Por: Pablo Arteaga/ Antes de la llegada de un apetitoso contingente de jóvenes mujeres venezolanas a tomarse la vida nocturna en la deprimida zona del barrio La Campana, en la comuna uno; la ciudad se ha ensanchado más allá de Pozo Siete, con asentamientos humanos formados por mujeres cabezas de familia, labriegos sin empleo y jóvenes sin esperanza de trabajo.
Si a eso le sumamos la llegada silenciosa de trabajadores traídos por empresas contratistas que prestan servicios ocasionales a la industria del petróleo, así como más de un centenar de profesionales venidos del área metropolitana a prestar, supuestamente, servicios a la ciudad y que habitan en la comuna uno y dos, podemos decir que la ciudad esta eclosionando en su tejido social. “Se nos creció el enano”, dirían unos y otros dirían “esto se está saliendo de control”.
Bulle la ciudad, es un hervidero. Pero no es un crecimiento saludable, es enfermizo. La ciudad se está hinchando y la pregunta es: ¿Cómo se mantiene en especial en las zonas de alta concentración popular como lo son la comunas tres, cuatro, cinco, seis y siete, y en gran medida en el corregimiento El Centro, el cual hoy rebasa los 22.000 habitantes?
No es con la actividad petroquímica de explotación petrolera, aunque está despegando, no representa el grueso de la economía ciudadana. Es la economía criminal: Microtráfico, gota a gota, prostitución, moto-taxismo circunstancial, taxis, compra de pequeños establecimientos comerciales como tiendas, graneros, almacenes, papelería, salones de belleza, panaderías, prenderías, restaurantes, heladerías, discotecas, etc; la que con distintos rostros alimenta la vida cotidiana.
Las clásicas instituciones, talleres, almacenes de ropa, calzado, sastrerías, hoteles, droguerías, entre otras, están al borde de la quiebra. Los registros de la Cámara de Comercio muestran el claro descenso de la economía formal, es desgarrador el número de establecimientos que se cierran y sociedades que se liquidan.
De ese crecimiento de la economía criminal no se habla ni en los gremios, ni en los clubes de servicio, ni las universidades, ni en los sindicatos y menos en los foros de la administración pública ni en el Concejo Municipal. Se omite el asunto, se pasa de agache. Y es explicable el por qué la actual Administración y el Concejo, así como los órganos de control decidieron participar en la fiesta de la criminalidad con el seductor vestido de la corrupción a manos llenas.
La corrupción oficial tiene su propio perfume para ocultar el fétido olor de la podredumbre que recorre la economía del día a día. Por ese estado de narcotización de la conciencia es que no es dable pensar en que la actual clase política y sus socios contratistas se preocupen por los dramas que vive la ciudad en su estado de desesperanza y desencanto ¡Eso les vale copa! Ello no se van a perturbar, pensando en el dolor ciudadano. Están más pendientes de participar en el saqueo sistemático del presupuesto como forma de éxito público. Eso es lo in, lo que permite estar en la ‘jugadilla’.
Odio e indolencia hacia Barrancabermeja, por parte de aquellos mal llamados líderes políticos y sociales, que han tenido algún tipo de protagonismo a través de la historia de esta región y que con sus acciones han demostrado poco o nada interesarse por el futuro de la ciudad y el de su gente, tal como se mostró con la decisión del gobernador cuando delegó como alcaldesa a Elizabeth Lobo, evidente desacierto si revisamos los hechos acontecidos en esta Administración.
La miopía generada por la mediocridad y la avaricia no dejan ver más allá del presupuesto municipal, que realmente podría ser tres veces mayor, a través de la gestión y la visualización de la ciudad región, que es este municipio.
¿Que impulsa a concejales y entes de control a no hacer el debido trabajo que se les encargó en el momento de ser electos como representantes de la población? ¿Qué pasó con la ejecución del plan de desarrollo? Habrán sido igual a las 10 mil viviendas prometidas en el programa de gobierno, o las dos mil viviendas que se dejaron consignadas en el plan de desarrollo, a las cuales les autorizaron $50.000 millones para su ejecución, que por cierto hoy solicitan redireccionar para cierre financiero de la PTAR, plan de desarrollo que se supone que es la carta de navegación del municipio. Clara evidencia de la improvisación y la ingobernabilidad orquestado por los testaferros del poder, reales responsables de la putrefacta administración.
Esta desidia ha hecho más honda la falta de sentido de pertenencia por la ciudad. Una ciudad que les resulta extraña a las chicas de la noche que venden sus cuerpos a precios de feria para sobrevivir, así como a los mototaxistas de ocasión en su guerra para sobrevivir. Una ciudad que se nos va de las manos por falta de dirigentes y líderes comprometidos. Una ciudad que a gritos reclama un compromiso de todos los que aún creemos que se puede enderezar el rumbo, construir nuevas oportunidades, nuevas opciones es de vida.
Ya es justo que entre todos nos empoderemos, reclamemos y hagamos valer la justicia, porque los politiqueros no pueden venir a jugar con el sentimiento y la necesidad de un pueblo que ha sufrido tanto de la desidia de unos gobiernos local, departamental y nacional.
Ahora con los proyectos de instalación de peajes y la práctica del Fracking, nos vamos a ver afectados tanto en materia económica y ambiental, es por ello que debemos aunar los esfuerzos y hacer de este el propósito para despertar a la población, que sepan que con esta tierra no se juega y se respeta.
En esta ocasión quiero exaltar a los valientes, que son aquellos que hoy aún permanecen en la ciudad a pesar de las adversidades, persecuciones, humillaciones, matoneo y la violencia psicológica, a los cuales se han visto sometidos desde el 1 de enero de 2016.
Deseo hacer un reconocimiento público a los ciudadanos de a pie, a los del rebusque, a los comerciantes, hoteleros, empresarios, industriales, que siguen aguantando esta situación, que se deriva de múltiples malas decisiones tomadas por las pésimas administraciones.
Los invito a todos a respaldar las iniciativas positivas, que nos lleven a mejorar las condiciones de vida de los miles de ciudadanos que vivimos en esta ciudad, que apoyemos al líder del barrio, al igual se esfuerza como nosotros para gestionar proyectos que permitan beneficios para las comunidades, abracemos más ideas positivas, desechemos las negativas que no aportan y destruyen la sociedad.
No le demos la espalda al necesitado, al afligido, porque de esta situación todos necesitamos de una mano que nos apoye.
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