuntos que más reticencia ha encontrado por parte de Francia y otros países de la Unión Europea. La reunión en París coincidió con una jornada en la que el gabinete alemán dio luz verde a la compañía china Cosco para comprar una participación en una terminal en el puerto más grande del país. Una decisión impulsada por el canciller que también provocó una protesta sin precedentes dentro de la coalición gobernante.
Momentos antes de la llegada de Scholz, el portavoz del Gobierno francés, Olivier Véran, intentó restar importancia a cualquier tensión con su país y señaló que la dupla franco-alemana siempre ha sido capaz de superar las dificultades que surgen de vez en cuando.
“La reunión de hoy refleja que esta amistad sigue viva”, aseguró Véran.
La crisis energética, motor del distanciamiento
Las dificultades surgen cuando la UE se esfuerza por llegar a un acuerdo sobre si limitar los precios de los carburantes, en respuesta a la invasión ordenada por el presidente ruso Vladimir Putin a su vecino país.
París defiende que la Unión Europea ponga en marcha un mecanismo para limitar el precio que se utiliza para la generación de electricidad, mientras que Berlín es uno de los gobiernos que se opone fehacientemente.
Scholz invirtió semanas respaldando a España y Portugal con el proyecto de gasoducto Midcat, finalmente rechazado ante la oposición de Macron y sustituido por el BarMar, un corredor de hidrógeno entre Barcelona y Marsella.
Pero el gran baldazo de agua fría para la segunda economía de la UE, llegó cuando Scholz decidió permitir que una empresa china compre una participación en su puerto más grande y siga lo que los franceses señalan como una política mercantilista “miope” hacia China. La movida ha desconcertado a París.
El Gobierno francés advierte que esas acciones muestran que no se ha aprendido la lección que deja el conflicto ruso: no depender de naciones fuera del bloque en asuntos trascendentales y mucho menos si se trata de cuestionadas democracias.
«Todavía no han aprendido la lección», sostuvo un alto funcionario francés.
Justamente mientras en París Sholz se reunía con Macron, en Berlín su gabinete, con el apoyo de los ministerios liderados por los socialdemócratas del canciller, fue aprobada una inversión del 24,9% de la compañía china Cosco en una de las tres terminales del puerto de Hamburgo.
La inversión avalada es menor que la participación del 35% planificada inicialmente que el gigante naviero chino y la empresa alemana de logística y transporte HHLA tenían como objetivo. Tampoco le da a Cosco ninguna voz en las decisiones estratégicas o de gestión, aseguran los funcionarios alemanes.
Pero la dolorosa experiencia de depender demasiado del gas ruso causa no solo el rechazo de Francia, sino también al interior del Gobierno alemán con respecto a la inversión extranjera en asuntos estratégicos. El Ministerio de Relaciones Exteriores expresó su fuerte rechazo a la decisión mediante una nota dirigida al Gobierno.
La inversión «expande desproporcionadamente la influencia estratégica de China en la infraestructura de transporte alemana y europea, así como la dependencia de Alemania de China (…) Riesgos considerables que surgen cuando los elementos de la infraestructura de transporte europea están influenciados y controlados por China, mientras que la propia China no permite que Alemania participe en los puertos chinos», destaca la misiva de protesta.
Después de advertir en vano a Alemania sobre el riesgo de una dependencia excesiva de Rusia para su gas, Macron se siente reivindicado en su impulso para fortalecer la autosuficiencia europea, desde la energía hasta la defensa y el comercio.
Desde la parte alemana indican que son conscientes de que necesitan reducir su dependencia de China, pero agregan que esto no debería significar prohibir todas las inversiones del gigante asiático en el Viejo Continente.
Defensa y comercio se suman a las fricciones
Las discrepancias también están afectando los planes de Europa para construir su próxima generación de aviones de combate.
La decisión de Berlín de lanzar un sistema europeo de defensa aérea con 14 países, incluido Reino Unido, pero en el que dejó por fuera a Francia –la potencia militar más prominente de la UE– fue la gota que colmó el vaso.
No obstante, funcionarios alemanes afirman que Francia había sido invitada a unirse, pero se negó.
Los franceses aseguran que la propuesta de comprar material no europeo, como el sistema Arrow 3 de Israel y las unidades Patriot de EE. UU. fue un fracaso.
Las discrepancias también llegaron al plano comercial y enfriaron aún más las relaciones bilaterales.
Cuando Alemania dio a conocer un paquete de 200.000 millones de euros para proteger a su industria y a los consumidores del aumento de los precios de la energía, su Gobierno no notificó de antemano a la vecina Francia, lo que causó molestias en su vecina nación.
«Nos enteramos por la prensa. Eso no es lo que se hace», dijo un alto funcionario francés.
Representantes del Gobierno alemán habían visitado el palacio del Elíseo días antes y no informaron nada sobre el paquete que, a consideración de París, otorga una ventaja injusta a las empresas alemanas y amenaza el mercado único de la Unión Europea.
¿»Alemania primero»?
Las relaciones entre Francia y Alemania desde la salida de la excanciller Ángela Merkel han dado un giro notable. La diferencia inicia desde una “falta de química personal” hasta un presunto interés del actual Gobierno alemán por llevar un liderazgo pleno.
Tara Varma, del grupo de expertos ECFR, señaló que había una percepción en París y otras capitales europeas de que la política exterior y de seguridad alemana estaba impulsada por un espíritu de «Alemania primero».
«La razón última es que ambos están enfrascados en una competencia por la primacía en la UE», enfatizó Ulrich Speck, analista alemán de Neue Zurcher Zeitung, sobre el fondo de las diferencias aumentadas.
Paralelamente, los analistas destacan que la necesidad de Scholz de lidiar con una coalición de Gobierno complicada ha llevado a que Alemania se vuelva más introspectiva y consulte menos con socios como Francia.
En Berlín, los funcionarios del Gobierno minimizan cualquier división. Señalan el terreno común encontrado recientemente en la iniciativa de la Comunidad Política Europea de Macron y dicen que Francia necesita comprender los desafíos internos de Alemania de lidiar con socios de coalición turbulentos que ralentizan la toma de decisiones.
«No es el fin del mundo», dijo un funcionario alemán.
Entretanto, Macron afronta sus propias dificultades, tras perder la mayoría absoluta de su partido en el Parlamento, que frenará su capacidad para actuar, mientras impulsa el liderazgo de su país en Bruselas.
Más allá de un choque de personalidades y la rivalidad de liderazgo europeo, las diversas crisis que afronta Europa sacan a la luz discrepancias estratégicas amplias en las dos mayores economías de la UE, en medio de los esfuerzos por mantener la fachada de unidad, indican fuentes alemanas.
Pero Europa no puede permitirse una ruptura en las relaciones que debilite la unidad del bloque de 27 países, mientras lucha contra múltiples crisis: la guerra de Rusia, la inflación en espiral y sus economías más grandes al borde de la recesión.
Asuntos frente a los que Scholz y Macron esperan empezar a limar asperezas y encontrar puntos en común, a partir de la reunión de este miércoles en París.