Por: Diego Armando Lozada Trujillo/ La realidad social que vivimos en nuestro país, por cuenta de la propagación del Covid-19 es difícil y preocupante. Todos los sectores económicos y productivos del país se están enfrentando a un verdadero reto que al parecer no acabará muy pronto. Muchos empresarios optaron por reinventarse, utilizando las tecnologías de la Información y comunicación, implementando nuevas ideas como en el caso del famoso Restaurante Tony, creando líneas de precocidos y congelados de los productos típicos de la región.
Este enrevesado momento que vivimos nos ha obligado adaptarnos a circunstancias diferentes, a nuevas modalidades de trabajo, de estudio, nuevas formas de vivir nuestra cotidianidad. Todos debemos tener claro que es nuestro deber cuidarnos, para así cuidar a los demás y evitar la propagación de este enemigo silencioso (coronavirus).
Es preocupante lo que se vive en las estaciones y buses del Sistema de Transporte Masivo Metrolínea, en donde se movilizan la mayoría de los ciudadanos del área metropolitana de Bucaramanga. En la operación de este servicio público a simple vista se observa que las medidas establecidas por el decreto 482 del 2020 no se están cumpliendo.
Para nadie es un secreto que los articulados, padrones y alimentadores funcionan como un sistema de enlatado, en la mayoría de los casos en horas pico, sumado a esto las quejas por frecuencias en horarios y la falta de rutas complementarias hacen de este, un sistema poco eficiente para los ciudadanos.
Debido a las restricciones como el ‘pico y cédula’ y la reducción de las rutas alternas, se ha aumentado el uso del transporte Masivo Metrolinea, un sistema que no está preparado de acuerdo a los lineamientos y recomendaciones sanitarias establecidas por los Ministerios de Salud y Transporte para evitar la propagación del virus.
A simple vista se puede observar que las rutas “T” (T1, T2 y T3), P6 y algunos alimentadores, no cumplen con la reducción del 50% de la capacidad total de pasajeros, establecida por el decreto del Ministerio de Transporte (articulados 80 pasajeros, padrones 45 y alimentadores 24). En distintas ocasiones los usuarios se han quejado y la respuesta que obtienen por parte de Metrolínea es que, al llegar al límite de pasajeros, los buses cerrarán sus puertas y no recogerán un pasajero más, circunstancia que al día de hoy no se cumple.
Sumado al hacinamiento que se vive en los buses en horas pico, al momento de espera, abordaje y llegada, los usuarios no cumplen con las medidas de distanciamiento establecidas por las recomendaciones sanitarias. Es necesario que las diferentes alcaldías del área metropolitana, junto con los funcionarios de Metrolínea, realicen jornadas de capacitación y control en el funcionamiento del sistema de transporte.
La mayoría de los pasajeros se quejan del poco control que existe, para que las personas cumplan con la medida de ‘pico y cédula’ unificada en los municipios del área. También solicitan la implementación de “sistemas de limpieza rápida”, es decir, dispensadores que permitan combatir este invisible virus.
La medida de ‘pico y cédula’ será efectiva si todos ponemos nuestro granito de arena; si bien es cierto, la capacidad de personal de nuestra Policía Nacional no es suficiente para efectuar el respectivo control, es necesario que se capaciten y se doten a todos los agentes que prestan el servicio de vigilancia, pues en muchos casos no cuentan con los elementos necesarios para efectuar un comparendo.
Es imprescindible aliviarle la carga a la Policía Nacional; los permisos de trabajo emitidos por las empresas, en muchos casos estos no se ajustan a las causales permitidas. Es necesario entonces, que las autoridades de control y vigilancia capaciten a los funcionarios para que pongan en cintura la emisión de estos permisos.
A todas estas circunstancias para nuestra desgracia, se suma el ingenio y la cultura de los colombianos, que les permite ser muy recursivos a la hora de generar estrategias para sustentar una cuartada (suplantación de profesiones, documentación falsa y mil excusas más).
¡Afirmo mi teoría! Como lo sustenté en esta columna, Metrolínea es una bomba de tiempo; quienes operan este sistema no están tomando en serio las consecuencias de la propagación de este virus, tampoco la necesidad de establecer un plan de contingencia que le de tranquilidad y comodidad a los usuarios al momento de usar este tipo de trasporte.
De nada servirá vivir en confinamiento, si al momento de salir de nuestras residencias a cumplir las jornadas laborales, abastecernos o realizar diligencias, nos movilizamos en una cadena de propagación masiva.
La mayoría de los habitantes del área metropolitana de Bucaramanga necesitan movilizarse en el sistema de transporte masivo, pero ellos a la vez necesitan que Metrolínea sea consciente del riesgo que corren al usar en estas condiciones las estaciones y buses.
*Abogado y dirigente juvenil
Twitter: @DiegoALozada
