Por: Iván Aguilar Zambrano/ Suele pasar que en nuestro país resultamos expertos en todo, para poner un ejemplo, el fútbol, definimos los 11 titulares, la alienación adecuada, los cambios más efectivos, en fin, Pékerman casi que es un aprendiz al lado nuestro, algo similar viene ocurriendo con el Covid-19.
Tomar decisiones en temas tan inéditos y de las magnitudes que representa este virus no es fácil; por eso para nada es envidiable estar en los zapatos de las autoridades. Sumado a que, así como en el fútbol, somos muchos diciendo que hacer, recordemos como hace unos días reclamaban la cuarentena y que “allá cada quien se las vea para subsistir”, o los que exigían el cierren de El Dorado y “de malas” los que están afuera del país, o que decir de quienes actuaron como ‘repúblicas independientes’, haciendo anuncios populistas, sin reparar en las consecuencias, solo viendo en esta calamidad un espacio para montar tarima y arrancar en el momento menos oportuno la campaña.
Todas estas cosas me hicieron recordar una película, que apropósito les recomiendo ver ahora que habrá algo de tiempo, se trata de ‘Sully: Hazaña en el Hudson’. Película que palabras más o palabras menos, narra la historia de un piloto que, ante un daño en uno de los motores de su avión y la inminente posibilidad de estrellarse en pleno New York, decide acuatizar en el río Hudson, salvando la vida de los 155 pasajeros; pero pese al acto heroico, es responsabilizado del accidente e investigado por las autoridades, quienes consideraban que podía haber aterrizado en cualquiera de los aeropuertos de la ciudad.
Luego de un complejo juicio, el capitán Sully logra que las simulaciones del vuelo contemplen el tiempo que en la vida real empleo para evaluar que hacer, recordándoles que esta era una situación que por primera vez en su larga vida como piloto afrontaba y que en medio de las limitaciones humanas y del tiempo, no podía equivocarse, de hacerlo el resultado sería fatal, todo esto permitió concluir que su decisión del capitán había sido las más acertada.
Por eso quiero proponerles que dejemos que el piloto y la tripulación de este avión llamado Colombia hagan su trabajo, el Presidente Duque y los demás gobernantes, al igual que el capitán Sully, son conscientes que lo primero es la vida. Decir que hacer con el simulador de vuelo encendido, piloteando desde la comodidad de la casa, en Twitter o Facebook es una cosa, y otra es estar en los zapatos de quienes deben tomar las decisiones y asumir las responsabilidades de las mismas. Para quienes gobiernan esto del Covid-19 no es ni será fácil, así que, en cambio de estar echándole leña al fuego, es el momento de enfocarnos en cómo es que vamos a salir adelante.
Tenemos grandes retos, uno de los más importantes, es que este gran sacrificio que significa el aislamiento obligatorio, efectivamente evite el colapso del sistema de salud ante un desborde del contagio y en consecuencia la llegada masiva de pacientes a los centros de salud. No podemos repetir la dolorosa historia de España, Italia y ahora EE.UU. Entre tanto, nuestras autoridades deben avanzar en la adecuación de clínicas y hospitales, en más unidades de cuidados intensivos – UCI, más ventiladores, insumos y elementos de protección para el personal médico asistencial, por cierto, otro de los graves problemas en los países de europeos.
Del mismo modo, hay que continuar trabajando en las medidas económicas y sociales, para que efectivamente lleguen los alivios a los menos favorecidos, incluyendo a aquellos están en la informalidad, que según las cifras oficiales son cerca del 60% de los colombianos. Hablando de los apoyos, sea la oportunidad de solicitarle a los entes de control estar vigilantes para que ni la incompetencia, ni la corrupción, eviten que este esfuerzo que hace el Gobierno Nacional se pierda y deje al garete a los más necesitados.
La protección del empleo y empleadores también es fundamental, de nada sirve obligar a sostener a los empleados condenando a la quiebra al empleador; así este sea el Estado, debe operar la solidaridad de parte y parte; por ejemplo, acordar vacaciones anticipadas, temporalmente desmontar los regímenes especiales, implementar el teletrabajo, que aquellas empresas con capacidad puedan devolver parte de lo que han construido gracias a sus empleados manteniéndoles sus salarios, aliviar el pago de parafiscales, condonar los impuestos, establecer mecanismo de financiación flexibles y sin costo (es hora que los bancos nos dejen ver una), temas que en honor a la verdad, el gobierno nacional y sector privado, avanzan con celeridad.
Por otra parte hay casos exitosos que debemos replicar, como la masificación de las pruebas, que por cierto, el gobierno a través del Ministerio de Salud anuncia la aplicación de 350 mil de estas a partir del primero de abril; cosas de este tipo, son las que salvan vidas, ya que el diagnóstico oportuno rompe la cadena de contagio, eliminando el peligro que representa los portadores asintomáticos, de quienes se ha evidenciado, son uno de los mayores focos de trasmisión, prueba de todo esto es Alemania y Corea del Sur, que gracias a las pruebas masivas tan solo tiene un 0.18% y 0,6% de tasa de mortalidad por Covid-19 respectivamente.
Así las cosas, como en la película del capitán Sully, todos somos pasajeros del mismo avión, compartimos el mismo destino, sin importar si el tiquete es de clase ejecutiva o económica, ya que el Covid-19 no diferencia entre ricos y pobres, razones más que suficientes para rodear a nuestras autoridades, por eso animémonos a proponer y a exigir con mayor consideración, siempre construyendo y no destruyendo.
Finalmente y recordando a mi abuela, decirles que Dios sabe cómo hace sus cosas, el Covid-19 nos está mostrando que tal vez hemos dejado de lado lo realmente importante, que seguramente la vida se nos ha pasado buscando la realización personal en el dinero y en el estatus, cosas que esta pandemia ha venido dejando en un segundo plano, por eso, que estos días en casa, al ver las tristes escenas de las familias españolas e italianas que ni siquiera pueden animar a sus enfermos y menos despedir a sus muertos, reflexionemos sobre nuestras prioridades; por eso no dudo, que todo esto nos ayudará a ser mejores hijos, mejores padres, mejores esposos, mejores amigos, mejores seres humanos.
Nota: Si no tiene nada que hacer en la calle, ¡por Dios, no salga!, se trata de nuestras vidas, la de nuestros seres queridos, la vida de todos, #QuedateEnCasa.
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