Por: Jesús Heraldo Rueda Suárez/ Como olvidar ese llegar de esa nueva vida, el ver ese pequeño ser indefenso pero lleno de vida, con su llanto gritándole al mundo acá estoy, para luego estar presente en todas las etapas de su vida: el tetero, los trasnochos, el aprender a dormir esas escasas horas en el orillo de la cuna sin siquiera movernos y despertar al otro día con las ganas del mundo para salir a trabajar, a visitar clientes con toda la energía, y al final del día llegar a casa y al verla (o) a seguir disfrutando de esa nueva vida, y luego todas las etapas: el caminar, la bici, los patines, las caídas, el parque, el dejarla (o) llorando en el jardín, su primaria, su bachillerato, su universidad, su especialización en fin su vida, para verlos partir, con el corazón partido, pero con la alegría de haber cumplido.
Y es que los hijos son el resultado de su crianza, lo que les dimos en esos primeros pasos en ese dormir en nuestros brazos, esa es la mayor influencia en sus vidas, entendiendo que cada hijo es único, son individuos irrepetibles.
Cuantas alegrías, al verlos crecer, alegrarnos con sus logros, cuantas tristezas al verlos enfermos, al verlos tristes, el compartir en silencio sus desilusiones amorosas o sus dificultades laborales, eso son los hijos, si hacemos una analogía con una barco, miremos un barco en un puerto, allí esta imponente en un lugar seguro, con toda su maquinaria en buen estado, abasteciéndose para partir y lanzarse al mar, un mar que al partir está en calma pero no sabemos ya en alta mar como estarán esas olas, esos vientos, pero deben partir esa es su misión; nosotros nos quedamos en tierra confiados en ese buen viento y buena mar.
Los hijos son esos barcos, se hicieron para zarpar, no para verlos bonitos anclados en puerto seguro, porque de ser así sería un barco triste, bonito por fuera con toda su maquinaria en buen estado pero sin conocer puertos, sin navegar, sin enfrentar tempestades y vencerlas, nuestra misión es esa darle al mar un buen barco, que zarpe y llegue a buenos puertos y que en esas travesías estén preparados para desviar sus rutas o trazar otros caminos, o si les toca buscar otros puertos pues que lo hagan, eso sí buscando lo mejor para su conservación y la de sus tripulantes.
Ese barco que surca mares que llega a buenos puertos cada travesía le permitirá adquirir más experiencia y aprendizaje todo gracias a los puertos que visitó, las nuevas culturas que conoció por eso gracias a su buen navegar sabrán que en cada puerto habrá gente esperándolos para darles la bienvenida y así seguirán navegando tranquilos conquistando nuevos puertos y adquiriendo sabiduría además navegan orgullosos porque saben que sus padres están en puerto seguro y ellos a su vez estarán felices de ver como sus hijos zarpan y surcan mares de éxito.
Algunos padres no desean dejar salir del puerto (Casa) a sus hijos, desean que se queden en el lugar seguro para siempre, y olvidan prepararlos para navegar y encontrar su propio lugar, ese sitio donde podrán sentirse seguros, felices y adquirir la fortaleza necesaria para su futuro y que con el tiempo ellos sean puerto para otras personas, hoy quiero decirles que esos sentimientos encontrados esa dicotomía se debe dejar a un lado y dejarlos partir.
Recordemos que ellos nacieron para convertirse en seres de este mundo como usted, como yo, como todos, uno busca que ellos sonrían, pero no es correcto y además no podemos sonreír por ellos, contribuimos para su felicidad, pero no podemos ser felices por ellos, animémoslos a que partan y logren sus propias conquistas, como padres uno los prepara, los ama, los mima, los protege, y no sé cuántas veces uno los justifico o les patrocino sus pilatunas.
Hoy puedo decir que en ese amor de padre uno tiene el don de ver la habilidad en potencia en cada uno de sus comportamientos, hoy en día uno disfruta de ver cómo negocian, hablan, comparten y pelean, me parece increíble que esos dos seres humanos nacieron de nosotros, y es que amamos todo de ellos, todo, pero absolutamente todo, en esta casa no pasa el tiempo, los triunfos se disfrutan a cada momento de igual forma sorprende como esos dos barcos hechos en el mismo astillero con las mismas estructuras y maquinarias, son dos seres diferentes, de navegar distinto al uno las tempestades lo maltratan más, al otro las olas lo afectan más, pero ambos con buenas velas surcan los mares de la vida con la presencia y bendición de nuestro Padre Celestial.
Recordar cuando eran pequeños, vaya que sí, cuántas odiseas, buscando corregir, o pretendiendo que actúen según nuestros criterios, buscando que actúen de acuerdo a los parámetros de la sociedad, hasta que llega el día y llega el momento, en que nos damos cuenta que a un hijo se le ama tal y como es y que nuestra misión es darles y enseñarles amor y darles las herramientas para que ellos desde su maravillosa capacidad se sientan realizados, se sientan amados, se sientan felices en su propio ser.
Es real y aterrizado decir que nuestros hijos, son hijos de la vida no vienen de nosotros, vienen a través de nosotros, están con nosotros, damos la vida por ellos pero aunque estén a nuestro lado y nos den alegrías, amor, no nos pertenecen, les podemos dar amor, pero los pensamientos son de ellos les pertenecen, como en las películas de los indios somos el arco de donde salen como flechas a conquistar el mundo.
Es muy común que uno diga “tenemos: una casa, dos carros, un loro, un perro y dos hijos” y lo decimos como si fuese algo propio como lo es la casa y los bienes, entonces pregunto: ¿Si la casa no te gusto, pues la vendes, si el carro no arranca, lo vendes, y si el niño se enfermó?, ¿y si no arranco en la escuela? Recordemos los hijos nacen en la familia y son nuestra responsabilidad y asumimos la hermosa tarea de ayudarlos y brindarles la orientación, para que logren sus objetivos, pero no dominarlos como al coche o al perro, ellos tienen, corazón, alma y esa no es propiedad de nadie, ella no viene de los padres, viene de Dios, los padres dan el permiso para la vida.
En la educación actual se regaña más por un error de ortografía o una operación de cálculo mal hecha, que por una falta de comportamiento, si vemos la realidad la mayoría se preocupa mas por el 10 en matemáticas o en inglés, que por la pornografía que puedan ver en internet o los amigos que les puedan dar drogas, es bueno poder educar en que se obtengan grandes conocimientos para su desarrollo, pero que sumado a ello que sean personas educadas en valores, que se preocupen por sus semejantes.
Concluyo con que los hijos no son propiedad de nadie, ni de la familia, ni de la escuela, ni del estado, pero ojo todos y en espacial en casa estamos llamados a ayudar, apoyar, corregir y orientar a los niños a crecer en su vida como buenas personas útiles a la sociedad, personas de bien, quienes hemos tenido la fortuna de contar con padres que nos enseñaron a respetar a los demás a amar a Dios, a vivir honestamente a reconocer los errores y corregirlos, porque todos cometemos errores, siempre estaremos agradecidos con nuestros padres, por eso haz que tus hijos vivan agradecidos contigo por las enseñanzas y el amor que les brindaste.
*Profesional en Mercadeo
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