Por: Javier García Gelvez/ Lejos de imaginarse mi tía Romelia sentada en su taburete, en los gélidos atardeceres del páramo de Berlín, con su tubo en la jeta soplando para avivar el fuego de su rustico, pero eterno brasero; era un ritual diario que merecía una experticia señera para no chillar con los chorros de humo y ceniza que escupía el incandescente fogón.
Al final un delicioso menjurje cargado de suaves tubérculos, cuya fineza en su textura permitía despedazarlo aun cuando nos pringáramos la lengua, bastaba con aspirar el viento helado de la cordillera y sentir como atravesaba por el guargüero el llamado mana del páramo; la papa.
Eran otros tiempos, eran mis vacaciones de la niñez, al lado de “totico” corríamos a desentrañar solanum o papa que llaman, y presurosos la llevábamos a la vieja Rome; y el ritual continuaba, el tubérculo no solo daba para el consumo de los jornaleros, también se arrumaban en gigantescas torres que a orilla de carretera sin que se robaran una sola, eran dispuestas en la lechera como destino final las plazas de mercado de Guarín, concordia, centro y San Francisco.
Como un viaje al pasado, últimamente hemos visto a orillas de carretera estos mismos arrumes de papa y junto a ellos como un centinela sus campesinos dueños, ahora si se los roban, pero no como en los tiempos de mi tía Rome, sino ofreciéndolos a huevo, a perdida, porque ya ni en las plazas de mercado quieren recibir sus tubérculos.
Y es que nos metieron la belga por nuestro tubérculo sin que nos diéramos cuenta, según Fedepapa “Se trata de papa de desecho que tiene un tamaño muy pequeño que no aceptan los países de la Unión Europea y por eso lo que sobra allá nos lo envían a Colombia a unos precios muy bajitos”.
El año anterior fueron importadas 54.000 toneladas de papa y dentro de los cálculos de Fedepapa se cree que en 2020 se puede llegar a 65.000 toneladas, estas cifras revientan a cualquiera que siembre bajo las condiciones que ofrece Colombia. Reveló que cada kilo importado de papa desplaza dos kilos y medio de papa fresca nacional.
El negocito afecta diez departamentos y 283 municipios paperos; una realidad que de no ser metida en cintura les quitará el pan de la mesa a más de 100.000 familias que dependen del atávico cultivo de mi tía Romelia.
En los tres primeros meses de 2020, las importaciones de papa crecieron en 21 por ciento y para rematar lo que afana a los agricultores es que Bélgica, primer productor y exportador de papa fresca y congelada en el mundo tiene más de un millón de toneladas almacenadas y listas para inundar a países como Colombia una vez se abran los mercados.
No tiene nada de raro que nos estemos enfrentando a un dumping tan salvaje; que le venden papa más barata a Colombia que a Inglaterra, es decir que quieren apoderarse del mercado colombiano, acabar con los agricultores y una vez posicionados hacer con los precios lo que les venga en gana.
Nos ha faltado peso en las del caldo para defender nuestra soberanía alimentaria, nuestra papa cosechada con cariño, siempre ostentando con orgullo las costumbres ancestrales que garantizan suavidad y calidad en un producto infaltable en los hogares patriotas, hemos permitido que desde Bélgica nos embutan productos sin ninguna trazabilidad, carentes de información básica sobre las condiciones a las cuales se someten antes de llegar a los hogares colombianos.
No se trata de cualquier producto, Colombia produce alrededor de 2.782.676 toneladas al año de papa, de las cuales, entre el 6% y 8% se industrializa, esto quiere decir que unas 222.614 toneladas aproximadamente se procesan sobre todo en hojuelas (chips) o en papa a la francesa (bastones).
Nuestra papa es ideal para la industria porque al fritarla no se quema, sus niveles de azúcares reductores son muy bajos y presenta una alta materia seca, con lo que tampoco absorbe tanto aceite al momento de procesarla y genera una deliciosa textura crocante. Además, se usa para el consumo fresco en varias zonas del país, como Antioquia. Los Santanderes y la Costa Atlántica, especialmente.
La papa participa con el 3,3% del Producto Interno Bruto (PIB) agropecuario, unas 100.000 familias se dedican a este cultivo, que genera anualmente cerca de 264.000 empleos, unos 75.000 directos y alrededor de 189.000 indirectos.
Con todo y esto nos empujan la papa belga sin consideración y sin que nadie adopte medidas diferentes sin atavíos politiqueros y más bien conscientes de apoyar realmente a nuestros campesinos a los cuales les debemos eternamente agradecimiento por su abnegada labor.
*Contador Público y Especialista en Revisoría Fiscal y Contraloría.
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