Por: Juvenal Bolívar/ Gustavo Petro Urrego, un desmovilizado de la guerrilla del M-19, cuestionado alcalde de Bogotá, apasionado por la tendencia económica venezolana e Iván Duque Márquez, un exsenador elegido con votos ajenos, con escasa experiencia de lo público, abanderado de las guerreristas ideas uribistas; no pueden ser las únicas opciones que tengamos los colombianos este domingo.
Un país que brilla por la inteligencia de sus científicos, el talento de sus artistas, la capacidad de sus deportistas y el raciocinio de su opinión pública, merece más que un par de políticos -que cualquiera que triunfe- nos hundirá en otros cuatro años de polarización y oportunismo.
Como periodista, pero ante todo como ciudadano de a pie, respeto la decisión de los electores. Sin embargo, a través de redes sociales, se evidencia la concentración radical, especialmente con estos dos candidatos. Y es lógico, las encuestas dicen que son los más opcionados.
En Facebook y Twitter, los ataques entre unos y otros nos llevan a pensar que la política dejó de ser lo importante para dar paso al odio. Allí matriculan a cualquiera, o con el uno o con el otro. Y así me ha pasado a mí. Ya no saben en qué campaña meterme.
En lo personal, dejó en claro que no soy (y nunca lo he sido) ni uribista ni petrista. Proveniente de una tierra marcada fuertemente por la violencia, tanto la guerrillera como la paramilitar, puedo asegurar que las alternativas que nos quieren recetar las encuestas no le convienen a nadie.
En los últimos 16 años, el país se ha sumido -como nunca antes- en corrupción y pobreza, pero los enfrentamientos entre la derecha y la izquierda nos han impedido ver la verdadera magnitud de los problemas de Colombia.
Esos shows de Uribe contra Santos, por ejemplo, han impedido que el país avance. Uno no puede olvidar que hace ocho años fue el propio ‘uribismo’ el que nos metió por los ojos al actual mandatario nacional y es el mismo que ahora -y a toda costa- nos vende a Duque como el gran salvador.
Igual sucede con la izquierda, que solo se ha dedicado a la crítica, pero cuando ha tenido el poder ha decepcionado. El caso de los Moreno Rojas y más recientemente el del propio Petro, que gobernó Bogotá con prepotencia y falta de eficacia, nos deja en claro que «del dicho al hecho hay mucho trecho».
Ni Duque ni Petro son la solución para la Colombia de hoy. Se requiere un presidente que pueda bajar los altos niveles de odio y de polarización en el que está sumido nuestro país. Ninguno de estos personajes conoce la humildad y tampoco tienen la capacidad de unir.
Mientras los fanáticos se destrozan por las redes sociales, intentando imponer a toda costa lo maravillosos que son sus candidatos -y denigrando del oponente- el Estado se hunde en la desgracia. Entonces, con respeto y la consideración que tengo por mis lectores, no lo les voy a decir que voten por uno u otro candidato. Pero si, que salgamos a votar masivamente, de esta forma no les dejaremos a los de siempre que impongan su decisión.
Como ciudadano ejerceré mi derecho al voto, incluso, fui escogido como jurado de votación, una tarea que asumiré con responsabilidad. Y claro, aunque no soy de los que le hago campaña a los candidatos, he decidido -por las razones expuestas anteriormente y muchas más- votar por Sergio Fajardo, a quien conozco por sus hechos.
Y, aunque el voto es secreto, lo anuncio públicamente para acabar con esa «guachafita» de que me pongan rótulos, o de izquierda o de derecha. Ustedes pueden votar por el que quieran, pero ojalá lo hagan a conciencia, respetando la decisión de los demás y ante todo, soñando con un mejor país para nuestros hijos.
Twitter: @JuvenalBolivar