Por: Juan Camilo Revelo/ Enhorabuena, la decimotercera promoción del posgrado en Marketing Político & Estrategias de Campaña de la Universidad Externado de Colombia se encuentra próxima a graduar a un grupo de nuevos especialistas –del cual honrosamente formo parte-, y quienes salimos a ejercer, entre otras, la función de lograr que se mantenga como una constante, la transmisión de verosimilitud entre el actor político, el mensaje y su audiencia, para persuadir voluntades y dirigir decisiones en un predeterminado sentido.
El compromiso como estrategas políticos, sin embargo, lejos de basarse en el simple uso de múltiples disciplinas complementarias, entre ellas la neurociencia, para que a través de la publicidad se persuada a un electorado a que vote por cierta opción, nos recuerda que la ética de este oficio invita a mantener las líneas del decoro profesional basados en una ética democrática de respeto, y, ante todo, de una moralidad marcada por aquellos principios y valores universales que nos unen como humanidad.
Ser la persona que le habla al oído a un candidato o gobernante en ejercicio, es muchas veces la responsabilidad de ser el vocero de quienes no llegan directamente a él. Y ser esta persona de confianza obliga, sin duda, a procurar determinados equilibrios.
El Marketing Político, dentro de este programa ofrecido por la facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales, constituye una revolución de la política en el siglo 21, no sólo por resultar determinante para que un candidato llegue a ser elegido, sino por hacerse del lado de un electorado que toma mejores decisiones para ganar como sociedad.
Y para que esto ocurra, es preciso poner al servicio de la democracia a personas capaces que, por su preparación y actitud, puedan llegar a ser considerados por el ciudadano común como su mejor opción para ser elegidos.
Esto obliga al candidato o aspirante a trabajar con disciplina sus habilidades comunicativas, dándole un alto valor agregado a su capacidad de persuasión y convencimiento, fundamentales dentro de la elocuencia natural que debe acompañar a toda voz pública.
El neuro-marketing, como conjunción de la neurociencia (estudio del cerebro) con el mercadeo político, requiere de una clara mentalidad y enfoque, que no nos distraiga de la enorme responsabilidad que en nuestros hombros como asesores descansa, respecto al devenir mismo de una sociedad liderada por nuestros clientes.
Así, el asesor en marketing político y estrategias de campaña de este siglo deberá entre muchos otros, permanecer atento a los siguientes frentes de acción:
1- Que el candidato proyecte en toda su narrativa sus verdaderas intenciones.
2- Subestimar jamás la intuición de la audiencia y su moralidad (consenso entre lo correcto e incorrecto), más allá de la afinidad de partido o sus motivaciones personales.
3- Trabajar en la persona del candidato mismo, en su relación familiar y círculo de vínculos esenciales.
4- Escuchar, atender y entender a la persona del político, en sus sentires, creencias, angustias, afanes, temores y anhelos.
5- Hablarle al político con la franqueza de un amigo que sabe decir las cosas por su nombre, sin escatimar en precisión.
6- Acompañar el proceso de la persona en política hacia su mejor versión, antes, durante y después de ser elegido.
La neuropolítica aplicada debe ser un polo a tierra para mantener conectada a la campaña y firme con sus propósitos, principios y valores.
La neuropolítica es también fraternidad, es creación de sinergia entre energías complementarias, es pasión por servir, es empatía social, política consciente, es saberse comportar en la alegría y en la tristeza, es desarrollar en la persona la capacidad de perdonar (cuando corresponda) y de expresarse con libertad cuando deba reconocer un error y saber cómo expresarlo con elocuencia y sin angustia.
Es persuasión.
Es pertinencia.
Es respeto por el elector.
Es confrontación de ideas.
Es claridad. Y es cuidado y atención por cada palabra, en cada discurso, y por cada huella en cada contacto.
Todo esto –y mucho más- es marketing político siglo XXI. Entre nosotros como ciudadanos iremos seleccionando a los mejores al servicio de soluciones que traigan bienestar y felicidad a la mayor cantidad de ciudadanía posible, y velando siempre porque la educación, como base para la transformación del mundo, sea prioridad dentro de un proceso constante de mejora continua, como sólo desde la política resulta viable promover.
Y así como asesores, estrategas y/o consultores, tendremos siempre la tranquilidad de un impecable deber cumplido frente a la democracia, a la sociedad, a nuestras familias, a nuestras conciencias y frente a quienes valientemente deciden en cada generación encausar sus esfuerzos personales por las vías constitucionales de la elección popular.
*Usador de tildes y comas. Abogado (UIS), especialista en marketing político & estrategias de campaña (U. Externado). Conciliador en derecho y facilitador mentoring en Cámara de Comercio de Bucaramanga.
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