Por: Pablo Arteaga/ Que buenos momentos eran los que disfrutábamos todos cuando compartíamos con nuestros familiares y amigos aquellos tiempos de ocio. Es fácil recordar una cerveza bien fría después de un acalorado y emocionante partido de fútbol, un buen juego de dominó, ir al cine en una excelente compañía, el ir a la universidad y debatir con los compañeros y docentes temas polémicos o de actualidad; hasta el encontrarnos diariamente con compañeros del trabajo, que aun que no fueran de nuestros afectos hoy por alguna razón los extrañamos, en fin, eran tantas actividades que realizábamos y que hoy parecen ser cosas del pasado.
Sin embargo, para una de las culturas más antiguas y muy seguramente la próxima líder del orden económico mundial, el ideograma de la palabra crisis posee dos significados simultáneos sumamente atractivos, peligro y oportunidad.
Esto viéndolo desde la óptica que el peligro es el nivel de riesgo sobre lo desconocido y la oportunidad es la posibilidad de generar grandes avances, beneficios sobre la innovación, ayudándonos a crecer personal y profesionalmente, sin embargo, en la mente de muchos se genera un corto circuito debido a sus propios miedos y barreras mentales que los lleva a auto preguntarse, ¿Pueden ser esos momentos de crisis grandes oportunidades para la auto superación, reinvención, renovación?
Si revisamos los sectores que hoy debido a la pandemia del Covid-19 deslumbran un reseteo en ejercicio de su funcionalidad habitual, encontramos por ejemplo el sector de la Educación, el sector salud, sector financiero, el gubernamental, etc.
El principal obstáculo mental que como humanidad podemos encontrar en este proceso es el miedo a alejarnos de nuestras zonas de confort y el vernos obligados a incursionar o experimentar en nuevos campos de acción.
Es claro que la vida en nuestra sociedad no volverá a ser la misma, esto partiendo del principio que somos seres de hábitos y costumbres, hoy a la humanidad le ha tocado resetear su propio orden económico y social, aunque muchos de los líderes que rigen los destinos de este planeta se resisten a estos cambios, colocando los intereses económicos por encima de la protección y conservación de la vida de los habitantes de sus territorios, sin embargo, las circunstancias los han condicionado a retractarse en algunas dicciones e inclusive actuar por encima de los intereses económicos de quienes realmente gobiernan tras bambalinas.
El éxito de nuestra existencia siempre ha dependido de la capacidad que como seres pensantes tenemos de auto superarnos, romper los límites de nuestra mente, lo cual no quiere decir que lleguemos a construir a un ser diferente al que somos, si no, que la misma situación nos lleva a sacar a flote nuestro más profundo instinto de auto conservación.
Esta reflexión nos conduce a orientar nuestra mirada a la situación actual de nuestro país, el cual durante los últimos 40 años ha tenido gobernantes que se han dedicado a deteriorar la estructura económica, social del estado, sin mencionar la manera como han subastado nuestro patrimonio y recursos naturales, jugando a favor de los intereses de unas pocas familias inescrupulosas y multinacionales que alimentados por la avaricia del dinero, lo han desmembrado de manera gradual, logrando apropiarse de ella a través de la tercerización y convirtiendo a nuestro país en una estructura de estado obsoleto, poco competitivo y dependiente de los intereses de los anteriormente mencionados.
Es así como vemos la poca o nula autonomía que posee el actual presidente Iván Duque frente a las complejas decisiones tomadas ante la pandemia de Covid–19 en nuestro país, las cuales son fácil de identificar. Vemos por ejemplo la gran presión que ejercen compañías como Avianca, grupo Aval, empresas de telecomunicaciones como Tigo, Claro, Movistar, gran parte de Ecopetrol, así como un sin número de multinacionales que han llegado a saquear el patrimonio del pueblo colombiano con la complicidad del Estado.
Si durante esos 40 años aquellos gobernantes no hubiesen vendido y acabado empresas como Ferrocarriles Nacionales, Telecom, Inravisión, Instituto de Seguro Social entre otros; y si por lo contrario se hubiesen aunado esfuerzos para fortalecer sus estructuras empresariales y económicas generando competitividad, la historia de Colombia fuese otra.
Eso sin contar el cómo los gobiernos departamentales y locales de turno han conducido a la quiebra a empresas públicas de su propiedad, desangrándolas presupuestalmente para así poderlas declarar no viable económicamente, a fin de consolidar la entrega en concesiones a privados, lo que a su vez conlleva a la tercerización del sector público.
Sin embargo, hoy en medio de la crisis que vive la humanidad y en especial que está a puertas de vivir nuestro país, gracias a la ausencia de autonomía en las decisiones frente a esta pandemia, este tiempo podría ser una gran oportunidad de reinvención territorial, social y económico, en donde los recursos del pueblo colombiano se inviertan en mejorar la calidad de vida de todos con empresas del estado para así romper el yugo al cual desde hace más de 40 años hemos sido sometidos.
Es claro que no es un camino fácil y mucho menos una decisión que pueda agradarle a los emporios económicos que manejan los hilos de este país, sin embargo, es el pueblo colombiano el real dueño del territorio, quien tiene la opción de decidir hacia donde deseamos que se dirija el destino de Colombia.
El amaro néctar de la corrupción que hoy recorre día a día las papilas gustativas del pueblo colombiano, en especial los sectores más vulnerables, entrega al este un despertar de una realidad de profunda precariedad por indiferencia y no atención del estado, sumado a más del 47% de informalidad en el año 2019 por falta de oportunidades, de los cuales se encuentran fuera de sistema y ahondan la problemática del país.
Cabe mencionar que La informalidad vuelve inviable los proyectos de modernización y competitividad a escala global del país, lo que de igual manera termina limitando el crecimiento económico, lo que imposibilita tener una sociedad más igualitaria.
Este es el tiempo para navegar en medio de la crisis, tomando decisiones o dejando que éstas nos tomen a nosotros. Nuestros mayores retos y miedos están en nuestra mente. Ya hemos visto empresas que han tomado la iniciativa con ideas innovadoras que han permitido diversificar, crecer y encontrar soluciones en medio de lo que muchos ven como un callejón sin salida.
Esta crisis, se proyecta como una gran oportunidad de transformación de los mercados, que a la fuerza y de manera rápida, han tenido que integrar la virtualidad a sus dinámicas económicas, en aras de no desaparecer en medio de la pandemia. Muy seguramente después de todo esto, nuestras empresas estarán fortalecidos por modelos colaborativos y por el avance en lo digital.
¿Reinvertarnos en tiempos de Coronavirus? ¡Si! Nos ha llegado el momento de dar ese salto al que muchos temían, es el tiempo de reinventarnos y reconocer que llegó la hora de aplicar la transformación digital en nuestros modelos de negocio, de reencontrarnos y reconocernos unos a otros y de tomar decisiones que también nos ayuden a hacer de este territorio un mejor país para nosotros y las futuras generaciones.
*Profesional en Comercio Internacional y Especialista en Gerencia de Proyectos.
Correo: arteagapab@gmail.com
Twitter: 2018Arteaga
